CAPITULO 4

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Miro a Camila como si tuviera dos cabezas. Acaba de ordenarme, no pedirme, que empaque nuestras cosas y vayamos con ella. Aún más impactante, es que por una fracción de segundo en realidad quiero ir, en verdad considero ir.

—¿A qué te refieres con que vaya contigo? ¿De qué hablas?

—Digo que no puedo dejarte aquí en tu apartamento en ruinas y con el riesgo de que vuelva a entrar alguien. Tienes cerraduras de mala calidad en las puertas, una iluminación precaria y ni siquiera tienen una mirilla, por el amor de Dios. Le he notificado a su propietaria que alguien entró y hasta que ella arregle este lugar, Lily y tú no se quedaran aquí.

—Dónde propones que vaya, ¿eh? No voy a desperdiciar mi dinero en un hotel y no puedo permitirme exactamente un apartamento mejor. No tengo más remedio que quedarme aquí.

Cruza los brazos sobre su pecho y la confianza sale a oleadas de ella. —Vas a venir a casa conmigo. Ya está, decidido. Coge tus cosas, ve por Lily y vámonos.

—Camila, apenas te conozco. Nos hemos visto dos veces y ambas fueron bajo circunstancias intensas.

—Confía en mí.

—¡No, no puedo! —grito, sonando cada vez más agitada—. No me fío de ti. ¿Por qué ayudarías a alguien que apenas conoces?

—Ayudo todo el tiempo a personas que no conozco. Esta noche lo hago porque quiero, porque puedo.

Niego. —Eso no es suficiente.

—No te lo pregunto, te lo digo. Toma tus cosas ahora. —La autoridad en su voz hace que me estremezca, ahora no es Camila, es la oficial Cabello y con cada momento que pasa es claro como el día que no voy a ganar esta batalla. A decir verdad, no me encuentro tan segura de que quiera ganarla. Mido mis opciones: ¿En serio quiero quedarme sola con Lily cuando el lugar fue destrozado y me encuentro comprensiblemente asustada de un nuevo intento de robo? No me interesa la idea de ser el blanco. También está el hecho de que empiezo a desarrollar un profundo enamoramiento hacia Camila. No sé si agregar eso en la lista de pros o contras y lo último que necesito es hacer el ridículo delante de ella. Pero si tuviera que elegir entre morir y actuar como una idiota, no hay ninguna competencia.

—Bueno, de acuerdo. Dame unos minutos —digo, caminando hacia el dormitorio.

—Trae suficiente para un par de días —me dice.

¿Un par de días? Lily y yo viviendo un par de días con Camila. Me digo que no me entusiasme con esto. Es una buena tipa, ayudándome en un momento de necesidad. No significa nada más que eso y si lo hiciera, ¿cuán irresponsable sería involucrarme con la primera chica que conocí después de todo lo que he sufrido? Las relaciones son un asunto desconocido para mí y la única interacción que he tenido fue con un hombre, resultó conmigo embarazada a los diecisiete años y excomulgada de mi familia. A veces me pregunto, si les hubiera dicho la verdad a mis padres, si les hubiera dicho toda la historia, ¿me habrían apoyado más? Si hubieran sido más comprensivos con mi situación, si me hubiesen apoyado o habrían tenido la misma reacción. La cosa es que a pesar de que me amaban, siempre supe que mantener las apariencias era lo más importante para ellos; tal vez el miedo de que fueran a tratarme así, incluso después de oír la verdad, fue lo que finalmente me llevó a no decir nada.

Me escabullo a mi habitación, vagamente consciente del hecho de que probablemente son apenas las dos de la mañana y meto las cosas en bolsas. Esto es una locura, no es que no esté familiarizada con ellas, pero ahora solo puedo pensar en salir de aquí y tener protección temporal de alguien que se encuentre en el lado correcto de la ley. Para el momento en que salgo de mi dormitorio con dos bolsas llenas de ropa, una de dinero, otra llena de pañales y una bebé durmiendo, Camila parece a punto de desmayarse por una mezcla de aburrimiento y agotamiento.

—Siento haber tardado tanto. No es fácil empacar para un bebé.

