Capitulo 23

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Desde aquella visita todo cambió. Estuvimos todo el día juntos, me acompañó a hablar con el doctor, comimos en el comedor de la clínica, pasamos toda la tarde en el jardín ya fuera paseando o sentados en alguno de los bancos que allí había. Hablamos de todo lo que había pasado este tiempo, me contó aquellos sentimientos que le rondaban por la cabeza durante su secuestro. Me sentía comprendida y, por primera vez, supe que alguien, verdaderamente, me entendía. Ahora tenía toda esa fuerza que me había faltado este tiempo atrás. Ahora si estaba verdaderamente convencida de que saldría de este agujero negro en el que me encontraba.

Se fue por la noche, algo después de la cena. Esa noche dormí bien. Y cuando digo bien, quiero decir que por primera vez no me preocupé por quien estaría planeando llevarme a algún zulo. Al día siguiente seguí con mi rutina de terapias, pero, ahora, me abrí como nunca antes lo había hecho. Lo saqué todo fuera y en las cartas dirigidas a Spencer no me callé nada. Sentía como la gente se preocupaba por mí, y poco a poco, comencé a entablar relación con otros internos. Hice varios amigos, quienes me contaron los motivos por los que se encontraban allí. Eran tristes. Estar en aquel lugar nunca podría estar relacionado con algo bueno, sus historias iban desde violaciones, hasta intentos de asesinato. También encontré algún caso de acoso escolar en varios de los adolescentes que se encontraban allí.

Fue así, como comprendí que no hay ni un ser humano que no sufra a lo largo de su vida. De cierta manera estamos condenados a pasar por diversos hechos que nos harán daño. Cosas que no olvidaremos, pero, que debemos superar. Porque, aunque la vida pueda ponerse difícil y ser una carga, es maravillosa. Dejamos pasar las pequeñas cosas más sencillas, como un bonito amanecer, porque las vivimos todos los días. Pero no por eso deben de dejar de tener importancia. Hemos de quedarnos con todo lo bueno, no con lo malo.


Ya se habían cumplido unos 8 meses desde que entré a la clínica.

Era un martes cualquiera y me encontraba haciendo la maleta, había llegado mi hora de salir. Spencer no sabía nada de esto, pues quería darle una sorpresa y presentarme en su oficina. Al salir de la habitación, me despedí de todos mis amigos que me habían acompañado en los duros momentos y en cada uno de los doctores que habían hecho posible que me levantara cuando decaía. Tomé un TAXI que me llevó al aeropuerto. Mi avión salía en una hora, por lo que fui tranquila para pasar las maletas por la puerta de embarque y dirigirme a los controles policiales. Cuando ya me encontraba en el avión me dispuse a pensar en cada una de las cosas que habían pasado. Había vendido mi antigua casa con ayuda de unos amigos familiares, les había mandado una carta a cada una de las personas que hicieron algo por mí y por mi difunta familia en aquellos duros momentos. No quise volver a aquel lugar, no por ahora. Acaba de salir de los peores momentos de mi vida y aun necesitaba acostumbrarme a volver al exterior. Compré un apartamento en Quantico, me matriculé en la universidad para empezar el próximo curso y acabar la carrera. Solo me quedaba un año por lo que pagaría mis gastos con lo que había sacado de vender la casa y, si algo iba mal, con la herencia de mis padres.

El vuelo se me hizo corto, ya que fui leyendo cada una de las cartas que me había escrito Spencer. Creo que llegaban a más de 200 cartas.

Cuando bajé del avión el corazón me latía como si se me fuera a salir del pecho. Le di al taxista la dirección de las oficinas del FBI y nos dirigimos hacia allí. Al llegar le pregunté a la recepcionista en que piso se encontraba la UAC, era en el 6º. Subí en ascensor con los nervios a flor de piel, al abrirse las puertas vi una sala llena de mesas de escritorio y una cantidad de agentes trabajando. Miré hacia la izquierda y allí lo vi. Estaba concentrado, leyendo algún informe y no se percató de que había llegado. De repente se levantó de su silla y, al alzar la vista, me vio. Por un momento no reaccionó pero después corrió hacia mí y me abrazó levantándome del suelo.

-Victoria, no me lo puedo creer. ¿Qué haces aquí? -Dijo rápidamente.

-Ya acabé con el tratamiento y pensé en darte una sorpresa.

-Eso ha sido una idea maravillosa. -Nos quedamos mirándonos a los ojos con una sonrisa, hasta que su mirada bajó a mis labios. Si creía que mis nervios habían desaparecido me equivoqué. Se fue acercando poco a poco a mí y justo creía que me iba a besar cuando....

-¡¡Victoria!! -La voz de Morgan se escuchó desde el otro punto del pasillo. Vino corriendo hacia mi y me envolvió en sus fornidos brazos. -¿Como estas?

-Genial, he salido de la clínica.

-Como deseaba escuchar eso. -Esta vez fue JJ quien habló, me abrazó con dulzura y tras ella vi a Rossi y García.

-¿Qué planes tienes ahora? -Me preguntó Rossi tras abrazarme.

-Pues me compré un apartamento aquí en Quantico y acabaré la carrera.

-Esto se merece una cena en condiciones. -Dijo García ilusionada.

-Completamente de acuerdo. -Escuché decir a Hotch tras de mí. 

Pasé un rato con ellos, mientras que Spencer y yo intercambiábamos miradas cómplices.

Me encantaba este equipo, eran como una familia y me acogieron como si fuera una más. Tenía la certeza de que si no hubiese sido por ellos, no estaría con vida.


Oscuridad (Spencer Reid)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora