CAPÍTULO 24. "BRUTUS MANILOV, EL ÁNGEL NEGRO Y EL BESO."

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Rusia/ 1987 - Hace 26 Años.

-Este lugar es tétrico- Dijo una hermosa joven morena caminando tras una monja, quien se encogió de hombros despreocupadamente diciendo:

-Es una correccional de menores, señorita Cohen- La hermosa mujer siguió caminando en silencio, con su maletín negro fuertemente agarrado a su mano, por el oscuro pasillo por el que era guiada. Olía a húmedo y las luces parpadeaban como si el lugar estuviese abandonado o fuera una casa embrujada.

-¿Dónde están todos los chicos?- Preguntó cuándo la monja se detuvo frente a una puerta negra, gruesa. La monja sacó una llave y se giró.

-Señorita Cohen, tras esta puerta, están los próximos asesinos en serie, ladrones profesionales, estafadores y los mejores y más malos chicos de la sociedad rusa. ¿Está segura de querer continuar?- Mags frunció el ceño y suspiró. Ella siempre fue profesional y amaba lo que hacía, así que asintió segura y la monja se giró para abrir la puerta negra. Había celdas oscuras, cerradas totalmente, con barrotes gruesos que llegaban hasta el techo. De concreto todo era gris. Allí y todo olía igual y hasta peor. El olor a humedad estaba por todas partes.

-Hay tres mocosos encerrados por celda y los que están al final son los más peligrosos. Algunos mataron a su madre y algunos robaron una tienda, pero todos, todos son delincuentes- Dijo la monja llamando a uno de los guardias que estaban en los pasillos de aquel oscuro lugar. El guardia asintió con cortesía hacia las dos mujeres y Mags le dedico una sonrisa forzada.

-Guíala hacia la última celda Philp, la de Manilov- El hombre asintió y le dio la espalda a Mags, quien lo siguió. Todo estaba tan silencioso que le dio miedo, era anormal que en un lugar así reinara el silencio, más, y sobre todo, si había chicos problemáticos encerrados allí. El guardia se detuvo en la última celda y golpeó los barrotes con su porra, haciéndolos producir un ruido extraño.

-Manilov, ha venido la psicóloga a verte- La celda estaba oscura, no se podía distinguir absolutamente nada, así que parecía estar vacía. Mags escuchó un ruido y luego unos pasos. Un chico de unos 15 años salió de la oscuridad. Era alto, fornido y delgado, pero eso no fue lo que hizo retroceder a Mags, no ella retrocedió cuando vio sus ojos negros, oscuros como su alma. Su pecho tenía un tatuaje al lado de su corazón con letras chinas y sus pies estaban encadenados.

-So... Soy Mags Cohen y seré tu psicóloga por las siguientes dos semanas- El chico le sonrió abiertamente y Mags sintió escalofríos.

-No puedes ser mi psicóloga, me tienes miedo - Dijo este tomando una silla que Mags no había visto y sentándose sin esperar que ella se sentara en una silla que el guardia había dejado tras ella. Los barrotes y más de cinco metros los separaban.

-Eres muy observador- Dijo Mags tomando asiento también.

-¿No va a preguntarme que hice o porque estoy aquí?- Dijo el chico mirándola con atención. Mags abrió el maletín que llevaba con ella y tomo de él un libro. Se levantó y camino con paso vacilante hasta los barrotes.

-Si es una biblia o un libro religioso no lo quiero- Dijo el chico casi gruñendo. Mags se detuvo, luego suspiró y armándose de valor dio otro paso hasta llegar a los barrotes. Metió la mano en la que llevaba el libro y dijo.

-¿Has leído a Sherlock Holmes, Brutus?- El chico suspiró y se levantó. Caminó hasta los barrotes pero las cadenas se lo impidieron. Gruño golpeando el suelo y Mags sonrió sin darse cuenta. Cuando el levantó la mirada y la vio sonriendo, por una vez en su vida, él sonrió también con sinceridad, sin malicia porque aquella mujer que le tenía miedo le había sonreído con sinceridad también.

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La Maestra De Mi Hijo (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora