9 | Pídeme una cita.

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9 | Pídeme una cita.

—No puedes hacer eso.

Mi respuesta es casi automática: llega de forma rápida, rotunda, y, por primera vez en años, me alegro de no ser de las que piensan las cosas antes de decirlas. He sido bastante brusca, por lo que supongo que a Noah mis palabras no le agradan tanto como a mí.

Mi hipótesis se confirma cuando veo cómo cierra los ojos con fuerza, antes de susurrarme:

—Sabía que reaccionarías así.

A fin de cuentas: ¿de qué otra forma podría haber reaccionado?

—Dime que estabas bromeando —le pido, y decido que lo mejor es ignorar sus últimas palabras. Todo mi interior grita porque Noah se eche a reír, me dé la razón y se disculpe por ser tan malo actuando; pero, para mi desgracia, nada de eso ocurre.

—No estaba bromeando —aclara. Sus ojos siguen clavados en los míos—. Quiero hacer tu lista, Abril. Voy a hacerla.

La forma en la que acaba la frase, remarcando esas tres últimas palabras, es lo que consigue desencadenarlo todo: de repente, siento cómo el calor se me sube a las mejillas, y empiezo a maldecirme a mí misma por no ser capaz de controlarlo. Abro la boca y la cierro varias veces, en busca de algo que decir, tratando de dar con una solución, pero no se me ocurre nada. La situación me parece totalmente surrealista.

—Tú no sabes... —Me aclaro la garganta—. No sabes lo que supone eso.

Él esboza una leve sonrisa.

—Créeme, lo sé.

—No deberías haberla leído —agrego, llevándome las manos a la cara. Ruego al cielo por que, ahora que no puedo verle, Noah decida que es un buen momento para desaparecer de mi vista y se vaya de aquí—. Dios mío, esto es tan...

—¿Estás sonrojándote? —me interrumpe. Examina mi rostro con desconfianza—. Vaya, la verdad es que me esperaba algo más... violento.

Separo un poco los dedos para mirarle. Debo de verme ridícula, pero no me importa. Estar oculta tras los huesos, las células y la piel que conforman mis manos me hace sentir más protegida.

—¿Cómo dices?

—Por eso he escogido este sitio para decírtelo. Me he preocupado por que estuviésemos lejos de cualquier puerta, taquilla o macetero que pudieses utilizar para provocarme una contusión cerebral. Supongo que ha dado resultado, porque hace rato que te lo he dicho y aún sigo de una pieza. —Él parece asimilar sus palabras mucho después que yo. De inmediato, y algo más nervioso que antes, se apresura a agregar—: Esto no es ninguna provocación ni nada parecido. Por favor, no hagas que me arrepienta de haber hablado demasiado pronto.

Sospecho que solo lo ha dicho para hacerme reír, porque no soy capaz de encontrarle la lógica a su comportamiento. Aunque, en realidad, todo en Noah Carter me resulta desconcertante. Pese a sus intentos por desviar la conversación, sigo fiel a mi postura. No quiero que me sigan temblando las manos —sería horrible que él lo notase—, así que me las quito del rostro y las meto en los bolsillos traseros de mis pantalones.

Luego, cojo una gran bocanada de aire. Necesito tranquilizarme.

—Mira, Noah —empiezo. Aunque no sé cómo seguir hablando sin sonar muy brusca, no me permito dudar—: Aprecio, de verdad, que te hayas tomado la molestia de venir a devolverme lo que Jason me robó de mi dormitorio. Y también valoro mucho que no le hayas contado a nadie lo de mi lista, y que ahora estés decidido a cumplir con ella, pero las cosas no son así. Esto es una locura. Escribí esa cosa hace tres años, ya no tiene sentido que...

Mi conquista tiene una lista | EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora