Capítulo 40.

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-Babi...- la llamó desde atrás.- Si te digo que no te amo y que te odio, y que no te soporto, y que si fuera porque aparecistes de la nada no te hubiera buscado...-

-No te creería.- lo interrumpió.

-Si, lo sé. Yo tampoco lo haría.- se acercó y besó su frente.

-¿Nos podemos ir ya? Estoy cansada.- le dijo sobre su pecho.

-No, tengo que quedarme. Si quieres anda vos, a mi departamento. Tomá las llaves.- sacó de su bolsillo unas doradas y relucientes llaves, y se las entregó. Le dedicó un suave beso, y la vió irse, con los ojos cansados, y lo pies a medio caer rendidos. Al verla cruzar la puerta, su expresión cambió repentinamente, se dirigió al cuarto de Jessie, y se quedó observándola con gran odio sobre sus ojos. ¿Qué hacer en un momento tal? Quedarse con ella sería de hipócrita, fingir ser feliz a su lado lo destrozaría lentamente, calcomiéndolo por dentro. Dejarla era la opción más certera y sin complicaciones. Desaparecer, jamás volver y listo, lo había hecho varias veces, hasta se podría afirmar que era una marca registrada de Harry. Sabía como huir y evadir lo problemas, era un experto. Pero luego pensó, al estar sentado, que no sólo él estaba metido en eso, sino que también tuvo el coraje de involucrar a Babi. Por él no se preocupaba mucho, era más por ella por quién su mente no descansaba hasta averiguar el modo de hacerla invisible ante los ojos de Jessie. Era lógica que si él desaparecía, ella no lo buscaría a él, sino a Babi. Frotó su mano contra su cabello, lo desordenó un poco, y volvió a acomodarse en el sillón del cuarto.

Jessie se movió sobre la camilla, y despertó luego. Alterada, mirando a su alrededor hasta que lo encontró, sentado, observándola.

-Hola amor.- le dijo feliz.

-Hola Jessie.- respondió fríamente, con la mirada baja.

-¿Y nuestro bebé?- y volvió a empezar, su rostro demostraba felicidad al pronunciar tales palabras, sus ojos un brillo inigualable, y su mano, tratando de alcanzar la de él, que al no poder hacerlo, comenzó un llanto sublime de su naturaleza. Creía que con sus quisquillosos berrinches conseguiría todo lo que se propusiese.-Harry, ven.- la extendió hasta llegar a él, pero nisiquiera se atrevió a mirarla.- Harry.- volvió a decir.- ¡Harry!- gritó con furia. Sus ojos ya no lloraban, su expresión no era más de una niña pidiendo atención, era absolutamente todo lo contrario, cada día que transcurría Harry iba conociendola más y más, como un baúl de secretos, una dulce y frágil niña, luego se convierte en mujer y comete un delirio por amor, o enfermedad, hasta que su mente no logra retener tal sufrimiento de haber perdido algo o alguien que creía pertenecerle, al no poder borrar ese recuerdo, su subconciente comete el atrevimiento de tomar ese secreto y pensamiento que la mortifica, y guardarlo fuera de su cassette de recuerdos. Y comienza de nuevo, tal como el Ave Fénix, se quema, se hunde en la profundidad de las llamas, sabiendo sobre sus errores cometidos anteriormente, pero al renacer del fuego, comienza de cero, sin recordar nada. Jessie era igual, renace, sin saber o tener conciencia de lo que hizo.

Se acercó a ella, tomándo su mano, agarrándola con fuerza, luego la presionó, y volvió a hacerlo, con mayor presión, fuerza. La sangre difícilmente transcurría, su mano se teñía de color azulado, oscuro.

-Basta.- trató de soltarse.-¡Basta Harry!- lo empujó hacia afuera, alejándolo de la camilla, de ella.

-Perdón.- se levantó, quieto sobre sus pies, y salió del cuarto. No soportaba la idea de seguir en ese frío hospital, rodeado de tanta muerte alrededor, lo llamaban, lo atraían misteriosamente, se sentía aprisionado por la misma muerte, pero, no sabía que hacer. Se sentó en la silla plástica, y esperó noticias del doctor.

Se quedó toda la mañana y tarde, esperando respuestas. Mientras que despreocupaba el estado de Babi, ya que la tenía asegurada en su departamento, le preocupaba más Jessie por temas delicados con su cabeza. Era una demente, estaba completa y rigurosamente enferma, lo que lo extrañaba era que haya vivido tranquila durante los días que transcurrió con él, y cuando se enteró que la dejaría, que todo terminaría las cosas cambiaron rápidamente.

Nuestro amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora