CAP 15

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Pero, aún así, no me importó, y lo besé, un beso tierno pero fogoso que dejaba ver las emociones de ambos y el deseo que sentíamos mutuamente.

Cuando se apartó, sus ojos negros me miraban con una mezcla de vulnerabilidad y deseo, y por primera vez, su postura siempre controlada parecía desmoronarse ante mí. Pero antes de que pudiera procesar todo lo que sentía, me levantó en sus brazos sin esfuerzo, como si siempre hubiera estado destinado a sostenerme así.

Me besó de nuevo, más apasionado esta vez, y mi cuerpo respondió instintivamente, como si supiera exactamente qué hacer. Mis piernas se abrieron automáticamente cuando me recostó en el escritorio, permitiéndole que se colocara entre ellas. El calor de su cuerpo se apoderó del mío, y todo rastro de racionalidad se desvaneció.

El roce de sus manos en mi piel, el peso de su cuerpo presionando el mío, todo en ese instante se sintió inevitable, como si este momento hubiera estado destinado a suceder desde el principio. El aire hacía falta en nuestros pulmones, así que nos separamos.

— Yo… no sé qué decir —murmuré, incapaz de ocultar la mezcla de vergüenza y confusión en mi voz.

— Tranquila —dijo en voz baja, su tono tan calmado que casi me hizo creer que todo estaría bien—. No tenemos que apresurarnos. Mejor llevemos las cosas a su paso.

Asentí, aunque mi mente aún estaba atrapada en la intensidad de lo que acababa de pasar. Llevar las cosas al paso, repetí en mi cabeza, pero había una parte de mí que sabía que, después de esto, nada volvería a ser como antes.

Respiré hondo, tratando de calmar mi acelerado corazón.

— ¿Y qué significa esto ahora? —pregunté en un susurro, sin poder evitarlo. Mi voz temblaba ligeramente, una mezcla de curiosidad y miedo. Sabía que nada era simple con él. Nunca lo había sido.

Nicolás tomó un momento para responder, como si también estuviera buscando las palabras correctas.

— Significa que hay algo entre nosotros, Emma —respondió finalmente, su voz profunda resonando en el espacio entre nosotros—. Algo que ambos hemos estado evitando… pero que ya no podemos negar.

Sentía que mi corazón en cualquier momento explotaría.

— No estoy seguro de a dónde nos llevará esto —continuó, sus dedos rozando suavemente mi mejilla—, pero no quiero fingir que no lo siento. No quiero hacerte daño, pero tampoco puedo prometerte certezas… solo que esto es real.

Su confesión me dejó sin aliento. A pesar de la confusión y la incertidumbre, había algo en sus palabras que me llenaba de una esperanza que no sabía que aún tenía. Esto era real, y por primera vez, ambos estábamos dispuestos a reconocerlo.

— Entonces… —dije, mi voz casi inaudible—, ¿qué hacemos ahora?

Nicolás se inclinó ligeramente, sus labios rozando los míos en un gesto suave, pero lleno de promesas.

— Ahora —susurró, apenas separándose—, lo descubrimos juntos, paso a paso.

Y con esas palabras, supe que, aunque el camino sería incierto, estaba dispuesta a caminarlo a su lado.

Mafia y Debilidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora