•Capítulo 4: ¿Un beso?

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Habían pasado algunos días desde que nos habían informado sobre nuestro compromiso. La idea de vivir con River se me hacía imposible en mi cabeza.

Y ni hablar de la boda.

En un día me iría de mi hogar para poder instalarme en la nueva casa que los padres de River nos habían conseguido, de hecho, era una casa donde ellos vivían cuando su hijo era menor. Era en un barrio tranquilo y estaba cerca de la escuela, no podía pedir más.

Aunque siendo honestos, en ningún momento había pedido esto.

Sería un día muy agitado. Tendría que ordenar las cosas y joder que eran muchas, no iba por una semana, iba por un año.

— Hola, nenas. —dijo River con voz coqueta mientras se sentaba en la mesa donde Lea y yo estábamos conversando y comiendo.

—De todas las mesas de la cafetería ¿tienes que venir justo aquí? —protesté. Él solo se encogió de hombros y tomó mi manzana y le dio una gran mordida. — ¡Hey! eso era mío.

—Tú lo dijiste, "era" —y le dio otra mordida mientras me miraba burlón. Agh, como lo odiaba. Lo fulminé con la mirada. —¡Oh! Me llamó mi papá y dijo que hay una fiesta o algo así hoy de la empresa. Debes estar lista a las 21:00. Debo recogerte y llegar juntos. —mordió la manzana. —Ya sabes, debemos causar impresión. —pronunció tanto la "p" que sentí un pedazo de la comida que estaba en su boca golpear mi rostro. Y sé que lo había hecho a propósito.

—¡Agh! Qué asco, tengo baba de zorras.

—¿Baba de zorras? ¿Es en serio, Ally? —habló por primera vez, Lea. Su cara demostraba incredulidad.

Sí, sé que no era de las mejores frases que había dicho en mi vida, pero...

—Sí, dicen que las babas de las personas duran en tu boca hasta, por lo menos, seis meses. Así que debe haber cómo más de cuarenta tipos de baba allí. —arrugué mi nariz con hacia él.

—Qué mal concepto tienes sobre mí, Ally. No debes creer todo lo que los demás dicen. —me señaló con su dedo índice dándome una mirada digna de un padre castigando a su hija por haber llegado tarde a casa.

—No lo hago, yo misma lo he visto. Y es asqueroso ver cómo están atragantándose, metiendo sus lenguas hasta llegar a la garganta, mientras tú les tocas el trasero y las chicas por poco no te arrancan el cabello de la nuca. —me estremecí exageradamente.

—Vaya, sí que me observas. Pero esperen... ¿Huelen eso? —olfateó sobre mí — Creo que son celos. —le di un golpe en la frente — Auh.

—Te lo mereces.

—Mueres por ser la número cuarenta y uno. —fingí una arcada exageradamente. —¡Hey! hablando de fiesta, hay una este sábado, ¿Quieres venir, Lea?

—Yo voy si Ally va. —sonreí.

—Bien ¿Quieres ir, Ally? —dijo con voz cansada River.

—Sip. —respondí con una gran sonrisa sabiendo que River no quería que yo fuera.

—Okay —dio un aplauso y se levantó de la mesa y dejó "su" manzana ya comida, prácticamente, entera en mi mano. Le dio un beso en la mejilla a Lea y se acercó a mí en plan de darme uno, seguramente. Intenté esquivarlo, pero no me salió ya que nos dimos un beso... en los labios.

Oh sí, en los jodidos labios

Me separé rápidamente de él. ¡Mierda, qué vergüenza! — ¿Lo ves? Terminaste siendo la cuarenta y uno. —rio y se fue.

Y toda esa vergüenza que sentí en el comienzo fue reemplazada por ira. ¿Nunca has sentido esa sensación de odio tan grande que ni siquiera puedes explicarlo, sólo quieres gritar y golpear algo?

Casada Con Mi Enemigo © (#CCME)Where stories live. Discover now