¡EW, UN PEZ!

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¿Me recuerdas?

Julie. La Julie con cáncer de pulmón por fumar.

¿Recuerdas a Gabu?

Gabu, el que va a cumplir mis sueños.

Bueno, justo ahora nos encontramos en el jardín de su casa. Es inmenso, y guía hacia un lago muy bonito.

Ahí estoy yo, en el borde sumergiendo mis pies en el agua, fumando.

Gabu está dentro del agua, disfrutando más que yo, claro está, ya que yo no sería capaz de meterme a un lago con pescaditos raros nadando a mi alrededor. No-pe.

Saqué de la cajita otro cigarrillo y lo prendí. Le di una calada prfunda. Dios mío, se sentía tan bien, que cerré los ojos y gemí en silencio.

-¡Eh! ¿No entras al agua? -me animó Gabu, pero por muy amante que fuera del agua, no me metería por nada del mundo.

-No, gracias. Además acabo de empezar mi cigarro -alcé el cigarro para que lo viera y él asintió.

-Tú te lo pierdes. Hasta está caliente -nadó y chapoteó.

Había despertado mi curiosidad, quería intentarlo.

-¿Sabes que soy fan del agua? -le anuncié disimulada mientras fumaba otro poco.

La verdad es que ese comentario lo solté en plan: "Oye, me gusta mucho el agua. Pregúntame más para que te enteres que me gusta calentita y cristalina, y entonces me animes a meterme al lago contigo".

Hizo un gesto que no logré descifrar. No sabía si se trataba de alguna mueca de confusión o de que había entendido perfectamente lo que le quise demostrar con mi pregunta.

-¿Ah, sí? ¿Y entonces por qué no te me unes? -posó sus ojos verdes en los míos y sentí un escalofrío. No me malinterpretes. No se trataba de un escalofrío tenebroso o inquietante. Más bien era de nervios, de ansias. Ése chico era realmente atractivo.

Además allí, medio sumergido en el agua, se veía muy apuesto con ese cabello negro y desordenado. No estaba precisamente fornido, pero tenía un cuerpo definido. Mis ojos se clavaron en sus labios carnosos.

Mordió su labio inferior y formó una sonrisa cerrada avergonzada, y yo no entendía el porqué. Hasta que desvié al fin mi vista de sus labios y la posé en la suya.

Estaba avergonzada de que me lo buceara.

¡Dios mío, se dio cuenta que me lo sabroseaba!

No pude evitar sonrojarme y bajé la mirada, intentando sacar aquella idea de mi mente.

Ya no lo miré más, ¿te imaginas? ¿con qué cara? Después de comermelo con la mirada, no, gracias. Yo paso.

Seguí fumando con la vista baja, cuando de repente siento unos cálidos brazos que me cargaban y me asusté.

Solté el cigarrillo a medio acabar y chillé, pero antes de que pudiera pronunciar una palabra, ya me había tragado el lago por al menos unos 3 segundos, para luego soltarme y que yo pudiera respirar otra vez. Aunque admito que esa bocanada desesperada al salir de la sumersión se me hizo un poco dolorosa, y difícil.

-¡Eres un idiota! -inquirí con franqueza.

-Soy un idiota, sí, pero no lo suficiente como para no notar a qué querías llegar con eso de que eres fan del agua.

Me dedicó una sonrisa autosuficiente, pero tierna a la vez.

No pude evitar sonreirle igual, pero mi sonrisa desapareció en lo que sentí que algo me tocaba el brazo derecho.

Mil CarasWhere stories live. Discover now