—No hay problema. Ya puse su moisés y su corral en mi camioneta.

—Gracias.

—Déjame ayudarte con esto —dice, tomando mis maletas, dejándome solo con Lily.

El viaje a casa de Camila es tranquilo, los únicos sonidos que escucho son los que vienen de los coches que pasan por las calles irregulares. Trato de pensar en algo que decir, pero la charla nunca ha sido mi fuerte y cuanto más tiempo pasa, más incómoda me siento. En este momento empiezo a preguntarme si tal vez cometí un error al aceptar quedarme con ella. Tal vez se ha arrepentido. Nadie debe ser responsable por las decisiones que se toman a altas horas de la mañana.

—Camila, sabes que no tienes que hacer esto. Lily y yo podemos ser difíciles y...

—No es gran cosa. Tengo un montón de espacio y en verdad me sentiría mucho mejor al saber que no se encuentran solas en ese apartamento cuando no es seguro.

No contesto, simplemente giro la cabeza y miro por la ventana hacia el cielo nocturno. Hay luna llena esta noche e ilumina el cielo de tal manera que hace que la noche se sienta como un elemento permanente, como si el universo estuviera lleno de una oscuridad donde el sol no podría brillar nunca más. Hay veces en que siento que mi vida es así, eternamente sumergida en la oscuridad, como si toda la luz del sol hubiera dejado mi mundo y nunca volveré a verla. Normalmente puedo echarle un vistazo a Lily y darme cuenta de que me equivoco, que ella es la luz del sol que atraviesa mi oscuridad, lo único que me guía a la calidez del día.

Camila abre la puerta de su casa cuando llegamos y rápidamente me guía al interior. Deja mis cosas en el pequeño vestíbulo y enciende las luces.

Su casa es bonita, mejor de lo que esperaría de una joven soltera. Pensé que viviría en un pequeño apartamento de un dormitorio, con pocos muebles y un televisor de pantalla plana. Evidentemente, no acerté para nada.

—Tienes una casa hermosa —digo con una pizca de asombro en mi voz. Miro alrededor de la gran sala pintada de gris pardo cálida, muebles de cuero, una impresionante chimenea y ventanales.

—Gracias. La compré barata y la arreglé —dice, recogiendo otra vez el moisés de Lily y mis maletas—. Ven, te mostraré tu habitación. —Me lleva hacia el segundo piso y nos dirigimos a una habitación que me recuerda mucho a mi dormitorio en Florida. Tiene un montón de ventanas que le da un toque luminoso y aireado. La cama matrimonial luce provocadora y de repente empiezo a sentir el agotamiento del día que tuve.

—El baño se encuentra por esa puerta. —Deja el Moisés y señala a una puerta cerrada, luego se da la vuelta para mirarme a la cara otra vez—. Se halla conectada a un segundo dormitorio. Mañana podemos establecer ese para Lily, si lo deseas, puedes apreciar tener tu propio espacio durante un tiempo. Podemos conseguir un monitor de bebé, así la tendrías vigilada.

—Camila, es demasiado. No puedo dejarte hacer todo eso, además es solo por algunos días.

—Quiero que se sientan cómodas mientras estén aquí. —Abro la boca para discutir, pero me interrumpe—. Mi habitación se encuentra al otro lado del pasillo, solo grita si necesitas algo. Hablaremos más en la mañana.

Se apresura hacia la puerta y entra a su dormitorio, dejándome de pie allí, preguntándome cómo fue que terminé en la casa de una, prácticamente, extraña en el lapso de unas horas. Concluyo que la evasión funcionará mejor para esta noche.

Todas mis preguntas y preocupaciones tendrán que esperar hasta mañana. Alimento y cambio a Lily, la pongo en su moisés, apago las luces y me instalo en mi cómoda, pero temporal, cama nueva. Cierro los ojos y me obligo a aclarar mi mente, dejar que el estrés del día y de las últimas semanas se vaya por un rato. Antes de que pase mucho tiempo, me quedo dormida y tengo, quizá, la mejor noche de sueño que he tenido en mucho tiempo. 


Shelter You ( Camren G!P )Where stories live. Discover now