Capítulo 9

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Cielo

Después de la salida en grupo, que acabó con una Amber muy roja y un Thor con una marca de zapato en la cara muy sexy por cierto, cada quien fue a su casa.

No puedo creer que en tan poco tiempo tenga a tantas personas a mi alrededor. Hice una amiga el primer día, cada día me rompe los tímpanos la muy hija de soprano pero así la quiero. Después llegó Carson, es un chica de aspecto rudo pero es un amor de persona y muy tranquila la verdad. Y al final tengo a los chicos, que desde que salimos ese día a la cafetería no se separan de nosotras, comen y platican con nuestra compañía.

Vamos a nuestras clases y salimos juntos. Con Erik, pues no se si avanzo ya que un rato siento que si le importo y al mismo tiempo que no me presta mucha atención a veces veo molestia en su mirada y después trata de ocultarla sonriendo.

Dejando mis angustias de lado, hasta el momento tengo personas que en pocos segundos se volvieron importantes para mí. Y mi tío, que jamás me ha dejado sola y siempre intenta hacerme feliz, espero algún día poder recompensarlo.

[...]

Y así pasó el tiempo, pasaron las clases y poco a poco ya éramos un grupo.

Estábamos en el instituto cuando tocaron el timbre para el almuerzo, salí de mi clase para encontrarme con las chicas.

– ¡Cielo de mi corazón y de mi alma! – hija de polín – ¿¡Qué hace mi perra amiga!?

– Te morderé si sigues gritando así – le digo tapándome los oídos.

– Lo mismo le dije yo cuando me gritó, del susto se me cayó un yogurt que traía en la mano y fue a dar en los pantalones de un chico – dice Carson con su ceño fruncido.

Estalla en carcajadas Amber – Debiste de verla ahí toda roja tratando de limpiarle el yogur al chico, pero él estaba que la cara le explotaba de la vergüenza porque Carson le estaba restregando la entrepierna – ríe más fuerte.

– ¡Fue tu culpa guarra! – estalla Carson – ¡Qué vergüenza!

Trato, en verdad trato de no reírme pero no puedo y empiezo a reír junto con la desquiciada de Amber y Carson mirándonos mal.

– Lo siento, lo siento – digo y trato de ponerme seria – Deja de espantar a la gente Amber.

Se encoge de hombros y camina hacia la cafetería.

– Vamos muggles, tengo hambre – sonríe, y la seguimos.

Llegamos a la cafetería y vemos a los chicos sentados en nuestra mesa.

– ¿Por qué tardaron tanto? – pregunta Erik sin mirarme mucho. Al parecer hoy es uno de esos días en que no me soporta.

– Amber que nos hizo platica – digo sin mirar a nadie en específico.

– Una muy bella historia – dice Amber sonriendo con maldad – ¿No quieres contarla Carson?

– Deja de joder Amber – dice Carson sonrojada, ahora la veo mucho más nerviosa.

– Bien pues yo si tengo que contar algo – dice burlón Erik, y por la cara que tiene a puesto mis panditas a que tiene que ver con la cara roja de Thor – Estábamos en clase de Whitaker, y no se que hacia Thor pero no quitaba la mirada de su libreta y el profesor lo obligó a leer lo que tenía escrito frente a toda la clase.

Las tres nos quedamos con cara de "¿que solo eso?, por favor".

Y decía... – continua Erik – Amber preciosa, no sabes cuanto te amo, quiero estar siempre a tu lado – sonríe triunfante.

Nadie dice nada, y Amber por su cara, nadie sabe lo que hará. El pobre de Thor se puso como el color de su cabello, pero la verdad que eso no es nuevo ya estamos casi al final del instituto y todo mundo sabe que esos dos se quieren. Lo que no sabemos es porque no andan.

– Thor, ¿me puedes acompañar un momento por favor? – dice Amber en un tono engañosamente tranquilo.

Thor asiente y sale tras ella dejándonos sin más explicación.

– Eso fue raro – dice Carson igual de confundida que yo.

– Espero y se declaren de una vez por todas, no le voy a dar a Thor tantos empujones para que lo haga – dice Erik con un tono apagado lleno de tristeza, y no comprendo que lo pueda tener así.

[...]

Al salir del instituto me dirijo a mi casa.

Llegando creo que no hay nadie, mi tío salió ¿¡y no me avisó!?, ¡moriré de hambre!

Toco y toco la puerta, es más casi la tumbo a la condenada.

Pero recuerdo que hay una ventana de atrás que está abierta.

Corro hacia atrás y ¡bingo! Entro con un poco de dificultad, pero al fin estoy dentro. En eso, escucho música, y creo que alguien está cantando, ¿será mi tío?

¡Ja! Sacaré mi celular, lo grabare y lo subiré a YouTube.

Sigo el sonido de la música y llego a la cocina y ¡Oh por Cipriano! mi tío con un delantal que dice "amo de casa" con muchos besos, una pañoleta en la cabeza con escoba en mano y bailando.

"Oye, abre tus ojos
Mira hacia arriba
Disfruta las cosas buenas que tiene la vida.

Lalala lalalalalala lalala lalalalalala."

En eso menea la cadera y se da cuenta que lo estoy grabando. Me agarró infraganti.

Se pone rojo – ¿Qué haces? – se ve un poquito enojado.

– Mmm nada tío, ya sabes nomas aquí – le digo lo más tranquila que puedo.

– Cariño, dame el teléfono – estira la mano y camina muy despacio hacia mi.

Mi instinto me dice que corra, y como soy fiel a mí instinto, salgo corriendo hacia mi habitación.

– ¡Cielo ven aquí! – sale tras de mí el orangután ese.

¡Ah! ¿Qué hago?

Corre cielo... corre como si no hubiera mañana.

Pero mensa de mi, me tropiezo con un escalón.

– Te tengo pequeño monstruo – demonios me han atrapado. Era tan bello para ser verdad.

– ¡No tío! ¡Te juro que no grabé nada! ¡Y que tampoco lo subiré a YouTube! – grito tratando de zafarme.

Me mira indignado – ¿¡Lo ibas a subir a internet!? – dice.

– Mmm ¿ya no? – le digo para que me suelte.

– ¡Sobre mi cadáver! – y trata de quitarme el celular.

– ¡No! ¡Es mío! ¡Te iba a dar las ganancias! – grito.

– ¡Dame eso!, si no lo sueltas enseñaré las fotos que te tomé en ese campamento de verano al que fuimos – en ese momento suelto el teléfono y cae de culo.

– Tu ganas – digo simple.

Suelta un gran suspiro y se levanta – Bien, ya está la comida – dice sonriendo.

Le devuelvo la sonrisa – En un momento bajo.

Regresa a la cocina, y yo voy a mi habitación. Hace mucho tiempo que no lo hago, pero me siento algo triste y quiero verla. Busco entre mis cosas y saco una caja, la abro y tomo la primera foto.

No lo puedo evitar y silenciosas lágrimas ruedan por mis mejillas.

Mamá... no sabes cuanto te extraño.

Completamente MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora