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Se podía decir que Marinette estaba muy nerviosa, cada hora que pasaba se iba sintiendo peor. Era lunes y las secuelas de su ajetreado fin de semana le pasaban factura.

El sábado había sido relativamente tranquilo hasta que llegó la hora de la visita al maestro Fu. La reunión fue corta pero intensa. En resumidas cuentas se enteraron de que el kwami de Hawk Moth ya había despertado, les extrañaba que no hubiese hecho movimiento alguno todavía, sin embargo, eso sólo hacía que la tensión fuese mayor. Fu había dado a entender que sabía más de lo que les dijo a pesar de que no les comentó nada más. Marinette conocía perfectamente al centenario hombre. Se despidieron sabiendo que a parte de los Miraculous de la mariposa, la buena y la mala suerte Wayzz había sentido la presencia de uno más.

Eso ya era suficiente para tenerla en constante estrés, mas la cena de después remataba su sensación de nerviosismo. Básicamente Gabriel les había soltado que le gustaría que le dieran nietos.

Había sido una insinuación, no obstante Adrien y ella la pillaron al vuelo. Que les dijera que en una reunión con un proveedor éste había tenido que llevar a sus nietos y que al verlos corretear por ahí se había imaginado una situación similar en la mansión Agreste era revelador. Muy revelador. Sobretodo viniendo de alguien tan estoico como el diseñador. Quitando ese momento la cena había sido bastante normal, hablaron de negocios y de moda, dejando un poco de lado los temas más personales.

El domingo lo había pasado evitando a sus vecinos cotillas y a la prensa. Los rumores de que la mano derecha de Gabriel Agreste y su hijo y conocido modelo estaban saliendo se habían esparcido rápidamente. Todo París hablaba de ello y casi no había podido salir de casa por culpa de los periodistas. Alya ni siquiera pudo ayudarla ya que la prensa rosa no era lo suyo y no tenía ningún contacto.

Marinette dejó caer la cabeza contra la mesa de su despacho y suspiró con frustración. Incluso ese día Gabriel había tenido que enviarle un coche con el antiguo chófer del instituto de Adrien. Salir de casa para llegar al trabajo fue todo un show. Levantó la cabeza de la mesa y se dio dos palmadas en las mejillas, necesitaba centrarse y ponerse a trabajar en la colección primavera-verano, la reunión de diseñadores sería pronto y ella siendo la más importante necesitaba llevar, al menos, un par de primeros diseños ya hechos.

El último pensamiento que tuvo antes de meterse de lleno en su trabajo fue simple, deseaba que pronto surgiera una noticia aún más interesante que la de su falso noviazgo con Adrien, quería que la dejasen en paz.

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-No les he dicho nada de ti -comentó en anciano, dándole un sorbo al té.

El rubio le miró fijamente, esperando a que Fu dijese algo más. Como no lo hizo contestó:

-Puedo entender tus razones, y aunque estoy de acuerdo contigo en que todavía no sepan que Gabriel es la polilla, discrepo en eso de que no sepan quien soy y me conozcan -hizo una pausa para beber él también-. Quiero ver a Adrien, maestro, quiero hablar con él.

Fu comprendía perfectamente los sentimientos de Alain, pero era demasiado pronto. Le observó, los ojos de un azul grisáceo del hombre brillaban con súplica y su pelo rubio, casi albino, le recordaba mucho al de cierta persona, la única diferencia era que Alain tenía el flequillo peinado hacia un lado y el pelo le llegaba hasta debajo de las orejas. Si no fuera por el estilo de peinado los confundiría con facilidad. Y no sería el único. Negó con la cabeza suavemente, le hizo una seña a Wayzz con la mano y el kwami al entenderlo salió de la habitación.

-Y lo harás, tranquilo. Es demasiado pronto y puedes confundirlos más. Espera un poco, sé que eres paciente. Las cosas pasan cuando tienen que hacerlo.

Después de la calmaWhere stories live. Discover now