4. Día dos: Matthew Espinosa.

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Pensé que con la pequeña confesión de Matthew el otro día, no se me haría tan difícil convencerlo; por lo que es el segundo en mi lista: Matthew Espinosa.

Esta mañana me desperté con el doble de ánimo que ayer, si convenzo a Matthew, él hablará con los demás y se podrá solucionar todo, sé que ya han pasado tres años, y que ayer dejé que me humillaran sin más, pero estoy dispuesta a todo con tal de recuperarlos. Ahora veo que cada palabra que Luke me decía no era en vano. Te adoro Luke McKay.

Sé que Artes me toca con él y que me lo voy a encontrar sí o sí. Recuerdo las bromas que hacíamos juntos. Nos pintábamos el cabello o tomábamos el agua en donde se mojaban los pinceles. Suena asqueroso, pero todo era divertido con él.

Ordené mi casillero, saqué y guardé lo necesario, luego fui al baño, hice mis necesidades y llegué justo a la hora al aula. Mi primer paso era sentarme con él como en los viejos tiempos y comenzar a jugar con los pinceles.

La profesora entró y nos inspeccionó.

— Hoy dibujaremos el cuerpo humano — anunció— primero un croquis y luego lo perfeccionaremos, pueden comenzar.

Tomamos las pinturas y procuré llevarme algunas extras que eran de Matthew para que así tuviera que pedírmelas.

Puse mi delantal para no manchar mi ropa y comencé a dibujar. Vi por el rabillo del ojo como Matthew buscaba el rosa pálido para comenzar, y que "de casualidad" se lo había sacado "accidentalmente".

— ¿Estas bien? — le pregunté de pronto.

Él me miró y sólo asintió con la cabeza. Esa fue la mirada más extraña que me pudo dar, una desconocida para mí.

— Sophia — habló llamando a la chica de en frente— ¿me prestas rosa pálido?

Ella asintió y se lo entregó. Debí adelantarme. Pero para mi suerte el frasco casi estaba vació por lo que a Matthew se le acabó en la primera pincelada.

Resopló.

Tomé su frasco de pintura el cual yo tenía y se lo extendí.

— Ten — dije en un hilo de voz.

El miró el frasco y luego a mí, lo tomó y medio sonrió melancólicamente.

Tal vez sea más difícil que ayer, pensé.

— Matthew — hablé el fin— quiero hablar contigo.

Lo escuché tragar duro y sólo seguía con su vista fija hacia su dibujo.

— Quiero recuperar nuestra amistad — murmuré— quiero ser la misma de hace tres años y que todos volvamos a ser mejores amigos, quiero que nos tomemos el agua de pinceles remojados y que nos pintemos el cabello— acerqué mi pincel a su cabello y él se alejó de inmediato.

Me quedó mirando fijamente.

— No te atrevas a tocarme — soltó cortante.

Lo miré vulnerable ¿Y si mi plan no funciona? Estoy con un pié en el borde del acantilado y tengo miedo de caer. No quiero que Matthew reaccione como lo hizo Cameron. Eso sería matarme dos veces.

—Matthew— hablé nuevamente— te necesito.

[Matthew]

Si seguía hablándome, entraría nuevamente en un llanto, en el mismo llanto de ayer y de miles de otras veces.

—Déjame en paz, Mackenzie, si no quieres pasar por lo mismo de ayer— le advertí.

Realmente yo no sería capaz de tratarla como lo hizo ayer Cameron. Pero debía mantenerla lejos de mí. Ella nos traicionó de la peor forma y jamás se me va a olvidar esa última imagen que me quedó de ella, jamás la voy a perdonar.

—Matthew, no seas cruel conmigo— rogó.

—Yo sólo te trato como lo mereces, como tú fuiste con nosotros.

—Pero Matthew, yo ya te expliqué que esa no era yo— sus ojos se estaban llenando de lágrimas.

— ¿Y quién era entonces?

Se quedó en silencio y bajó la cabeza.

—Yo... no lo sé, Matthew.

Ella sabe que odio que me llamen Matthew, y yo sé que lo hace porque me odia como yo a ella.

[Mackenzie]

—Señorita Jackson y el señor Espinosa— dijo la profesora parándose junto a nuestros trabajos— no han avanzado absolutamente nada— nos regañó.

—No encontraba mi pintura señora...

—Nada de excusas, señor Espinosa— lo interrumpió— los dos irán por su reporte, hoy se quedan en detención.

Matthew me miró enojado y se paró de su asiento bruscamente para luego salir del aula. Lo seguí.

— ¡Matthew, espera! — le grité.

Me detuve al verlo devolverse hasta a mi hecho una furia, me tomó por los hombros.

— ¡No quiero verte ni escucharte jamás! — gritó agitándome. Me quejé por su agarré que me apretaba los hombros. — ¡Para mi estás muerta! — gritó por último y me empujó haciéndome caer al piso.

— ¡Matt! — chillé llorando.

Él se volteó a verme y vi sus lágrimas también caer por sus ojos. Finalmente se fue y no específicamente a pedir su reporte.

Esto me tortura.

Un chico venía, por lo que me puse de pie rápidamente y traté de parecer normal, pero él se acercó a mí.

— ¿Estas bien? — me preguntó.

— S-sí, no te preocupes.

— ¿Por qué lloras?

— Es normal que lo haga ¿no? Todo el mundo llora— intenté irme, pero él me detuvo.

— ¿Qué pasa, Mack? Sé que no me conoces, pero me preocupa verte así.

Y a mí me preocupa Matt ¿Ya ven que en realidad no lo odio? Sólo soy una tonta orgullosa.

— ¿Quién eres tú? — hablé alejándome lentamente, aun así, él me seguía.

— Soy Dustin, un gusto conocerte — me extendió su mano.

Fruncí mi ceño.

— Sé que no me has visto por aquí y es por que llegué hace poco — se encogió de hombros.

— ¿Cómo me conoces?

— Usualmente muchos hablan de ti.

La desterrada  ›  Old MagconOù les histoires vivent. Découvrez maintenant