LIII

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—¿Quién eres? —me dijiste entornando tus ojos del color del chocolate, tan dulces cuando me veías, pero hoy nublados por algo que no logré reconocer.

Te dije mi nombre. ¿A caso no me recordabas? ¿Era una broma pesada? Y parecías más horrorizado cuando te diste cuenta que estábamos desnudos.

Lloré y tú te refugiaste en el baño. El agua comenzó a caer y no saliste hasta media hora después como alma que perseguía el demonio.

Recuerdos de una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora