10. Unos vecinos molestos.

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Este fin de semana lo pasaría "genial" otro día sobre el tejado, música, y luego algo que me interrumpa. Pensar esto me hace recordar a Skylynn. Tomé mi móvil y le marqué a Hayes.

— ¡Yo soy tu amigo fiel, yo soy tu amigo fiel! — contestó cantando.

— ¿Hayes? — me reí.

—Hola Mack, estábamos cantando con Sky— rió también.

—Ya oí, ¿Cómo va Miami? — sonreí.

—De lujo, no sabes lo que te pierdes.

—No presumas, pendejo— solté una carcajada.

Lo oí suspirar.

—Y tú ¿Cómo va todo con los chicos?

—Igual... creo que moriré dentro de unas semanas.

— ¿De qué hablas? ¿Por qué? — se alteró.

—Tranquilo, estoy bien— reí levemente— lo digo por esto de la depresión, los chicos no me prestan atención, no me creen... y todo esto provoca que me frustre.

— ¿No estarás pensando en cortar tus preciosas muñecas, o aún peor matarte? — exclamó y yo me reí.

—Preciosas muñecas— reí aún más fuerte— no exageres pendejo, cortarme no es opción para mí.

—Claro, sería estúpido porque tú depresión ya no es tan avanzada como antes y... espera, ¿Eso quiere decir que piensas matarte?

— ¿Cómo sabias tú de mi depresión? — cuestioné atrapándolo desprevenido.

—Bueno... todos lo sabíamos, aun que nos alejamos de ti, siempre hay alguien que nos informa como estás— explicó.

—Hayes, estás hablando en tiempo presente, eso quiere decir que alguien me está espiando.

—Te extraño, Mack.

— ¡No me cambies el tema!

— ¿Qué? Pero si no sé quién es— se excusó.

—Okey, déjame hablar con Skylynn.

—Está bien, te quiero, adiós.

—Adiós.

— ¡Macky! — chilló la niña.

— ¡Skylynn!

—Hayes dijo que iba a pedirte ser su novia— soltó risitas.

— ¡Skylynn, lo arruinaste! — escuché la voz de Hayes.

—No te ilusiones pendejo eres muy pequeño.

—Pero si solo es un año— lloriqueó.

—Pero estoy por cumplir 17 y serán dos.

—Demonios— maldijo.

— ¡Hayes esa boca! — gritó la voz de su madre.

Tomé la almohada y cubrí mi cara con ella. Las paredes, cuadros y vidrios vibraban debido a la estridente música que llegaba hasta mis oídos aun cubriéndola con algo. Ya no soportaba más, no sé cómo mamá y papá podían dormir de lo más bien.

Ya sin paciencia me levanté y me envolví en mi bata, para luego bajar las escaleras, salir de casa y llegar a casa de Nash, o sea justo al frente.

Golpeé la puerta repetidas veces y nadie abrió. Esperé unos minutos y volví a golpear. Normalmente, en otra ocasión no estaría golpeando la puerta de esta casa enojada sino más bien, estaría bailando con algún chico allí a dentro.

En eso la puerta se abre y veo a un Jacob ebrio, algo que para mí es raro.

—Hola guapa ¿De dónde vienes y con esa ropa? — al parecer no me reconoció.

—Jacob, dile al estúpido de Nash que pare esta maldita fiesta, no deja dormir a ningún vecino— espeté molesta.

—Jacob ¿Quién es? — ante mi vista aparece Gilinsky. — ¿Qué haces aquí? — cuestiona molesto, él está sobrio.

— ¿Quién es? — Dice Jacob— ella dijo; "dile al estúpido de Nash que pare esta maldita fiesta, no deja dormir a ningún vecino"— imitó mi voz y se rió.

—Antes no decías lo mismo ¿Cierto? — Jack alzó una ceja, serio— además, todos los vecinos que tú dices están en esta fiesta, si te molesta puedes mudarte, hemos estado esperando eso mucho tiempo.

—No te daré en el gusto Gilinsky.

—Eso lo veremos— sin más que decir me cerró la puerta en la cara.

Él sabe que me voy a mudar en algunas semanas más.

Me volteé para volver a casa y me encontré a...

—Mackenzie— habló sorprendido él.

—Hola— lo saludé con timidez.

—Wow... cuanto has crecido, estás muy guapa— se acercó a mí y me abrazó.

—No te quedas atrás.

—Gracias preciosa— me sonrió.

—No estás enojado conmigo.

—Mack, a mí me da igual lo que esos pendejos piensen de ti, a mí no me hiciste nada. Ellos me contaron lo sucedido, pero tú eres mi amiga a pesar de todo.

—Gracias Nate. Tres años sin verte— no quise darle detalles de que en realidad no fui la que hizo todo eso...

—Exacto, lo mismo digo y agradece que nos hayamos encontrado, mañana vuelvo a Austin.

—Bien... que te valla bien, oh ¿Podrías decirles a los chicos... o al menos intentar que bajen el volumen?

—Claro, no te preocupes, haré lo que pueda.

Me abrazó por última vez y nos alejamos. Volví a la cama agradeciendo no haber ganado más de trece enemigos... o algo así.

Esperaba que Nate me hiciera el favor que le pedí, y realmente es muy considerado por que el volumen de la música disminuyó lo suficiente como para que pudiera dormir. Gracias Nate, pensé.

—Iremos a Alaska, hija y tendremos que dejarte sola algunos días— explicó papá.

— ¿A que van?

—Asuntos de trabajo— respondió mamá.

— ¿Y no puedo ir con ustedes?

—No dejaras la escuela de ninguna manera, Mackenzie— me regaña papá.

—No es eso, solo quiero alejarme de este vecindario por un tiempo— apoyé mis codos en la mesa y mi cabeza sobre mis manos.

—Pronto, cuando nos mudemos hija— dice mamá acariciando mi hombro.

—Sinceramente, siento que me están escondiendo algo— espeté.

Papá y mamá se miraron cómplices. Pude notarlo.

—Hija, no es eso— habló papá— solo queremos protegerte.

—No lo parece— musité— suerte en su viaje.

Me levanté de la mesa y me dirigí a mi habitación. Desde mañana lunes estoy completamente sola en casa. Otro viaje de padres, más dudas para mí. Esto da asco. Pero ya es suficiente, ahora debo concentrarme en mi próximo objetivo de mañana, tengo fe en este blanco, suerte que Dustin me convenció que lo hiciera primero, pero ya veremos, ahora solo quiero pasar el resto del día.

Subí las escaleras que había en mi habitación hasta llegar al tejado y me recosté sobré el mirando al cielo y con mis auriculares puestos. Esperaba con ansias por saber que ruido o estruendo interrumpiría mi día. ¿Una pelota, música, gritos, o tal vez truenos?

La desterrada  ›  Old MagconDonde viven las historias. Descúbrelo ahora