Capitulo 19

3.1K 207 3
                                    

- Isabellle, abre la puerta por favor, si tan solo me dejaras explicarte... - decía golpeando mi puerta.
No, no quería oírlo, no quería ni siquiera verlo. Me sentía tan miserable, tan engañada, y tan estupida. Tal vez todo el tiempo estuvo con ella y solo se burlaban de mi. Odiaba esto. Odiaba este sentimiento. Odiaba no parar de llorar. Lo odiaba a él y a su maldita amiguita.
- Mi princesa por favor, necesito explicarte...
- ¿Explicarme qué para ser exactos? - abrí la puerta de inmediato. - ¿Quieres explicarme que le metiste la lengua hasta la garganta o que le hiciste el amor en mi propia casa?
De repente su cara cambio, ahora estaba molesto, ¿molesto?
- No puedo creer que no confíes en mi después de todo lo que ya pasamos juntos.
Solté una risa Sinica.
- No quiero saber nada de ti. No quiero volver a verte en mi vida Martin, me engañaste, jugaste conmigo.
- ¡Yo jamás jugaría contigo! - alzó la voz
No podía parar de llorar, me sentía débil, quería lanzarme a sus brazos y llorar. El sonido de la puerta principal se escuchó.
- ¡Isabelle! ¡Ya llegamos! - era la voz de mi padre. Habían llegado antes.
Martin se estremeció, intento tomar mi mano pero la aparte.
- Mis padres están aquí, más te vale largarte ahora.
- Isabelle, por favor, no me hagas esto...
- ¿Ahora la mala soy yo? - rodé los ojos, y baje las escaleras para recibir a mis padres.
Mi madre sonrío cuando me vio bajar, limpie mis lagrimas he intente poner la mejor sonrisa que tenía.
- Que bueno que llegaron, los extrañé mucho - Abracé a ambos.
Cuando nos separamos mis padres se veían demasiado sorprendidos de mi actitud, no era que yo siempre los abrazara.
- ¿Y dónde está Martin? - Y, mierda.
Respiré hondo para no echarme a llorar.
- No lo sé, ni me interesa.
Mi madre miro a mi padre.
- ¿Hizo un buen trabajo? - preguntó mi madre.
- Ajá - respondí.
Luego de un instante Martin bajaba las escaleras con sus dos enormes maletas, mi madre parecía extrañada al igual que mi padre.
- ¡Martin! ¿Tan pronto te vas?
- ¿Por qué no te quedas a la cena? - ni pensarlo.
- Él se tiene que ir. - dije con voz dura  tratando que no se escuchara quebrada.
Él me miró desconcertado.
- Ella tiene razón, tengo que irme, mi madre me espera para la cena - dijo con el gesto siempre tan amable que lo caracteriza.
Mi madre asintió sin muchas ganas y subió con sus maletas, le ayude con algunas de mis hermanos y subí detrás de ella, Martin quizo tomar mi brazo me fui más rápida y lo esquive.

Toc, toc.
- Izz, es tarde - mi madre llamo a la puerta. Demonios, apenas y dormí tres horas, me la pasé en la cama llorando toda la maldita noche. Es horrible tener el corazón hecho pedazos.
Me senté y suspiré intentando relajarme. Estire mi brazo para coger mi celular y allí estaba, en mi maldito portarretratos la foto con Martin. La tome y escondí en un cajón, no iba a romperla, no soy una niña.
Me duché y fui a la universidad.

Exactamente una semana desde que rompí con Martin. Él seguía llamando he enviando mensajes, todos ignorados y borrados. No quiero verlo, no tenía porque explicarme nada, todo estaba claro.
- Tal vez deberías escucharlo - sugirió Lana.
- No. - era exactamente como la vigésima vez que decía esa palabra.
- Ok, sigues con lo mismo. ¿Viste que lo haga? ¿viste que la bese?
La mire con odio.
- No, no.
Ella hizo un gesto.
- Tal vez todo fue un mal entendio Izz, y jamás lo sabrás si no dejas que te explique.
No iba a hacerlo, no. Lo hecho hecho está.
- No puedo ver como mi mejor amiga esta con esa cara todos los malditos días, no eres la misma Isabelle, ya no luces como la misma - dijo Lana.
Me levanté y salí de la cafetería, sin importarme que Lana me estuviese siguiendo. Fui hasta las escaleras eléctricas pero no me fije que los pisos estaban mojados así que resbale pero no sentí el piso. Abrió los ojos, alguien me había atrapado. Martin. Me aparte de él inmediatamente.
- ¡¿Qué mierda haces aquí?!
- ¡Isabelle! - grito Lana desde lejos.
Martin tampoco lucia bien, traía más ojeras de lo normal y veía más pálido. Sus ojos se tornaron rojos.
- ¿Cómo estás? - fue lo único que salió de su boca.
No sabia si responder, de repente ya no estaba molesta con él.
- Estoy bien, ¿y tú? - respondí cabizbaja.
- No mientas por favor.
Levante la mirada ahora un poco más enojada.
- ¿Y qué es lo que quieres que te diga? ¿Qué estoy horrible? ¿Qué siento que voy a morir si no estas conmigo?... ¿Qué aún te amo como a nada en este maldito mundo?
No me contuve y rompí el llanto.
Una lagrima resbaló de su mejilla y me abrazó, me rodeo con sus brazos, no me aparté, no quiera que se fuera.
- Vamos a hablar a otro lugar.

El niñero •Martin Garrix• Where stories live. Discover now