CAPÍTULO 58 "AMOR"

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Hay muchas formas de describir el amor, así como hay formas diferentes de catalogarlo. Está el amor fraternal, ese que está en las sonrisas y la complicidad, entre personas que no necesariamente deben llevar tu sangre corriendo por las venas, pero son personas capaces de cuidar de ti, de amarte verdaderamente.

-¿Por siempre juntas?

-Siempre

Palabras que son promesas silenciosas y perfectas que crean lazos que no pueden romperse jamás. Amistades forjadas en acero inoxidable, cadenas que sobreviven a pesar de la distancia y los años lejos.

-Tu eles mi hemanito y yo soy tu hemanita y me tienes que contal un cuento y ya.

Lazos de amor fraternal que se crean con palabras inocentes, y lazos de sangre fuertes.

Andie miró a su hermanito sonreírle mientras la alzaba en sus brazos para escoger un cuento que él iba a leerle porque ella se lo estaba pidiendo a él.

Amor, ese de un padre hacia su hijo. Un orgullo que hace crecer el corazón y levantarte para aplaudir, tan solo para ver a tu hijo sonreírte como nunca antes lo había hecho, amor.

Peeta se levantó cuando Anthony cerró los ojos y movió sus manos de forma fluida a través de las teclas de marfil del piano, tocando de forma profesional. Aplaudió. Era la primera vez que lo veía tocar en vivo en un musical. El sonido de los aplausos le obligó, a Anthony, a mirarlo. Anthony sonrió, y Peeta no dejó de aplaudir, prometiéndose no faltarle jamás a su hijo, así su vida dependiera de eso.

-Te amo hijo y estoy muy orgulloso de ti.

Amor maduro. Amor sencillo. Ese sentimiento que no necesita palabras.

Haymitch miró a su esposa sonreír como nunca al ver a sus nietos jugando. Se veía hermosa. Llevaba su cabello recogido en un moño descuidado. Eso lo hizo recordar cuando la conoció, cuando él, siendo un hombre casado, se negó a sentir amor porque le debía respeto a la madre de sus dos hijos. Effie alzó la mirada y sus ojos brillaron de forma maravillosa. No hicieron falta palabras Haymitch sonrió al verla sonrojarse. Era como cuando se habían conocido. Ella estaba en la camilla de un hospital y acababa de perder a su bebé. El bebé, hijo de un bastardo que la había abandonado a su suerte. La hizo sonreír a cada momento porque su sonrisa le iluminaba el alma y hacia latir su corazón.

-Te amo.

No necesitó decirlo, aun así lo formuló con sus labios para verla hacerle un guiño coqueto y lanzarle un beso. Amor.

Hay amor puro, ese que nace cuando de repente te das cuenta que sus ojos brillan de una forma maravillosa y que vas a arriesgarte, que vas a intentar ganarte su corazón o una patada en el culo, amor joven, amor ingenuo, amor puro, bello, amor inolvidable.

-¿Que... - John se detuvo cuando Anthony lanzó su mochila al suelo, junto con su libro de matemáticas.

Reprimiendo sus miedos y armándose de un valor que jamás podría volver a tener, caminó hasta Claire, quién al sentir su mirada lo miró también cerrando la boca, dejando de hablar, obligando a sus amigas a mirar en la dirección en la que ella miraba. Y sin dejarla decidir, o si quiera pensar, la besó, porque llevaba días, desde que se fue a Los Ángeles, queriendo besarla y para su sorpresa no hubo un derechazo, o un golpe en la entrepierna que lo dejara impotente de por vida. No. Claire sonrió sobre sus labios y le devolvió el beso, abrazándose a su cuello como si la vida se le fuere en ello y allí empezó una nueva historia de amor puro.

John sonrió abiertamente y Mark susurró:

-Joder.

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La Maestra De Mi Hijo (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora