Eres tú [1]

11.6K 748 110
                                    

Habían pasado ya dos años desde que mi visitante nocturno había venido por última vez.

Era extraño pero aún pensaba en él, sobre todo cuando estaba con otros hombres, ninguno era como él, prácticamente me había arruinado el sexo para siempre, ¿Cómo se supone que lo disfrutaría sin él?

Había conseguido trabajo en una agencia publicitaria que se especializaba sobre todo en la creación de logotipos, pero yo solo era la recepcionista, daba información a los clientes, contestaba el teléfono, entregaba pedidos, etc, nada especial, nada del otro mundo, odiaba la camiseta del uniforme, era un tono verde vómito horrible, me quedaba muy mal.

Pero en general estaba bien, no me pagaban mal y para mis necesidades me alcanzaba, no me quejaba, además cuando no estaba atendiendo clientes o en el teléfono podía jugar en línea o chatear con Sol, mi jefe me daba muchas libertades porque entre otras cosas, quería meterme en su cama, no era una santa, pero no tenía intención alguna de tener sexo con ese hombre, claro que eso él no lo sabía y no tenia por que saberlo, estaba bien que siguiera creyendo que cada día estaba más y más seducida.

La oficina tenía grandes puertas de vidrio que se abrían automáticamente cuando la gente entraba o salía, una de las paredes también era de vidrio justo en la parte por donde se encontraba mi escritorio, por lo que la gente que pasaba por la calle podía verme y yo a ellos.

Ese día Lunes cerca de las 11A.M. levanté la mirada del monitor de mi computador y vi un hombre recargado en una de las jardineras de la calle, me miraba fijamente, lo miré un momento y luego desvié la vista, pero seguía sintiéndome observada, cuando volví a verlo él seguía ahí parado mirándome fijamente, decidí no hacerle caso, después de un rato se había marchado.

El día martes fue lo mismo a la misma hora, ese hombre apreció como de la nada e hizo lo mismo... mirarme, pensé que posiblemente era nuevo en el sector, había muchos negocios por el lugar, sería un mensajero, por eso tenía que estar afuera.

Lo mismo se repitió toda la semana, ese hombre vino todos los días y se paró afuera de la oficina a mirarme.

El día viernes, él apenas había llegado a su habitual lugar a mirarme, cuando Marny una de las chicas del departamento de arte se acercó a mi escritorio.

—Luna ¿Tienes el número de teléfono del señor Castro?

—Si, ya te lo paso —Respondí.

—¿Quién ese tipo que te mira desde afuera? ¿Algún amante que dejaste antes de tiempo?

—No tengo la más remota idea, toda la semana ha hecho lo mismo, se para ahí un rato y luego se va.

—Mmmm ¿De qué va eh? ¿Es emo, roquero o que se trae?

—Tal vez es una mezcla de ambos o solo es un alma atormentada, quién sabe...

—Ten cuidado Luna, su mirada es rara.

—No creo que tenga que preocuparme —Le dije a Marny mirando al hombre que me devolvía la mirada desde la calle.

Estaba todo vestido de negro, jeans ajustados, camiseta, una chaqueta de cuero y botas, su cabello era negro también, era liso y lo tenía largo hasta la nuca en la parte de atrás, adelante lo llevaba más corto con el fleco peinado hacia un lado tapando la mitad de su frente, tenía la nariz perfilada y sus ojos eran muy grandes y de un hermoso tono de azul, en realidad era muy atractivo, estaba fumando un cigarrillo, sin quitarme la vista de encima.

—¿Qué ves Luna? —Me preguntó Mariela otra de las chicas de la oficia.

—Al tipo que no deja de mirar para acá adentro.

Ángel NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora