El comienzo...

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Acababa de cumplir los 20 unas semanas antes, había terminado la secundaria cerca de dos años atrás y aún no sabía si quería ir a la universidad o simplemente buscar trabajo... No sentía que fuera buena para nada en especial, si me preguntaban que me veía haciendo a futuro, ponía los ojos en blanco y no encontraba respuesta alguna.

La verdad siempre fui un poco desastre a la hora de pensar en mi misma y mi futuro, era la definición perfecta de no saber que hacer con mi vida y estar perdida en el campo de las desiciones trascendentales.

Lo cierto es que muy a pesar de mi madre, evitaba pensar en todo aquello de hacerme cargo de mi misma.

No sé si creía en el destino pero... Supongo que el destino si creía en mi, yo no lo sabía, pero estaba a punto de alcanzarme.

Ese día estaba sola en casa, mi madre es enfermera, tenía el turno de la noche toda la semana, eso fue un cambio imprevisto, una de sus compañeras había sufrido un accidente y le tocó reemplazarla de último momento. Cuando las cosas están por pasar, todo se acomoda a la perfección. Yo estaba viendo una película bastante aburrida, tanto que preferí apagar la Tv, de cualquier manera ya era tarde así que me disponía a dormir o al menos intentarlo.

No sabría decir si la película estaba en realidad tan aburrida o era que yo no estaba de ánimos para la televisión, lo cierto era que me encontré a mi misma dando vueltas en la cama, ardía.... Mi cuerpo ardía, aunque el aire acondicionado estuviera a la máxima potencia, quería sexo, necesitaba sexo...

Aviso importante, nunca fui una santa, mi vida sexual había comenzado a mis 17, linda manera de festejarlo, mi primera vez se la di a un amigo de mi hermano, era muy guapo, a mis 20 había tenido ya varias parejas, lo había pasado bien, eso era innegable, no solía arrepentirme de las decisiones que tomaba.

Aunque en ese momento estaba pasando por una época de sequía, sola y muriendo de deseos, "No te puedes ir Eva Luna", escuchaba la voz de mi madre en mi cabeza, "Tienes que cuidar la casa Eva Luna", seguía repitiendo su voz.

Me senté en la cama,  agarré mi teléfono para ver los contactos, si yo no podía salir, alguien podía visitarme y solucionar mi problema, pensé que sería la solución además de un excelente plan.

No, no, no, no decía mientras pasaba por los contactos en mi teléfono, eso me desanimó, no quería a las mismas malas experiencias de siempre, quería algo más, algo nuevo, algo diferente.

¿Talvez una app de citas?

Me asomé por la ventana, la luna estaba enorme, ladeé un poco la cabeza y suspiré...

—¡Hey luna! Todos te piden amor, ¿yo? Yo paso, pero una buena sesión carnal no me vendría mal ¿Qué dices luna? ¿Qué tal una noche épica para mí? —Terminé diciendo en tono de suplica.

Volví a mi cama resignada, tal vez me lo haría yo misma...

Estuve un rato mirando el techo, cuando de un momento para otro todo quedó en tinieblas.

—¡Perfecto se fue la luz! —Me quejé en voz alta.

Un momento...

Algo no cuadraba.

El aire acondicionado seguía encendido. Por las cortinas podía ver los reflejos de luz en la calle, sin embargo mi habitación era solo penumbras.

No podía ver nada, puse los dedos delante de mis ojos y no logré verlos, de pronto me pareció que algo se movía entre las sombras de mi habitación, forcé la vista para tratar de vislumbrar aquella sombra difusa que escapaba de cualquier explicación racional, mi cuerpo se paralizó y sentí una gota de sudor frío resbalando por mi cuello, una silueta de forma humana se acercaba a mí, estaba aterrada, no podía moverme, no podía gritar.

Ángel NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora