Bajo puerta cerrada

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Ambos nos vestimos. Me recuesto en la cama esperando que él venga a mi lado. No hay mucho que decir de mi parte, me siento bien, como hace tiempo no lo hacía,  pero sé que él tiene algo que decir, no deja de mirarme de reojo y capto en sus ojos culpabilidad, aunque él trata sin éxito de ocultarla.

Se queda parado, alejado de mí,  observa la entrada de mi compartimento; así que me adelanto a sus actos y le digo:

—Será mejor que vengas a dormir, mañana tendremos que dar lo mejor de nosotros— toco la cama en el lado que espero se recueste, viéndolo directamente, él parece dudoso pero no aparto los ojos de su mirada.

Su cuerpo y gestos me permiten saber que no hará nada que él considere me lastimaría, como por ejemplo: irse.

Se recuesta a mi lado y ni bien se ha terminado de acomodar no tardo en recargar mi cabeza en su pecho. Él besa mi pelo suavemente, tomo su mano y como si fuese un hechizo me quedo dormida de inmediato muy tranquila.

Despierto asustada y siento la mano de él acariciarme el brazo con ternura, estamos de lado, frente a frente.

—Tuviste una pesadilla— no es una pregunta, él solo lo esta afirmando.

—Sí. No recuerdo en este momento sobre qué era, aunque estoy segura que no quiero recordarlo— espero no sonar afligida así que cambio de tema   —. No has dormido— tampoco es una pregunta.

—Sí dormí. Desperté hace un momento, poco antes que lo hicieras tú.— Sé que miente.

No hablamos más después de ese corto intercambio. Me acerco de nuevo a su pecho y él me cobija en sus brazos.

Y así, entre su aroma y calidez, vuelvo a dormir.

El día llega con la tenue luz que precede a un amanecer filtrándose por las ventanas. Peeta se retira antes que llegue Effie anunciando "un día muy, muy, muy importante".

Sé que los rumores en el tren existen, y ya que en este momento son reales, quisiera que Peeta no se fuera; pero no lo detengo, segura estoy que necesita espacio, nada de lo que yo le diga lo convencerán que no es culpable o que me obligo a hacer algo que yo no quisiera.

Hay algo que podría hacer para que él se sienta menos culpable y como no soy buena con las palabras tendré que recurrir a los actos.

Eso tendrá que esperar ya que no tardan en aparecer, decido que lo pospondré para la noche.

Me cambio y salgo. Desayunamos bajo los ojos de todos, intuyo que notan el cambio un poco taciturno de Peeta, y el mío no sé como definirlo, quizá diría, menos pesimista.

—Bien chicos, estaremos en los territorios de Snow y aquí no necesitan convencer a nadie, todos piensan que están locamente enamorados.— Nos dice Haymitch que mastica sin reparos la comida que adorna su plato.

Peeta me mira cuando escucha "locamente enamorados" y yo disimulo que no lo vi.

Bajar del tren es un caos, hay gente por doquier gritando nuestro nombre, Effie parece en la gloria, esta eufórica, aún así no pierde la compostura eso sería de muy malos modales.

Tomados de la mano Peeta y yo, somos dirigidos a los autos que nos llevaran a nuestras representaciones estelares.

En un momento mientras analizamos qué hacer para que lo que suceda aquí en el Capitolio repercuta en todos los distritos y convencer a los que aún tengan dudas sugiero
—Tal vez...una propuesta...

—¿Una propuesta?— pregunta Peeta que parece creer que es broma y su semblante cambia cuando se da cuenta que hablo en serio, lo veo sentirse miserable.

—¿Estas segura preciosa?— pregunta Haymitch

—Esto no es...No podemos usarlo como táctica. Es algo que esperarán se lleve acabo— nos dice Peeta tratando que me quede claro.

—Lo sé, pero igual es algo que esperan suceda tarde o temprano— afirmó.

Haymitch  ve a Peeta a lo que Peeta responde con voz plana
—De acuerdo, hagámoslo— y se retira.

—¿Que le sucede?. Creí que es algo que él quería— digo confundida.

—Pero él quería que fuera real— me dice Haymitch observando mi actitud ante sus palabras.

Trato de no pensar mucho al respecto y mucho menos demostrar lo incomoda que me ha hecho sentir. Obligar a Peeta a casarse conmigo... al menos sé que en un aspecto no tendré que fingir. Lo que sucede en un matrimonio bajo puerta cerrada, es solo de dos personas, y sé que detrás de esa puerta soy capaz de entregarme por completo a él, ya que él es capaz de entregarse a mi de igual manera y tal vez en algún momento pueda sentir algo más que amistad y no nos volvamos dos desconocidos compartiendo la cama obligados en todo.

El presidente Snow no puede apoderarse de cada aspecto de mi vida .

Con esa pequeña convicción mientras Caesar nos entrevista y Peeta demuestra lo bueno que es en su don de la palabra, cuando la pregunta de nuestro futuro aparece en los labios de Caesar, Peeta se pone de pie, se arrodilla frente a mi y me dice todo lo que es verdad para él, o eso quiero creer, por que no me siento merecedora de un amor tan grande de una persona tan buena. Una parte de mi se asombra, se conmueve de sentirse tan amada; pero mi parte racional la calla y me pongo a representar mi papel: sorprendida enamorada, loca de felicidad por la "sorpresiva" propuesta.

Mis ojos se humedecen y puede parecer a las cámaras que es de felicidad, pero a mis ojos llegan lágrimas al ver los ojos de Peeta que me piden perdón por estar haciendo esto, por obligarme a casarme con él.
Sé que él sabe que no lo amo como él quisiera y esto me duele por que no es nuestra culpa, ambos hemos hecho lo mejor que hemos podido.

Soy la que ha iniciado este infierno en el que hemos caído ambos. Soy yo la que lo obliga a renunciar a cualquier otra muchacha que pudiera amarlo como se merece, y lo peor de todo es que él tendrá que conformarse conmigo, junto a lo poco que puedo brindarle, y eso es culpa de Snow.

Si no fuera por el bebé......Historia alternativa a En Llamas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora