Prefacio: La llegada.

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Dolores Umbridge se sentía muy bien en la silla de directora. Miraba a todos con un obvio aire de superioridad, y es que no era solo un aire ¡Ella era superior! Tenía una lista muy bien preparada de cosas que faltaban por hacer, la primera cosa en esa lista se leía sin problemas:

"SACAR A POTTER DEL COLEGIO"

¿Cuántos problemas podían dar un simple chico de quince años? ¡Por favor! Ella había logrado que Dumbledore se fuera del colegio, Potter no le llegaba ni a la suela de los zapatos.


En la mesa de Gryffindor era otra historia, Harry miraba con un odio especial a Umbridge, porque es obvio que él tenía más razones para odiarla que el resto. No le importaba si lo expulsaban en el intento, pero esa bruja no se podía quedar en el colegio, por el bien de la comunidad mágica.

Sin previo aviso, las puertas del comedor se abrieron de par en par. Dejando ver la espesa y brillante barba de Albus Dumbledore, seguido muy de cerca por el Ministro de mágica, Cornelius Fudge. Venían todos los Weasley, sin excepciones, Lupin, Thonks, Ojoloco, Kingsley y, para extrañeza de todos, Sirius Black, el gran comedor se llenó de gritos de horror.


― ¡Tranquilícense, por favor, Sirius Black es inocente! ―Gritó Dumbledore tras hechizar su voz para que le escuchasen.


Todos aún se veían un poco recelosos, pero bajó un poco la guardia, tal y como les había pedido el director, el cual había vuelto antes de lo previsto.


― ¿Qué haces aquí, tío? ―exclamó una pelinegra desde la mesa de las serpientes, sin importarle lo mal que podría estar mirándola su primo Draco, al hablar abiertamente con el traidor, como lo nombraba él.

―Yo también me alegro de verte, sobrinis ―refunfuñó el susodicho, entre dientes, puesto que no se acostumbraba todavía a que su sobrina Aries fuese Slytherin, tan digna de la familia Black.

―Odio que me digas sobrinis ―maldijo en voz baja Aries Black, cruzándose de brazos. Se estaba comportando como una niña pequeña.

―Ya se tomaron las medidas adecuadas para encontrar al verdadero culpable ―explicó Fudge, sin entrar en detalles.


Harry se levantó, junto a Hermione, Ron, los gemelos y Ginny para saludar a los recién llegados. Aries les hubiese imitado, si no fuera porque odiaba a los Weasley, a excepción de Fred y George, quienes eran sus mejores amigos. También odiaba a Potter, porque tenía toda la atención de su padrino, cosa que realmente le desagradaba, pues no era más que un intruso en su familia. . . y, sin embargo, Sirius parecía quererle más a él, aunque no llevase su sangre. Y por eso le detestaba, principalmente.


―El punto de nuestra visita ―explicó Dumbledore, cuando todos estaban más calmados y los visitantes sentados en las diferentes mesas―. Un libro llegó al Ministerio de Magia, es muy entretenido y viene del futuro.

― ¡Del futuro! ¿No será peligroso? ―Se atrevió a preguntar Hermione, temblando del susto, sabiendo que jugar con el tiempo era de lo más peligroso.

―Hermione, si fuera peligroso, Dumbledore no estaría aceptando hacerlo ―aseguró Ron, a lo que la castaña se sintió más cómoda.

― ¡SILENCIO! ―gritó nuevamente el director―. Solo queremos que sepan dos cosas; La primera es que ya el ministro aquí presente y yo nos hemos encargado de todas las investigaciones que se deben hacer. . . no es mentira. Y la segunda, no tengan miedo de que esto intervenga en su futuro, cada quien traza las líneas que quiere, si de verdad lo que escuchen a continuación les gusta solo tienen que dejar que el mundo guíe sus vidas. Jugar con el tiempo es muy peligroso, pero lo que es aún más peligroso es adelantarse a las etapas de la vida.

― ¿Cómo demonios hace eso? ―preguntó Seamus, haciendo reír a todos los que alcanzaron a escuchar.


El ministro le pasó al anciano un libro dorado, increíblemente grueso, llevaba por título "Lo que vendrá..."


―Yo me encargaré de leer el primer capítulo ―explicó en anciano. Se aclaró la garganta, pronunciando el conjuro indicado, y todos pudieron escucharlo sin problema cuando leyó:

Molly Weasley.

✓ | Lo que vendrá.Where stories live. Discover now