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Al despertarme pude notar que ya era de mañana, eso significaba que había dormido más de lo que había planeado. De hecho podía sentir que era mediodía.

Debajo y por encima de mí siento el calor que me brindan algunas colchas mientras estoy sobre una cómoda cama. Logro sentarme y observo la habitación en la que me encuentro. Las paredes eran de grandes rocas y el techo de madera, lo que le daba un delicioso aroma a la habitación. Al lado de la cama habían algunos pequeños banquitos mientras que en suelo habían varías alfombras.

Veo un enorme placar de roble y voy hasta él, necesitaba un baño. Abro sus dos enormes puertas y me encuentro con lo que necesito, toallas. Las tomo y voy hasta la puerta que queda a un lado de éste. Si tenía suerte podía ser un baño. 

Y lo era.

Me tomé mi tiempo en asearme y una vez de vuelta en la habitación aprecio el vestido que se encontraba en la cama. Era hermoso, de un color azul pálido y algunos adornos con hilos dorados y plateados.

Mi estómago rugía y pedía a gritos un poco de comida. Tomando valor abro la puerta y salgo a un enorme pasillo. Tomo el pasillo izquierdo y camino por el esperando no perderme o que me lleve a algún lugar donde me arrepienta haber llegado hasta allí. Después de encontrar unas escaleras las bajo y me encuentro con una sala. Para mi suerte en la planta baja había un delicioso aroma a comida, siguiendo mis poco apreciados instintos encuentro finalmente la cocina.

Me encuentro con una mujer en la cocina yendo de un lado a otro, me aclaro la garganta para que note mi presencia y da media vuelta. Primero me primera con confusión y luego me da una blanca sonrisa.

   – Tú debes ser Ether, buenos días. Supongo que debes tener hambre, ¿no? – asiento y su sonrisa se ensancha – Ven y siéntate aquí.  

Acato sus ordenes y me siento un banco, mientras ella prepara un plato lleno de comida y lo coloca frente a mí.

   – Muchas gracias – le agradezco – Se ve delicioso – sonríe orgullosa y da media vuelta para seguir haciendo lo que estaba haciendo.  

Termino todo mi plato de carne, huevos y verduras hervidas. Ya satisfecha decido ir a dar un vistazo a la casa, que prácticamente tenía aspectos parecidos a un castillo medieval. 

Sigo el consejo de la Judith y busco el jardín. Siendo clara no me perdí en ningún momento y lo encontré con facilidad. 

El lugar irradiaba naturaleza, cuidado y el aroma de todos los frutos y flores que habían allí en perfecto estado. El lugar era maravilloso, hasta podría quedarme horas observándole y nunca cansarme de ello.

Encuentro un perfecto banco de madera en el que se podrían sentar más de tres personas y tomo asiento. Me permití cerrar los ojos y dejarme llevar por el momento.

   – Ether... – escucho esa voz masculina llamarme y con desesperación abro los ojos. Algo dentro de mí quería verlo desde que salí por la puerta de la habitación y acá estaba.  

Al encontrarme con su mirada supe perfectamente que no sólo quería verlo para poder hablar de mis padres y su viaje, también sabía que quería verlo sin excusas porque las pequeñas mariposas que estaban revoloteando en mi estómago me lo decían. 

¿Era posible que sus ojos estén más claros? 

   – ¿Qué sucede? – pregunto evitando un bostezo mientras me acomodo mejor en el asiento. Había sido una pésima idea haber tomado una siesta estando sentada. Sentía todo el cuerpo tensionado.  

   – Te habías dormido – responde rascándose la nuca.  

   – Puedo darme cuenta de ello. ¿Cómo me encontraste?  

No quiero ser tu lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora