Percy y yo, un equipo irresistible.

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Intenté ignorarlo y prestar atención a Quintus. El nos había llamado después de cenar, indicandonos que nos pusieramos la armadura como si fueramos a jugar captura la bandera, aunque nuestro estado era más bien sombrío. Mire de reojo a nuestro alrededor, Quintus estaba formando equipos de dos, a mi me toco con el Sesos de alga aquí presente, a Beckendorf le tocó con Silena, pude verlos sonreír, Silena me había contado que aquel fuerte chico le interesaba, los hermanos Stoll juntos, y otras parejas que no recordaba. Miré a Percy de reojo. El seguía sonriendo y sus ojos capturaron a los míos por un segundo, verde casi azul, realmente eran llamativos a la luz del fuego, me regañe mentalmente por esos pensamientos.
-Fantástico- dijo sonriente.
-Tienes la armadura torcida- comenté débilmente y me acerque a arreglarle las correas, puede lastimarse si no estan colocadas correctamente.
-Grover Underwood- dijo Quintus- con Tyson.
-¿Qué? Pe... Pero... - dijo Grover, parecía querer huir directo a la cafetería más cercana.
-No, no- gimió Tyson- Ha de ser un error. El niño cabra...
-¡Sin quejas!- ordenó Quintus mirándome a mi, como si quisiera decirme algo- Ve con tu compañero, tienes dos minutos para prepararte.
Los dos miraron a Percy de una forma suplicante, el se limitó a apoyarlos y les prometió que todo iría bien, aunque no sonaba muy seguro, pero yo no podía dejar de mirar a Quintus, había algo en el que me hacía dudar, además, su forma de verme, sus ojos, era inquietante.
-Les irá bien, ya lo verás, será mejor que nos preocupemos de nosotros mismos- si, definitivamente Quintus escondía algo, mi sexto sentido lo gritaba- A ver cómo nos las arreglamos para salir vivos.
Repasé una vez más las instrucciones mientras nos adentrabamos en el bosque, teníamos que encontrar los laureles de oro sin perecer en el intento, la corona está envuelta en un paquete de seda, atada a la espalda de uno de los monstruos, cada uno lleva un paquete de seda, pero sólo uno contiene los laureles, tenemos que matar a los monstruos, conseguir la corona y salir vivos. Cosa de semidiós, yo había ya matado una docena de monstruos antes, igualmente Percy, además de que eramos un muy buen equipo juntos. Casi de inmediato encontramos huellas, todo indica que es una criatura con muchas patas.
Seguimos su pista.
Después de saltar el arrollo y evitar a los hermanos ruidosos como un búfalo en agua Stoll, nos adentramos en las profundidades del bosque del Oeste, donde se ocultan los monstruos más salvajes -hey hola, soy la escritora, jeje, lo siento por interrumpir, peero, ¿no se supone que no puede haber monstruos dentro del campamento? Dejen sus comentarios ñ.ñ- estábamos pasando por una saliente donde dominaba una zona pantanosa cuando me puse tensa.
-Aquí es donde dejamos de buscar.
En este preciso lugar fue donde nos habíamos dado por vencidos de buscar a Nico di Angelo, donde Percy nos convenció de no contarle nada a Quiron, ocultarle que Nico era hijo de uno de los 3 grandes, hijo de Hades, en aquel momento parecía lo correcto, pero, ocultarle algo así a Quiron me dolía, entre aquel centauro y yo no había secretos - claro, excepto los que habíamos jurado no decir por el río Estigio- ya habían pasado más de 6 meses y no teníamos nada, justo cuando iba a sugerir contarle a Quiron, Percy hablo.
-Anoche lo vi.
-¿Qué quieres decir?
-Anoche una fuente comenzó a brillar, era como un mensaje iris a cobro revertido, lance un dragma y era Nico, pero el no se daba cuenta de mi presencia.
-Si Nico no hizo la llamada, ¿quién fue?
-No lo sé, aquí tu eres la listilla.
-No es mi culpa que tu cabeza este llena de algas.
-¿Qué quieres decir...? Como sea, estaba Nico junto un ser, era como un fantasma, hablaban de un intercambio, un "alma por otra alma" y reconocí el lugar, era... El inframundo.
¿Era mi imaginación o la temperatura había bajado drásticamente?
-¿Está convocando a los muertos? - pregunte lentamente- Me da muy mala espina.
-El fantasma lo orientaba en la peor dirección, le aconsejaba que se vengara.
-Ya... Los espíritus nunca son buenos consejeros. Viejos rencores. Y odian a los vivos.
-Vendrá por mi- parecía nervioso, incluso los héroes temen- Ese espíritu hablo de un laberinto.
-Está bien claro. Tenemos que encontrar el secreto del laberinto.
