Capítulo 3

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Este es un regalo por mi tardanza con ésta obra. Disfrutenlo.

 

                       Los derechos de los personajes ciertospersonajes no me pertenecen, hago esto sin fines lucrativos


La espera parecía eterna, los nervios se reflejaban enun movimiento constante de mi pierna derecha. Tenía el borde de la pintura deuñas roja del pulgar izquierdo acabado y mi mano derecha proporcionaba unpequeño concierto de rock. Evité a toda costa siquiera darle una idea a Pepperde lo que quería hablar con Steve; ella, por suerte, no insistió demasiado. Enla madrugada le había cortado cuando empezó a preguntar mucho sobre misintensiones e ignoré las dos llamadas que hizo después de que le colgué.

Me sentía menos segura por cada segundoque pasaba en el reloj de la pared, nunca le presté tanta atención a la agujamás grande y finita. De las ansias ya tenía tres mocaccinos en mi cuenta.

El sonido de la campanita de la entradame puso alerta, un atractivo hombre con lentes de aviador acababa de llegar. Vicómo atrapó la atención de algunas mujeres en el lugar. Cabeceó un poco, hastaque se encontró con mi mirada y sonrió; se acercaba hacia mí.

―Pepper me dijo que no sabía, pero estoyseguro de que todo lo que querías era ver si estaba bien. Que linda eres alpreocuparte por mí ―Dijo en cuanto ocupó el puesto de frente, quitándose lasgafas. Suspiré profundo para no reaccionar mal ante su sarcasmo.

―Te quiero hablar de negocios ―No quisedarle muchas vueltas al asunto, mi tiempo era oro.

―Hablas de negocios con alguien que bailaen un club nocturno ―Entrecerró sus ojos fijándolos en mi cara―. No meprostituyo, sólo soy stripper.

―No seas.. ―Apreté los dientes confuerza, tenía que calmarme. Era sorprendente lo rápido que me alteraba esetipo―. Es algo diferente.

Sonrió con picardía.

―¿Algún fetiche extraño?

―¡No es nada sexual, maldita sea!

Puedo decir que el noventa y nueve porciento de los presentes en la cafetería voltearon a verme por unos segundos,mientras el rubio frente a mí soltaba una carcajada.

―Oye, el lenguaje ―Fingió reprendermelevantando una ceja.

―Imbécil.

―No entiendo, ¿me citas aquí sólo parainsultarme?

―Te dije que quiero hablar de negocios―Respondí ya fastidiada.

―Bueno, entonces habla. Trata deconvencerme ―Se inclinó sobre la mesa, cruzando los brazos con una sonrisaengreída que me hacía querer dejarlo sin dientes.

―No hables como si fueses la únicaopción.

―Parece que lo soy, porque tengo laligerísima impresión de que te caigo mal y, disculpa, pero para querer hacernegocios con alguien que te cae mal no tiene que haber otra salida ―Dijo comosi fuese lo más obvio del mundo.

Juego de roles [PAUSADA]Where stories live. Discover now