•Capítulo 1: Mal presentimiento.

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Coordinar mis pensamientos, coordinar piernas con el conteo mental de cada trote para evitar pisar sobre esa superficie barrosa y escuchar las alabanzas que Lea le brindaba discretamente a algún chico determinado en su campo de visión no era algo tan difícil de hacer.

Nuestro cerebro está tan perfectamente diseñado que podríamos llegar a sacar grandes conclusiones en sólo microsegundos y la única que en este momento rondaba por mis pensamientos era que algo estaba pasando.

Esta mañana, a diferencia de todas las demás, había sido distinta ya con sólo ver a ambos de mis padres desayunando conmigo. Luego le sumó que el desayuno fueron unas deliciosas y dignas de todos los dioses tostadas francesas que si bien, lograron distraerme de lo que ahora está carcomiendo mi cabeza.

—¡Ally, cuidado con el...!

Y ahí todo termina. O bueno, toda la coordinación que había creado cayó como gato ciego de un árbol, o como yo cayendo sobre un charco de lodo.

—¡Maldición!

Dije mientras me levantaba del suelo e intentaba quitar las manchas de lodo de mi uniforme de educación física. No sólo la ropa estaba sucia y húmeda, mis rodillas ardían y las palmas de las manos las sentía entumecidas por el frío. Y la risa de mi mejor amiga tampoco ayudaba para que mi estado anímico no empeorara.

—Deja de reírte y ayúdame.

Sin dejar de carcajearse, extendió su mano hasta mí y la tomé sin rechistar. Aunque no fue de mucha ayuda ya que sólo la sostuve, ni siquiera pretendió moverse ni nada.

—Ya, basta.

—No seas malhumorada, Ally, te dije que tuvieras cuidado.

—Sí, tienes razón. Lo dijiste cuando ya estaba como cerdo sobre el lodo. —aumenté mi volumen de voz, quizás intentando haciéndole ver que sus burlas no me agradaban, pero el efecto fue todo lo contrario. —¡Ya no te rías!

Cómo vi que no me haría caso y eso sólo me pondría de peor humor, retomé mi trote alrededor de la cancha, ignorando los para nada sinceros gritos de disculpa detrás de mí. Quizás parecía exagerada o no lo sé, de todos modos, siempre se nos pasaba luego.

Izquierda y derecha, izquierda y derecha, izquierda y derecha.

Elevé mi cabeza viendo todo lo que aún debía recorrer y me deprimí aún más. Entonces qué mejor distracción que la propia mente y comencé a pensar, o, mejor dicho, torturarme sacando mis propias conclusiones de lo que podría haber pasado en casa para haber recibido todas esas miradas "discretas" de mis padres ¡Créanme que no estoy siendo paranoica!

¿Qué podría haber sido? Una llamada del director no; mis notas estaban bien, de eso estaba segura, y tampoco podría haber sido por algún problema que haya tenido con el imbécil de River. Eso sólo había sido una vez cuando...

De repente todo comenzó a pesarme de un lado. Anteriormente había dicho que la mente era tan poderosa que me había hecho creer que todo lo que veía y comenzaba a verlo de forma vertical, sucedía en cámara lenta.

—¡Cuidado!

Sí, gracias por el aviso.

Ya me encontraba tirada sobre el césped, mejor dicho, sobre todo el lodo, y con un dolor punzante en mi cabeza, producto del golpe con un balón de fútbol americano que algún hijo de...

—Oh, eres tú.

Entrecerré los ojos, viendo a quien había sido el culpable de un castigo por una semana sin internet por haber recibido una llamada a casa por parte del director sólo por haber robado la ropa de River de los vestidores.

Casada Con Mi Enemigo © (#CCME)Where stories live. Discover now