capítulo 8

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8 semanas hasta el cumpleaños de Dest

-Ahora sube -dirigía ella. Me golpeó el dedo sobre algo duro y casi casi sobre mi cara-. Lo siento. -Trató de contener la risa, con las manos todavía fijas sobre mis ojos-. Un paso más arriba. Solo uno más.

Me las arreglé para subir sin matarme. Con una sonrisa extendiéndose en mi cara, puse mis manos sobre las de Dest. -Está bien -dijo, sonando un poco nerviosa, lo que aumentó inmediatamente mi curiosidad que ya estaba por las nubes.. -Siéntate... aquí -me dirigió sobre alguna superficie. -Sólo por un segundo, y mantén los ojos cubiertos. ¡Nada de trampas! Estaré de vuelta en un minuto.

Apreté los ojos cerrados e hice un gesto saludando mientras la oía salir corriendo. Estaba en la casa rodante, sabía eso a ciencia cierta. Dest había ido a mi casa un par de horas después de la escuela. Por primera vez en la historia de nuestra relación, había insistido en que ella conducía. -Mantén tus ojos tapados. -había dicho a medida que nos deslizamos en el auto. Tenía la sonrisa de Aris en toda su cara. Se inclinó sobre la consola central y presionó un beso sobre mis labios, lo que hizo que todo mi cuerpo tuviera esa sensación de calor acogedor cuando uno sabe que es invierno pero esta en casa-. Tengo una sorpresa para ti. Había conducido a la casa rodante las veces suficientes para conocer la ruta, y los desvencijados escalones metálicos que conducían a ella.

Algo adentro olía... bien ¿Había ella estado cocinando? -Está bien -le oí decir. Había ese tono nervioso en su voz de nuevo-. Puedes abrir los ojos.

Mis ojos inmediatamente se posaron en Destinity. Se había cambiado y peinado el cabello diferente. Lo había puesto hacia arriba, o algo hacia atrás y se había colocado una ancha y blanca diadema en su pelo. Llevaba un vestido hasta la rodilla de color azul pálido que tenía lunares blancos sobre él. Parecía totalmente una ama de casa de los años cincuenta. Estaba hermosa, moldeada en el suave resplandor de una docena de velas puestas en la mesa de comedor. En una mano equilibraba un pequeño pastel de cumpleaños que podría decir, había conseguido en el mercado. Decía ¡Feliz 18vo cumpleaños Aris! en pequeñas letras azules. En la otra mano, sostenía una percha, de la que colgaba una camisa blanca de botones y un traje de chaqueta que me di cuenta que era de mi armario. También había una corbata del mismo azul pálido de su vestido.

Dejé escapar una risa silenciosa. Levantándome sobre mis pies, crucé el pequeño espacio y la besé. Me dí cuenta de que todavía estaba nerviosa por todo lo que había creado, pero estaba radiante.

¿Eso es para que yo lo use? Le pregunté levantando las cejas y señalando a los elementos en la percha. -Será mejor que lo creas -dijo con una sonrisa torcida y me entregó el traje.

No pude evitar sonreír de regreso mientras ponía la camisa y la chaqueta en el respaldo de la silla del comedor. Manteniendo la mirada de Dest todo el tiempo, me quité mi chaqueta. Entonces me saqué mi camiseta de manga larga por sobre mi cabeza.

-Humm -dijo, sus ojos recorriendo mi pecho desnudo-. Debe ser mi cumpleaños también. Dando una risa silenciosa, me abotoné el traje. Nos tomó a los dos un minuto, pero de alguna manera pusimos la corbata, incluso si no se veía muy bien. -Pues míranos -dijo Dest riendo mientras sostenía mi corbata en una mano, tirando de mi un paso más cerca de ella-. Todos de pareja y combinados.

Sacando mi teléfono del bolsillo de mis jeans, envolví mi brazo alrededor de los hombros de mi chica. Extendiendo mi otro brazo tan lejos de nosotros como pude y nos tome una foto.

-Espero que tenga hambre, Sr Hayes -dijo Dest cuando terminé, volviéndose hacia el pequeño horno. Lo abrió, y sacó una cazuela que ocupaba todo el espacio disponible-. He estado trabajando en esto desde la hora del almuerzo.

Me preguntaba a dónde desapareciste, escribí en nuestro cuaderno, que encontré en la mesa del comedor. Una vez mas me di cuenta de que otra página había sido arrancada. Me había olvidado de las otras, pero no iba a arruinar los planes que ella tenía para mi por preguntarle.

-Así que más vale que sea bueno. -La cara de Dest de repente no parecía tan segura. Apartó el papel aluminio que cubría el plato y supe sin ninguna duda que la amaría por siempre.

Había hecho un asado a la olla perfecto, cubierto de papas, zanahorias y cebollas. A continuación sacó una bolsa de rollos. -Tu mamá dijo que era tu comida favorita -dijo mientras comprobaba el centro de la carne-. La taladré con preguntas sobre como hacerlo, y luego la hice escribirlo todo para mí. -Asintió con la cabeza hacia un pedazo de rayado papel amarillo sobre el pequeño mostrador. Puse mis manos sobre las caderas de Dest, abrazando mi cuerpo al de ella. Hizo una pausa, colocando sus manos sobre las mías. Dejando que sus ojos se cerraran, se apoyó en mí. No pienso en el futuro lejano con demasiada frecuencia, no fantasee con nosotros en cinco minutos o diez años. Pero lo hice entonces. Nos imaginé en un pequeño apartamento, cutre, luchando por sobrevivir mientras nos abrimos paso hasta la universidad, casados y enamorados. No importa lo que la vida nos traiga, siempre nos tendremos el uno al otro.

De repente quería aferrarme a la esperanza de ese futuro. Le dí un beso en la mejilla y me pidió que me sentara y la dejara hacer su trabajo. ¿De donde sacaste ese vestido? Escribí mientras la miraba.

-Era de mi madre -dijo-. Algún viejo traje de antes de que yo naciera. La comida fue perfecta. Toda la noche fue perfecta mientras nos sentamos en su intento mesa de comedor en la no tan lujuriosa casa rodante.

Apagamos todas las luces y comimos a la luz de las velas, sin decir una palabra, solo escribiendo en el cuaderno de vez en cuando. Justo antes de partir el pastel, Dest escribió

FELIZ 18vo CUMPLEAÑOS, CON MUCHOS MAS POR VENIR.

en grandes letras en negrita en dos páginas enteras. Esperaba que tal vez ella hubiera pensado estar conmigo en cada uno de esos cumpleaños por venir.

Mute: To be continuedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora