Capítulo 8

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Debería haber estado nervioso, pero no. Quizá, mi corazón debería haberse acelerado, no ocurrió. Mi sangre, congelado, tampoco pasó. Mi aliento, entrecortado, no. Nada de eso pasó. Estaba tranquilo y seguro de lo que estaba haciendo como si jamás hubiese dejado el trabajo.

Miré a Alessa y noté que sus manos temblaban. Así estuve yo cuando abrí el primer maletín –una mezcla de nervios, ansiedad, desesperación- y, también, cuando me llegaron el segundo y el tercero y el cuarto... Luego de un tiempo, comenzabas a acostumbrarte. O eso creías, pero ¿en verdad llegabas a acostumbrarte a matar? No. Es una adicción, lo necesitarías. Yo lo necesitaba. Era mi droga. Una droga más poderosa que la cocaína.

Abrió, entonces, el portafolio. Lo primero que vi fue una "S" y una "V" grabadas en el medio de la separación de los lados. Estaban hechas de color plateado. No entendía que significaba eso. Lo segundo que vi –esta vez sí me quedé sin aliento- fue una cantidad enorme de fajos de billetes que cubrían todo el portafolio. Alessa exclamó un gritito que se apagó de inmediato. Había una hoja colocada en el centro de la parte que aún estaba apoyada sobre la mesa. Alessa lo tomó y lo leyó en voz alta.

-Cien mil dólares.

Sus ojos se dieron vuelta. Creí que iba a desmayarse pero logró recuperarse a tiempo. Me llevé las manos a la cabeza. Era una cantidad impensada. Jamás se me había pagado tanto por un trabajo. Ahora sí una sensación me invadió los sentimientos. Tenía miedo ¿A quién debería yo matar que era tan importante para valer eso?

Vi a mi chica comenzar a sacar los fajos y contarlos. Bueno, no creo que hayan estado mintiendo con esa suma pero no estaba mal asegurarse, por las dudas. Retiró los fajos de la tapa que estaba colgado en el aire y noté un cierre que corría por el ancho de la tapa.

-Espera –dije al tiempo que me acercaba a la mesa.

Tomé el portafolio y abrí el cierre. Una hoja yacía en el interior. La saqué. Aquí estaba el hombre que debía asesinar. Mi objetivo. La misión. Acerqué el papel hacia la ventana para obtener más luz. Lo hojeé. Había una fotografía de un hombre saliendo de un automóvil. Traía puesto un sobre todo color negro. Tenía el pelo un poco crecido pero prolijamente peinado. Llevaba una barba abundante que le cubría toda la parte inferior de la cara. No había nada más que ver. Creía que si lo tenía delante de mí podría reconocerlo sin dificultad. Debajo de la foto, una descripción. La leí en voz alta.

-Ihan Avci.

Edad: 49 años.

Nacionalidad: Nació y su actual residencia es Estambul, Turquía.

Altura: 1,82 metros.

Peso: 76 kg.

Esposo y padre de un hijo. Amante de la ópera. Trabaja para el gobierno turco en forma secreta.

Eliminar.

-Wow –exclamó Alessa. –Vaya hombre el que nos tocó.

-Espera sigue –continué leyendo. –Alójese en el hotel "Double Tree by Hilton Hotel-Moda". La habitación estará reservada a su nombre.

-Vaya, por lo menos nos dan hospedaje –dijo irónicamente.

-Sí –asentí entre risas. –Parece que nuestro amigo americano se encabritó con un turco ja ja.

-¿Americano? –preguntó con sorpresa. -¿Cómo lo sabes?

-El hombre que asesiné en el muelle hablaba un claro inglés americano. Es una deducción.

-Bueno, aquí están todos los billetes –dijo cambiando de tema.

Asentí también a eso. No tenía dudas. Le entregué la hoja y la guardó dentro, sin antes echarle una mirada a la foto. Me entregó el maletín y nos dispusimos a dejar el lugar.

El Precio De Un AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora