CAP 43

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1 mes de embarazo

-¡Ah! ¡Sí! ¡Así! -gemía fuertemente sin importarle que los demás escucharan.

-Carajos, mocosa de mierda, saltas tan bien -gimió Nicolás.

-N... Nick...

-Sí, princesa, ya casi -la agarró fuertemente de las caderas, pero sin lastimarla.

Unos minutos más sirvieron para que los dos se vinieran. Emma colocó su rostro en el hombro del pelinegro, estaba cansada; ya era la segunda ronda que tenían en la mañana. Debido al embarazo, su apetito sexual había aumentado un poco. La doctora le dijo que podían practicarlo, pero con mucho cuidado por el bebé.

Nicolás agarró a Emma de la cintura y se levantó un poco para acomodarla en la cama, empezando a llenarla de besos por todo el rostro. Luego bajó hasta su vientre y comenzó a repartir besos por toda la barriga.

-Hola, mi hermosa o hermoso bebé, ¿te lastimé? -preguntó. Emma solo soltó una risa.
-Solo te quería saludar -los dos rompieron a carcajadas.

-Eres un tonto -dijo Emma, acariciando su cabello.

-Puede que sí, como puede que no -respondió él, acomodando su rostro en la barriga de Emma. Se quedó unos minutos ahí, sintiendo lo caliente que estaba el vientre, y luego intentó levantarse, pero Emma lo agarró del brazo.

-¿A dónde vas? -preguntó algo enojada.

-Iré por toallas para limpiarte y luego me iré a una de las bodegas -respondió, levantándose del todo y caminando hasta el baño para mojar algunas toallas. Al regresar, vio a una hermosa mujer embarazada que estaba enojada.

-¿Ahora qué? -preguntó con una sonrisa, sabiendo que Emma haría un berrinche porque él se iba.

-¿Puedo ir contigo?

-No -fue lo único que dijo, empezando a limpiar su barriga primero.

-Smith... -dijo Emma con un tono de advertencia.

-Ya dije que no.

-De igual forma iré.

-Emma... -Nicolás detuvo sus movimientos y la miró fijamente-. No puedes ir, es peligroso y lo sabes. -Volvió a lo que estaba haciendo, ahora limpiando sus piernas.

-Nicolás, no quiero estar lejos de ti. No me gusta -dijo soltando algunas lágrimas-. Me siento sola, ni siquiera Valeria está en casa.

-Pero, mi amor... -Él la miró fijamente y no se pudo resistir a sus ojos llorosos, sus hermosas mejillas regordetas rojas, sus labios y nariz roja-. Está bien, tú ganas. Irás, pero con una condición.

-¿Cuál? -preguntó emocionada.

-Jamás debes irte de mi lado. Te quiero pegada a mí todo ese tiempo que estemos allá y no quiero quejas -remarcó, subrayando las últimas palabras.

-Está bien, amor -respondió, intentando levantarse, pero Nick la detuvo.

-Espera, deja que termine de limpiarte.

-Está bien -dijo, volviendo a acostarse.

Después de desayunar, Emma se arregló con un vestido sencillo que se ajustaba perfectamente a su figura y resaltaba su barriguita

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Después de desayunar, Emma se arregló con un vestido sencillo que se ajustaba perfectamente a su figura y resaltaba su barriguita. Nicolás, con su actitud protectora, no dejó de mirarla mientras se peinaba frente al espejo.

-Te ves preciosa, pero no olvides lo que te dije: ni un paso lejos de mí- le recordó con voz firme, aunque sus ojos brillaban con ternura.

Emma rodó los ojos, divertida por su tono mandón, y se acercó a él para darle un beso suave en los labios.

-Prometido, Smith. Ahora vámonos antes de que se me antoje quedarme en casa contigo otra vez.

Minutos después, llegaron a una bodega que estaba un poco apartada de la ciudad. Era un lugar discreto, ideal para reuniones privadas de negocios. Nicolás la ayudó a bajar del coche y la mantuvo cerca mientras entraban.

En el interior, un hombre alto y corpulento los esperaba. Su aspecto pulcro y traje caro indicaban que era un empresario exitoso, pero sus ojos rápidamente se desviaron hacia Emma, examinándola con descaro.

-Smith, finalmente llegas- dijo el hombre extendiendo la mano para saludar a Nicolás, pero sin apartar la mirada de Emma.

-Ella es Emma- respondió Nicolás en un tono seco, colocando una mano firme en la cintura de ella, marcando territorio.

El hombre sonrió con una mezcla de curiosidad y descaro, ignorando la evidente incomodidad de Nicolás.

-Mucho gusto, Emma. Me sorprende que alguien tan... encantador como tú esté aquí. Seguro que este lugar tan rústico no es digno de tu belleza.

Emma sintió el peso de la mirada de Nicolás y trató de mantener la calma.

-Gracias, pero estoy bien. Solo vine a acompañar a mi esposo- respondió con una sonrisa educada, subrayando la palabra esposo.

El hombre soltó una carcajada suave y dio un paso más cerca de Emma, demasiado para el gusto de Nicolás.

-Debes estar orgulloso, Smith. No solo tienes buen ojo para los negocios, sino también para las mujeres.

Nicolás se tensó, sus ojos se oscurecieron y su mandíbula se apretó. Dio un paso adelante, interponiéndose entre el hombre y Emma.

-Vayamos al grano, Charles. No tengo todo el día- dijo con voz fría, casi cortante.

Charles sonrió con suficiencia, pero la reunión continuó con una tensión palpable. Durante todo el tiempo, Nicolás no soltó a Emma ni por un segundo, como si temiera que el hombre pudiera intentar algo más.

Cuando la reunión terminó, Charles volvió a dirigirse a Emma.

-Espero que nos volvamos a ver. Fue un placer conocerte.

Antes de que Emma pudiera responder, Nicolás tomó su mano y la guió hacia la salida sin decir una palabra.

Ya en el coche, Emma lo miró divertida mientras él arrancaba con más fuerza de la necesaria.

-¿Estás bien?- preguntó Emma, intentando ocultar su risa.

-Ese idiota no te quita los ojos de encima- gruñó Nicolás.

-Es porque soy hermosa, ¿no crees?- bromeó Emma, buscando calmarlo.

Nicolás se detuvo en un semáforo y giró la cabeza hacia ella, sus ojos ardían de celos.

-Eres mucho más que hermosa, Emma. Y eres mía- dijo con firmeza, antes de inclinarse para besarla profundamente.

Emma sonrió contra sus labios, disfrutando del momento, aunque internamente sabía que Charles había conseguido exactamente lo que quería: sacar de quicio a Nicolás.

Mafia y Debilidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora