Te amo Nichols | Especial año nuevo

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Nunca he sido buena con los finales.

Hay algo en ellos que siempre me pone nerviosa, como si al terminar un año cerrara una puerta y me quedara demasiado tiempo mirando lo que dejo atrás. Por alguna razón, los últimos días de diciembre siempre me hacen sentir pequeña, frágil, como si el peso de lo que no logré me cayera de golpe.

Pero este año era diferente.

Aún no sé si es por las horas que he pasado soñando despierta sobre lo que me espera, o porque, por primera vez, puedo ver un final que se siente como un comienzo. El próximo año cumpliré veinticinco. Es un número que parece gigante, ¿sabes? No sé si es porque a los quince pensaba que a esta edad ya sería alguien completamente distinta, o porque cada vez lo escucho más: "Es el cuarto de siglo". Y eso suena importante.

Para mí, veinticinco no es solo un número. Es el año en que termino la universidad. El año en que, según mi propio calendario mental, se supone que encontraré mi lugar en el mundo. La gente siempre habla de las listas de metas de Año Nuevo, pero para mí esta lista lleva escribiéndose desde que era una adolescente.

Este año, mientras todos hablan de lo mucho que quieren cambiar, yo solo pienso en que no quiero quedarme donde estoy. No es que esté mal, pero siento que he estado dando vueltas, atrapada en una rutina que no me llena. ¿Y si este es el momento de saltar, de empezar a escribir algo distinto?

La fiesta de esta noche no es más que un punto intermedio, una especie de pausa antes del gran salto. Todos se están preparando para la cuenta regresiva, pero yo no puedo dejar de pensar en lo que significará cruzar esa línea invisible entre el 31 de diciembre y el 1 de enero.

Miro mi vestido brillante colgado en la puerta del armario, las zapatillas que compré especialmente para esta ocasión, y me pregunto si alguien notará lo nerviosa que estoy. Miguel insiste en que será una noche increíble, y Anthony, como siempre, ha bromeado diciendo que me relaje, que una fiesta no va a cambiar mi vida. Pero lo que ellos no saben es que, para mí, no se trata de la fiesta.

Se trata de lo que viene después.

Este año que termina no fue perfecto. No cumplí todas mis metas. No fui la persona que quería ser en algunos momentos. Pero este año me enseñó algo que nunca había entendido: no importa si el camino no es perfecto, siempre puedes seguir avanzando.

Y, por primera vez, no tengo miedo de despedirme. Este fin de año no es un cierre para mí; es un punto de partida.

Miro la caja donde venía el vestido y no puedo evitar sonreír. Era un vestido hermoso, de color burdeos, con un diseño sencillo pero elegante, como si hubiese sido elegido especialmente para mí. Y, en cierta forma, lo fue.

Robby me lo había enviado desde Nueva York, donde había estado trabajando durante los últimos meses. Sabía que había estado ocupadísimo, pero aun así había encontrado tiempo para escoger algo tan especial. La pequeña tarjeta que venía con el paquete todavía estaba en la caja, con su letra ligeramente inclinada:

Espero verte en este vestido. Te ama, Keene.

Sentí un nudo en la garganta al leerlo por enésima vez. Robby siempre encontraba la manera de estar presente, incluso cuando estaba a kilómetros de distancia. Había días en los que sentía que la distancia entre nosotros era un abismo, pero entonces llegaba algo como esto: un gesto sencillo, pero lleno de significado.

Me acerqué al espejo, sosteniendo el vestido frente a mí. No podía evitar imaginar su reacción si estuviera aquí esta noche, viéndome lucirlo. Lo extrañaba. Más de lo que estaba dispuesta a admitir incluso a mí misma.

Vas a dejar un charco en el suelo si sigues derritiéndote así. — Dijo Miguel desde la puerta, interrumpiendo mis pensamientos.

Me giré rápidamente, sorprendida.

One Shot | KeenryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora