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Alya miró aburrida por el objetivo de su cámara, se estaba ocupando de cubrir la inauguración de un nuevo parque a las afueras de París para el periódico en el que trabajaba. Había cosas mucho más interesantes que escribir pero a pesar de su talento la asignaron aquello. Le había llamado inepto a su jefe, con suerte no la despidieron. Por lo menos ya le quedaba poco, se dijo entre suspiros. Los aplausos inundaron el parque y con la despedida del alcalde la gente comenzó a marcharse. Alya empezó a recoger sus cosas pensando que escribir el artículo sería bastante sencillo. Cómo añoraba a Ladybug y a Chat Noir, echaba en falta escribir sobre su superheroína preferida.

Sin embargo, los héroes desaparecieron ocho años atrás, tras derrotar al peor de los villanos que París había visto. La gente pensaba que habían muerto para proteger a los ciudadanos.

La morena se acomodó las gafas y caminó hacia su pequeño coche, con la mente ausente pensando en el pasado. Habían cambiado tantas cosas... ella misma llevaba saliendo dos años con Nino, ¡con Nino! En el instituto lo consideraba un amigo y nada más, pero con el tiempo el se fue acercando más y más hasta que Alya cayó en las redes del amor. Vivían juntos en un pequeño apartamento del centro casi al lado del edificio donde Nino trabajaba como cámara de televisión.

Marinette también pasó por muchas cosas, no obstante su amor por Adrien seguía ahí, a pesar de que ella lo negara y de todo el tiempo que había pasado.

Lo peor, a su parecer, es que Adrien sentía lo mismo por Marinette según le había contado Nino. A Alya le fastidiaba porque no podían estar juntos a pesar de sus sentimientos. ¡Qué rabia! Ojalá el modelo se hubiese dado cuanta antes de sus sentimientos. No, el señorito tenía que contárselo a su mejor amigo vía e-mail una semana después de irse. Alya se crispaba con el tema y a petición de su novio no se lo había contado a Marinette.

Abrió el maletero con aire distraído para dejar la cámara de fotos y la grabadora. El tono de llamada de su móvil la espabiló. Era Nino. Tendría que ser importante para que la llamase en ver de escribirla un mensaje.

—¿Nino? ¿Ha pasado algo? —preguntó preocupada al descolgar.

No, no. Nada grave. Esta noche íbamos a cenar con Marinette, ¿no?

—Sí, ya es viernes. ¿Por qué lo preguntas?

Adivina quién acaba de volver de Londres.

La cara de Alya se iluminó y una sonrisa sabionda apareció en sus labios.

—Nino, me parece que tendremos que hacer un ligero cambio de planes en la cena. Habrá que llamar al restaurante para que añadan una silla más a la reserva.

Ya lo hice. Sabía que pensaríamos lo mismo, cariño.

—Perfecto, hablaré con Marinette para decirle que será una cita doble... a ciegas. Me matará pero no nos dejará tirados.

¿Y por qué directamente no le decimos nada?

—¿No crees qué así será más emocionante? Esperará con fastidio a un desconocido y ¡Tachán! De repente aparece el mismísimo Adrien Agreste.

No sé si pensar que eres un ángel o un diablillo travieso, en fin, ¿nos vemos en una hora para terminar de planear la velada? Hablaré con el señor Agreste para que no le diga nada a Marinette.

El padre de Adrien, sorprendentemente, había suavizado su carácter con el tiempo. Sobretodo con ellos cuando decidió que Marinette era el mejor partido para su hijo a pesar de sus orígenes humildes. Era una diseñadora con mucho potencial y alguien con el talento suficiente para ocuparse de la marca una vez Gabriel se retirarse.

Después de la calmaKde žijí příběhy. Začni objevovat