Capítulo 19. No me dejes solo.

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P.V.Pablo

Seguí paseando por las calles de Cádiz, hasta que llegué cerca de la playa de La Victoria y decidí caminar por el paseo marítimo. Estuve paseando por allí como una hora, no había podido para de pensar en aquella chica, sus ojos eran tan bonitos y profundos, y su sonrisa tenía algo especial.

Tenía algo de sed asique decidí entrar en un restaurante para tomar algo.

Camarera: Buenas tardes.

Pablo: Buenas tardes.

Camarera: ¿Qué le pongo?

Pablo: Una coca-cola, por favor.

Camarera: Aquí la tienes.

Pagué la coca-cola y me di la vuelta con ella en la mano, para sentarme en una de las mesas, pero en el momento en el que me giré choqué con alguien derramándole el vaso encima.

¿?: Lo siento, ha sido mi culpa iba distraída con el móvil y no me he dado cuenta. –Dijo todavía en el suelo y sin levantar la mirada de la mancha de su chaqueta-.

Pablo: Tranquila, ha sido mi culpa, no debí de haberme girado así, a ver déjame que te ayude.–Dije agachándome para ayudarle a limpiar su chaqueta-.

Creo que le daba mucha vergüenza lo que acababa de pasar, tanto que ni si quiera se atrevía a mirarme a la cara.

Estaba intentando ayudarla a limpiar su chaqueta pero de repente nuestras manos se tocaron, y en ese momento sentí algo inexplicable por todo mi cuerpo, algo que me hizo sonreír enseguida.

Nos quedamos quietos sin separar nuestras manos, alzó la vista y de nuevo me encontré con aquellos bonitos ojos verdes, era ella, era la misma chica, la misma que no podía sacar de mi cabeza desde que la miré a los ojos.

Se quedó mirándome por un momento, pero enseguida separó su mano de la mía y se levantó, y yo después de ella.

Parecía seguir avergonzada por habernos chocado, no paraba de disculparse, pero creo que también se ha dado cuenta de que soy el mismo chico que se le quedó mirando en aquella cafetería.

¿?: Perdona, iba distraída y sin darme cuenta...

No la dejé terminar.

Pablo: Tranquila, no te preocupes, no importa. Me llamo Pablo.

¿?: Yo me llamo Lucía.

Pablo: Yo sí que lo siento por tu chaqueta, creo que va a ser difícil quitar esa mancha. –Dije con una media sonrisa-.

Lucía: No importa, la dejaré en la tintorería y ya está.

Pablo: Bueno pues hagamos una cosa, te invito a comer y más o menos cubro el gasto de la tintorería ¿no? –Dije sonriéndole-.

Lucía: No, tranquilo, de verdad que no pasa nada.

No quería que se fuera, quería conocerla, quería pasar un rato con ella, no quería dejar de verla.

Pablo: Bueno, ¿y si te lo pido como un favor?

Lucía: ¿Qué? –Dijo algo extrañada-.

Pablo: Es que, en realidad esta es la primera vez que vengo a Cádiz, y la verdad que no tengo ni idea de donde podría ir a comer, y como tú eres de aquí ¿verdad?, pues había pensado que tal vez me podrías ayudar.

Lucía: Es que...

Pablo: Por favor, ya son las dos y media y la verdad es que ya tengo un poco de hambre, por favor ayúdame ¿no?, ¿o me vas a dejar aquí muerto de hambre?

Todo por casualidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora