capítulo 11

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14 horas desde que Dest dijo la peor cosa posible...

8 semanas hasta su cumpleaños

Oí un golpe en la puerta de mi habitación el domingo tarde por la mañana. Me acosté en mi cama, la mirada perdida en el techo. Todo en mi interior se sentía vacío y enfermo. En realidad, no quería hablar con nadie, pero no podía decir eso a quien fuera que estuviera en la puerta.

-¿Aris? -dijo Anabelle mientras asomaba la cabeza dentro-. ¿Puedo entrar?

Me encogí de hombros mientras mis ojos volvían al techo. Belle debió haber tomado eso como una invitación a entrar. Cerró la puerta detrás de ella silenciosamente y cruzó la habitación. Robándome una de mis almohadas, se colocó a los pies de la cama y nos tumbamos cabeza con pies, justo como siempre solíamos hacer cuando éramos niños, protegiéndonos el uno al otro de los monstruos en la oscuridad. -Jake me ha pedido que vaya con él al baile de graduación -dijo mientras empezaba a pellizcarse la mano distraídamente-. Incluso aunque el baile no es hasta cuando ¿Como mayo?

Alcé una ceja hacia ella. ¿AH,SI? Anabelle asintió con la cabeza. -Estoy bastante segura de que le gusto. ¿ÉL TE GUSTA? La señalé, mis ojos interrogantes. Ella me dedicó un pequeño encongimiento de hombros. -Supongo.

Es definitivamente lindo, y es genial que uno de último año me haya pedido salir. No lo sé. Supongo que siempre pensé en el como el tonto amigo atleta de mi hermano.

 Pero por la mirada de incomodidad del rostro de Ana, sé que hay algo que no me está diciendo. Así que me tumbé allí pacientemente, mis ojos sobre su cara, esperando a que lo soltara.

-Está bien, es un poco extraño lo claro que es tu lenguaje corporal estos días -se rió dedicándome esa mirada, como si me hubiera convertido en una cebra parlante o algo. No pude evitar sonreír, mi pecho haciendo una de esas risas silenciosas.

-Está bien -dijo con un suspiro-. Supongo... supongo que de algún modo lo culpo por lo que te sucedió. Si él y Elias no hubieran estado contigo, conduciendo borrachos, y probablemente drogados, aún serías capaz de hablar.

Mi estómago se agitó mientras toda esta situación de mierda salía a relucir, y por segunda vez en las últimas veinticuatro horas, alguien estaba recordándome que no podía hablar.

Mirando hacia la mesilla de noche, cogí un cuaderno y un bolígrafo.

FUE REALMENTE ESTÚPIDO, Y NINGUNO DE NOSOTROS DEBERÍA HABER ESTADO BEBIENDO. PERO FUE MAYORMENTE CULPA MÍA. IBA A DECIRLE A DEST QUE LA AMABA. SUPONGO QUE EL ALCOHOL ME HIZO MÁS VALIENTE.

-Vaya -dijo, sus ojos sorprendidos y tristes-. ¿De verdad? yo sólo asentí. Sentía la parte posterior de mis ojos picar. ¿Qué iba a pasar ahora?

Quería creer que era lo suficientemente fuerte para perdonar a Dest por decir lo que había dicho. Pero había dolido más de lo que había hecho el verdadero accidente, porque yo nunca podría hacer lo que ella deseaba.

-¿Tú y ella están bien? -preguntó mi hermanita con su voz cada vez más pequeña y tranquila-. Ha llamado a casa un montón de veces. Parecía realmente preocupada. Dijo que te dijera que lo siente.

Sintiendo mis ojos un poco más húmedos, los giré hacia el techo. Solo pude dedicarle un pequeño encogimiento de hombros y una sacudida de mi cabeza.

Oí a Anabelle moverse en la cama y un segundo más tarde ella levantó mi brazo y se acurrucó a mi lado. Sentí una lagrima deslizarse por mi mejilla. ¿QUÉ ESTÁ MAL CONMIGO?, pensé.

Ana no intentó decir nada reconfortante, y yo estaba agradecido por ello. No quería llorar más de lo que ya lo había hecho y no creía que fuera capaz de retener las lágrimas si ella hubiera dicho algo. En su lugar, simplemente se quedó allí conmigo hasta que ambos nos quedamos dormidos.

No importa qué, ella siempre me cubriría la espalda.


Mute: To be continuedOù les histoires vivent. Découvrez maintenant