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Ya era hora de que Ladybug y Chat Noir aparecieran. No habían pasado ni ocho minutos, pero Alya estuvo a punto de salir herida dos veces y ahora abrazaba a una de las niñas del orfanato que al huir había caído cerca de ella mientras grababa. La Akuma había cerrado un perímetro así que la gente que no pudo salir a tiempo ahora estaba atrapada dentro; incluidos el alcalde y el artista que hizo la estatua, a los que Dark Artist tenía como rehenes. Se podía entrar, pero no salir. Alya dejó la cámara de lado al escuchar el llanto de la niña, abrazándola con más fuerza.

—¿Estás bien, Michelle?

—Sí señorita Alya, Michi confía en que Ladybug y Chat Noir llegarán pronto.

La niña tenía siete años. No había conocido a los héroes de París y aún así creía en ellos por todas esas historias que le habían contado sus cuidadores. Alya ya adoraba a esa niña.

Diez minutos. La periodista observó como Dark Artist iba a empezar a divertirse haciendo sufrir al escultor. El hombre soltó un alarido horripilante de dolor cuando la Akuma le rompió el pulgar de la mano derecha. Fue tan fuerte que Alya se estremeció y Michelle aumentó su llanto por el miedo. Antes de que Dark Artist pudiera seguir con los dedos del escultor, un bastón impacto contra ella, apartándola del hombre.

—La envidia no es nada imprrrrrsionante señorita. Debería ser más deportiva.

Alya sintió un calor en el vientre por la emoción al reconocer ese chiste malo, le había cambiado la voz pero no cabía duda de que era el mismo Chat Noir de hacía ocho años. No habían muerto, seguían con vida. No pasaron ni cinco minutos cuando otra voz se hizo presente:

—Perdón por la tardanza, gatito, me ha pillado tan de sorpresa que he tenido que hacer malabares para poder venir.

Al escuchar la voz de Ladybug Alya rompió a llorar; no sabía si era por la emoción y felicidad, por el alivio de saber que sus héroes estaban bien o porque el miedo que había sentido por un villano totalmente distinto al resto se había esfumado. Lo único que Alya sabía es que cuando por fin la dama de rojo y el caballero de negro aparecieron en su campo de visión es que, a pesar de que habían cambiado con los años, su esencia era la misma que la de los héroes de su adolescencia. La periodista apartó levemente a Michelle para que la niña viese por primera vez a la mariquita y al gato, los ojos miel de la pequeña se iluminaron de ilusión. Alya volvió a grabar con la cámara justo cuando la Akuma se acercó a los héroes.

—¡Vaya! ¡Ya era hora! —Dark Artist parecía haber ignorado el primer comentario de Chat Noir—. Os estaba esperando, chicos. Mi nombre es Dark Artist y tengo un trato que proponeros.

—¿Un trato? —Ladybug se cruzó de brazos y alzó una ceja, incrédula—. No sé si vamos a tener el mismo concepto de trato.

—Oh, cierto, en realidad es más como un juego: una apuesta.

Chat Noir y Ladybug compartieron una mirada. Chat Noir se puso en guardia y Ladybug siguió interactuando con la villana:

—No creo que sea buena idea aceptar una apuesta de un Akuma.

—Nos puedes timeawar.

Ladybug se golpeó la frente y soltó un suspiro, Dark Artist se quedó perpleja y Alya rió por la nostalgia a pesar de que el comentario no le había hecho gracia.

—¡Chat! ¡Esto es serio! —le regañó la heroína.

—Lo siento, my lady, me sale solo.

Dark Artist carraspeó para volver a llamar la atención de los héroes, quienes volvieron a ponerse serios.

—En fin, el juego es simple. Creo un laberinto, vosotros os metéis en él y yo os voy atacando hasta que lleguéis al centro y lucheis cara a cara contra mí. Yo dejaré libre a todas las personas que se han quedado atrapadas aquí dentro menos a la escoria que me robó el honor de exhibir mi estatua antes del juego y si algún mirón quiere quedarse a ver la pelea estará a salvo. Si perdéis me quedo con vuestros Miraculous y mi venganza, si ganáis pues... simplemente ganáis, así de simple.

Después de la calmaWhere stories live. Discover now