CAP 47

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A la mañana siguiente...

La luz del amanecer se filtraba por las ventanas del despacho. Nicolás estaba sentado en su silla, mirando fijamente el anillo de compromiso que había sacado de la caja durante la noche. No había dormido, su mente ocupada en cómo proteger a Emma y al bebé. Sabía que su reacción la noche anterior había sido dura, pero no podía evitarlo.

Justo cuando estaba por levantarse, escuchó un suave golpe en la puerta.

— Adelante— dijo con voz ronca, producto de la falta de sueño.

Emma entró, aún en pijama, con los brazos cruzados. Sus ojos mostraban signos de cansancio, pero también de resolución.

— ¿Pensabas quedarte aquí todo el día?— preguntó, con un tono que mezclaba tristeza y enojo.

Nicolás suspiró, dejando el anillo sobre el escritorio.

— No, estaba a punto de subir...— comenzó, pero Emma lo interrumpió.

— No me mientas, Nicolás. Sé que aún estás molesto por lo de mi mamá.

— No es solo eso, Emma— respondió él, levantándose y acercándose a ella. — Me preocupa todo. Cada decisión que tomamos afecta nuestra seguridad. Sé que piensas que exagero, pero el riesgo es real.

Emma lo miró, sus ojos llenos de determinación.

— Entiendo tus preocupaciones, Nicolás. Pero no puedes cargar todo tú solo. Si vamos a ser una familia, necesitamos apoyarnos mutuamente.

Nicolás se quedó en silencio, procesando sus palabras. Luego suspiró profundamente.

— Tienes razón...— admitió finalmente, pasándose una mano por el cabello. — No debí reaccionar como lo hice anoche. Pero quiero que entiendas algo, Emma: no se trata de desconfiar de tu mamá. Se trata de que cualquier persona puede convertirse en un punto débil si alguien más lo descubre.

— Lo entiendo, de verdad que sí. Pero mi mamá no va a traicionarnos. Te lo prometo.

Nicolás asintió lentamente, sabiendo que no podía pedirle más.

— Está bien— dijo con un susurro. — Confiaré en tu decisión.

Emma lo miró sorprendida, y luego lo abrazó con fuerza.

— Gracias, Nicolás.

— Pero— agregó él, apartándose ligeramente para mirarla a los ojos —, a partir de ahora, hablaremos de este tipo de cosas antes de decirle a alguien. Quiero que estemos en la misma página.

Emma asintió con una sonrisa, aliviada por el entendimiento mutuo.

— Lo prometo.

Nicolás la besó suavemente en la frente, sintiendo que el peso en su pecho comenzaba a aliviarse.

— Ahora, vamos a desayunar. No quiero que el bebé tenga hambre— dijo con un toque de humor, intentando suavizar el ambiente.

Emma rió levemente y lo tomó de la mano mientras salían del despacho. Después del desayuno, Nicolás y Emma subieron a su habitación. El ambiente entre ellos era mucho más relajado, y ambos se dejaron caer en la cama, disfrutando de un momento de tranquilidad. Emma, acostada de lado, observaba cómo Nicolás jugueteaba con su vientre, que apenas comenzaba a mostrar señales del embarazo.

— ¿Sabes qué sería gracioso? — dijo Nicolás con una sonrisa traviesa, mientras dibujaba pequeños círculos en su barriga.

— ¿Qué? — preguntó Emma, arqueando una ceja, divertida.

Mafia y Debilidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora