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Yoongi caminaba por un pasillo interminable, donde el eco de sus propios pasos parecía más un susurro que un sonido real. El aire era espeso, casi irreal, y las paredes parecían moverse con cada parpadeo, todo estaba bañado en un tenue resplandor gris, como si el tiempo se hubiera detenido.

De pronto, sus pies se detuvieron por sí solos, frente a él, una puerta entreabierta dejaba escapar un hilo de luz parpadeante, temblorosa, como si tuviera miedo. Bajó la mirada y frunció el ceño: el suelo bajo sus pies estaba húmedo, y un líquido rojizo se deslizaba lentamente entre las grietas del mármol. No olía a sangre, pero tampoco era solo agua, era algo... distinto.

Con un suspiro que no recordaba haber exhalado, empujó la puerta. Crujió suavemente, como si se quejara al ser abierta. Dentro, la escena se desdoblaba en una mezcla de calma y caos: un chico, no mayor de diecisiete años, luchaba por sacar a alguien de una bañera. Su rostro estaba cubierto de sombras, pero sus manos temblaban con desesperación.

Y entonces lo vio...

Jimin...

Pálido, inmóvil, su cuerpo parecía más parte del agua que del mundo real, Yoongi dio un paso al frente, el corazón golpeándole las costillas, pero chocó con algo invisible. Una barrera, fría como el hielo, lo mantenía al margen. Golpeó con las palmas, gritó sin sonido, pero el mundo del otro lado no reaccionaba, era como mirar a través del cristal de una pesadilla. Sus ojos se llenaron de una angustia sin nombre mientras el silencio lo devoraba todo.

—Esto lo provocaste tú. —dijo una voz, sin dueño, sin origen.

Sonaba como si el pasillo mismo hablara, como si naciera del eco y del agua roja que seguía fluyendo bajo sus pies.

—¿Qué...? —murmuró Yoongi, girando sobre sí mismo, buscando con la mirada entre sombras que se deshacían al enfocarlas.

—Tú provocaste su muerte. —repitió la voz, más cerca, esta vez, casi al oído, aunque no había nadie. —Tú lo asesinaste... y al hijo que llevaba en su vientre.

Yoongi retrocedió un paso, tambaleante, como si las palabras fueran un golpe, el pasillo se desvaneció un poco más, la luz tembló. Todo se volvió más borroso, más irreal.

—No... yo... eso no es verdad... —intentó decir, pero su propia voz se sintió ajena, como si saliera de otra boca.

Dentro de la habitación, el chico aún luchaba con el cuerpo de Jimin, sin lograr sacarlo del agua y entonces, por un segundo eterno, Jimin abrió los ojos.

No había vida en ellos.

Solo reproche.

Yoongi gritó, pero ningún sonido salió, su reflejo en el agua, multiplicado en mil fragmentos, le devolvía la mirada... y en todos, él estaba cubierto de sangre.

Contrarreloj [Y.M]Where stories live. Discover now