En el bosque se oyó un chasquido y rumor de hojas secas, algo enorme avanzaba entre los árboles.
-Este ruido no lo han hecho los Stoll- susurre antes de sacar las espadas.
Llegamos al puño de Zeus y preste atención a los ruidos.
-Allá- le enseñe a Percy.
-No. Detrás de nosotros.
Era muy raro, el rumor de pisadas parecía proceder de varios puntos, Percy y yo estábamos espalda contra espalda, espadas listas para el ataque cuando alguien nos saludo.
Nos volvimos precipitadamente y vimos a Enebro, la novia de Grover que soltó un chillido.
-¡Bajad las espaldas!- protestó.
-Enebro- suspire- ¿Qué haces aquí? - Yo vivo aquí-
-¿En las rocas?- pregunto Percy.
-En el enebro, dónde iba a ser, si no. Un leve rubor invadió sus mejillas.
-¿Estáis ocupados?
-Bueno- habló el Sesos de alga- estamos en medio de un juego con un puñado de monstruos, tratando de salir vivos.
-No, no estamos ocupados, ¿Qué pasa Enebro?
-Es Grover- ella gimió y se secó los ojos con su manga de seda- Parece muy trastornado. Se ha pasado el año afuera buscando a Pan. Y cuando vuelve, las cosas van aún peor. Al principio pensé que estaba saliendo con otro árbol.
-No- me apresuré a decir mientras ella lloraba- Estoy segura que no es eso.
-Una vez se enamoró de un arbusto de arándano-
-Enebro, Grover ni siquiera vería a otro árbol, está muy alterado por lo de su permiso de búsqueda, nada más.
-¡No puede meterse bajo tierra! ¡No podéis permitírselo!
-Quizá sea la única forma de ayudarle- dije nerviosa- Si supiéramos donde empezar...
-Ah, si es por eso...
Del bosque llegó un crujido de bosques y la diadra gritó:
-¡Escondeos!
Y desapareció en una niebla verde, sin duda había presentido peligro. Percy y yo nos dimos la vuelta y vimos salir de entre los árboles un ser color ámbar reluciente, de 3 metros de longitud, pinzas dentadas, cola acorazada y un aguijón tan largo como la espada de Percy, un escorpión, llevaba atado a la espalda un paquete de seda roja.
-Uno lo distrae- dije mientras la criatura se acercaba traqueteando- mientras otro se pone detrás y le corta la cola.
-Yo lo distraigo, mientras tu ponte la gorra de invisibilidad.
Asentí y una media sonrisa apareció en mi rostro, habíamos combatido tantas veces juntos que ya conocíamos nuestros recursos y habilidades, era pan comido, hasta que surgieron otros dos escorpiones entre la maleza.
-¿Tres? - miré a los escorpiones ofendida- ¡tienen todo el bosque y la mitad va por nosotros!
-Esque somos irresistibles- balbuceo Percy, tratando de hacerme reír aunque se veía nervioso.
Traguen saliva, con uno podíamos, dos también con un poco de suerte, pero, ¿con tres? Muy dudoso.
Los escorpiones arremetieron contra nosotros, decididos a matarnos, por instinto, retrocedimos hasta pegar la espalda en la roca más cercana.
-¿Escalamos?- sugirió el.
-No hay tiempo.
Los escorpiones nos rodeaban ya, los teníamos tan cerca que veía sus espantosas bocas echando espuma, si, en definitiva Percy y yo eramos irresistibles.
Rápidamente desvíe un aguijón que se dirigía a Percy, el lanzó una estocada con Contracorriente, provocando el retroceso de la bestia. Trepamos de lado por las rocas, aunque los escorpiones nos seguían, nuestra única opción era defendernos, porque si intentabas herirlos en el cuerpo, te descargaban desde arriba con el aguijón en la cola, si por el contrario intentabas darles un tajo en la cola, trataban de agarrarte con las pinzas de ambos lados. Intenté pensar en algo rápidamente, no duraríamos mucho.
-Aquí- dijo Percy que estaba entre dos grietas enormes, lance una estocada y lo mire ¿Es qué acaso por fin había enloquecido?
-¿Ahí? Es demasiado estrecho.
-Yo te cubro. ¡Venga!.
Me adentré entre las rocas, mi espalda agazapado a la de el, cuando di un mal paso y empecé a caer, agarre las correas de la armadura de Percy y sin querer solté un grito. El y yo empezamos a caer en un pozo que, habría jurado no estaba ahí antes. Desde abajo se podían ver los escorpiones, el cielo cárdeno y los árboles, luego como si fuera en cámara lenta, el agujero se cerró, dejándonos atrapados.

Hey, hey, hey! ya volví del mismisimo Tártaro. Desde ahora dedicaré capítulos a mis hermos@s lectores, gracias por sus votos y comentarios! Enserio, sus comentarios me animan a seguir ;)

La batalla del Laberinto [Annabeth]Where stories live. Discover now