Capítulo 48- Llévame

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HELENA

Desperté con el zumbido de mi celular, y tenía meses sin recibir un mensaje interesante, un mensaje de Colin. Febrero y estaba de visita en Nueva York, giré mi cuerpo en el colchón y me preparé para escapar a hurtadillas de la casa del tipo con el que me había acostado la noche anterior. Mucho alcohol los últimos días de mi vida, alcohol y bailar para llenar mi soledad.

No había visto a Sara ni a Manuel desde la graduación, me había mudado a un apartamento en el edificio de la señora Dawson y mi tiempo libre lo ocupaba con ella o emborrachándome sola en algún lugar.

–Mhmmm....– dijo el tipo en la cama, era hermoso, pero...Colin lo era más, el tipo abrió los ojos y dejo salir una risa.– No puedo creer que seas de esas que no se queda en la noche.

Su voz me hizo sobresaltar, era gentil y seductora, también me asusté, era el primero que le hacía algo así.

–Tengo que ir a otro sitio...

–¿En San Valentín? Quédate...

–Lo siento...

–¿Te puedo llamar alguna vez?–No dije que no y salté fuera de la cama, me vestí y llamé a un taxi, y recordé que el tipo se llamaba Maximilian.

–Déjame llevarte...¿A dónde vas?

–No creo que sea necesario...gracias– le dije rápidamente mientras me ponía mis zapatos, el tipo también saltó fuera de la cama y me miró con cuidado.

–¿Estas casada, eso es?– me preguntó, se acercó a mi y yo escapé de su lado, no se suponía que un tipo de un bar fuera así conmigo, no lo conocía, o si...era uno de los botones del hotel. Al terminar mi turno me senté a beber en el bar del hotel y él apareció, cargaba unas cajas de vino hacia la parte trasera, estaba tan ebria que lo invité a sentarse a mi lado, después nos comíamos a besos en la lavandería y culminamos en su cama, en un cuartucho de un primer piso en Brooklyn.

–No estoy casada.– le dije cortante, caminé hacia la puerta de la habitación.

–Mi compañero de cuarto puede oírte, déjame llevarte...

–Mira...yo tengo que ir a ver a alguien ¿De acuerdo?

–¿Tu novio?– me pregunta, negué, Colin no era mi novio, no era nada mío, era un sueño que tenía, nada más, estaba siendo impulsiva y ridícula al correr a sus brazos, decidí no irme. Voltee y le di un beso a este nuevo sujeto, él sostuvo mis caderas y me lanzó en la cama en donde volvimos a hacerlo y caímos en los brazos de morfeo, se sentía bien dormir abrazada de alguien.

Desperté y no sabía en dónde estaba, miré que estaba desnuda y me lamenté, salté fuera de la cama, fui al baño, me miré en el espejo y supe que esa que miraba no era yo, era una perversión de mi misma, yo no era así, al menos no solía ser así, quince de Febrero, día de los desamorados.

Lavé mi cara y el agua estaba extremadamente fría, mis ojos estaban rojos, pedían más horas de sueño, escuché mi celular sonar y salí del baño, me lancé en la cama y lo cogí rápidamente.

–Hola hija...– me saluda mi madre, tenía días sin escuchar su voz, lo menos que deseaba, ahora tendría que contarle sobre este nuevo tipo con el que dormí.

–¡Mamá cómo estas!– me emocionaba hablar con ella, eso no podía negarlo.

–Helena...te tengo una mala noticia, no se cómo te caerá pero Jane, no se si la recuerdas murió ayer.

Sabía bien quién era Jane, la novia de Robert, la había conocido cuando era apenas una niña y ahora estaba muerta. Debía ir a Inglaterra, esa era una llamada de auxilio de mi familia.

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