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Las promesas rotas que la vida me hizo me han pasado factura.



Sonrío porque el dolor que hay en mi vida ya es lo normal y ya me acostumbré, no porque mi retorcida mente sea sana de nuevo.



Miro el mundo de diferente forma porque analizo con precisión a todos los que me quieren hundir el futuro.



Hablo y actúo con más "seguridad" porque engañar a la gente pareciendo confiada para que no me pisoteen es más fácil.



Mis verdaderas amistades no necesito contarlas con las 2 manos, porque ni siquiera superan el número 5.



No salgo mucho porque realmente no tengo a nadie. Ellos suelen tener a mejores personas que yo que ocupan un mejor puesto.



Puedo ser encantadora, pero la verdad es que mi lado oscuro es peor que el bueno y lo gana con creces. Me deberían dar un Óscar por mi actuación.



La perfección en muchísimos ámbitos de mi vida me tiene obsesionada. Eso es demente y a la gente no le parece muy atractivo.



Soy un bicho raro que se pasa investigando cosas que a nadie le gustan. Paso horas leyendo, con el ordenador o dibujando. Ser sociable es lo mío, pero a la vez no.



Decepciono a todo el mundo con mi comportamiento irracional, borde y frío. Hiero sus sentimientos, y los míos los oculto demasiado bien, llorar no es algo habitual en mi ser.



Estoy segura de que no caigo bien, ni soy popular, ni guapa o rica. No me imagino a mí misma con alguien porque sería estúpido que algún chico me pidiera salir, que me dijera que so guapa o que estoy buena, sin vacilarme.



Me pregunto que está mal conmigo, todos los días, todas las horas. Analizar tan profundamente, pensar demasiado, me está matando.

Mamá, ¡quiero ser escritora!Where stories live. Discover now