Miércoles

2.9K 366 883
                                    

Sentí un cosquilleo en lo más profundo de mi oreja, algo que me hizo despertar al instante. Abrí los ojos algo perdido y observé cómo Bob quitaba la punta de un pequeño pincel de mi oído. Lo observé con el ceño fruncido, extrañado al ver su vestimenta. Lucía como el primer día que lo vi, como un doctor. Bata blanca, pantalones blancos, camisa celeste, y hasta tenía un barbijo anti-gérmenes. Se lo quitó de la boca y me observó, dejando sobre mi cuerpo una muda de ropa.

-Soy yo. Ponte esto. Vayamos a caminar- me susurró para no despertar a Muqtada, el cual descansaba en la cama de al lado. Y luego se fue, dejándome solo con esa extraña ropa.

Lo siguiente hizo que me sintiera en alguna clase de película de agentes secretos o encubiertos.

Me coloqué una manta en la cabeza, para que nadie reconociera mi rostro ni mi vestimenta de enfermero. Bob se aproximó a mí con una silla de ruedas e hizo que me sentara, haciendo que yo actuara como un simple paciente siendo llevado por el doctor Bob.

Logramos llegar a una puerta, la cual conducía a otro sector del hospital, uno en donde Bob me dijo que no nos reconocerían. Por lo cual pude quitarme la manta de la cabeza y dejar mis ropas de enfermero a la vista. Dejamos la silla de ruedas a un costado y comenzamos a caminar por los pasillos del hospital. Tal y como dijo el barbudo, nadie nos reconocía ni nos prestaba atención, todo gracias a nuestros disfraces.

-Santo cielo...- suspiró Bob caminando a mi lado.- Hace bien salir de ahí...

Bob parecía conocer el perímetro a la perfección, incluso sobornó a un sujeto con pastillas para que nos dejara entrar a una cancha de baloncesto que raramente estaba dentro del hospital.

Me sentía extrañamente libre y aliviado. Supongo que Bob tenía razón, en verdad me haría un bien despejarme de aquel lugar en el que llevaba encerrado más de dos días enteros.

Jugamos al baloncesto por 15 minutos sin descanso. Bob no era muy bueno jugando, y yo tampoco, por lo cual el partido estuvo bastante parejo. Pero luego de eso nos quedamos sentados en la cancha, exhaustos y satisfechos.

Bob estaba acostado en el suelo, boca arriba y sosteniendo la pelota en sus manos, jugando con ella y tratando de hacerla girar sobre su dedo índice, sin éxito claro. Yo lo observaba divertido, sentado a unos cortos metros de él.

-Ey, ¿qué pasa entre tu y Rubén?- preguntó de repente haciendo que me pusiera nervioso.

-¿De qué hablas?- dije intentando aparentar tranquilidad.

-¿Preguntas que de qué hablo? No me ignores. Los he visto abrazarse en el taller de música - dijo burlón observándome- Ustedes dos juntos son... Su energía es...- elevó sus brazos y comenzó a moverlos de manera extraña- juaaauuu juauuu- dijo haciendo ruiditos que me obligaron a reír avergonzado- ¡Puuuuffff!- finalizó, uniendo sus manos en un puño y luego simulando una explosión, abriendo sus palmas. Y después volvió a sostener la pelota- Eran fuegos artificiales- explicó de manera seria. Suspiró- Invítalo a salir.- propuso sorprendiéndome.

-¿Que lo invite a salir?

-Sí. Invítalo a salir. Afuera.

-Bueno...- murmuré avergonzado-... me gusta... pero no sé. No soy gay ni nada por el estilo. Además, me dan nervios invitarlo a salir.

-¿Por qué te dan nervios?- preguntó él jugando con la pelota.- Y no tiene nada de malo ser gay si eso es lo que piensas.

-Lo sé... y... ya sabes, temo a que me rechace. Por eso me dan nervios.

-Miguel, no puedes vivir con miedo- dijo mirándome seriamente.- Vas a terminar como Muqtada, o peor... como yo.

Suspiré, pensándolo un momento.

Una Historia Casi Divertida (Rubelangel)Where stories live. Discover now