Capítulo 1

2.6K 84 8
                                    

No habría un día más perfecto para celebrar una boda. El pronóstico meteorológico había descartado cualquier posibilidad de lluvia, y el sol bañaba el ambiente con su cálida luz, mientras una brisa suave acariciaba a las personas reunidas. Los novios se preparaban con meticulosidad, mientras los invitados aguardaban impacientes el momento de la unión. Samantha tenía la responsabilidad de organizar la ceremonia, pero no era una boda común. En cuestión de minutos, vería cómo Fredwar Benson le juraría amor eterno a una mujer que no era ella.

Seattle, Washington.
Nueve años atrás.

Los gritos de un joven de cabello castaño resonaban por todo el departamento, y Carly, como siempre, intervenía, ya cansada del escándalo de sus mejores amigos.

"Sam, sé amable y deja de golpear a Freddie", volvió a intervenir Carly para poner fin al castigo al pobre Freddie.

"No es mi culpa, él me provocó", se justificó Sam, deteniendo sus golpes al castaño.

"Yo solo estaba hablando del lenguaje binario y de cómo puede ser utilizado para comunicarse en situaciones de peligro".

"Ahí está", señaló la rubia, "su parloteo ñoño me incita a golpearlo para que calle".

Era un día común en la vida de los tres amigos inseparables. La rutina permanecía inmutable. Por las mañanas, Marisa, la madre de Freddie, llevaba a Freddie y Carly a la escuela, donde se encontraban con Sam. Luego asistían a sus clases, caminaban juntos de regreso a casa, a veces ensayaban para el programa, otros días jugueteaban, y llegado el momento, transmitían iCarly. Las peleas entre el castaño y la rubia eran comunes, pero nunca escalaban a nada grave.

Con el tiempo, Carly notó un cambio. Sus amigos se atacaban con más fuerza, con la intención de lastimarse mutuamente. Samantha optaba por el daño físico, sus golpes eran más contundentes. Por otro lado, Freddie respondía con palabras hirientes. Por cada golpe recibido, él se desquitaba con ofensas o recordando a Sam partes de su vida que aún la herían. Lo que Carly no sabía era que estas agresiones ocultaban los verdaderos temores de Sam y Freddie.

Samantha veía el amor como una pérdida de tiempo, influenciada por su madre y su colección de anillos de compromiso descartados en un cajón bajo llave. Los hombres que habían intentado ponerle uno de esos aros no eran más que oportunistas, vándalos o casados. Así que, cuando las primeras mariposas revolotearon en su estómago, entró en pánico. Cada vez que el castaño le dedicaba una sonrisa, se odiaba a sí misma por no poder controlar sus sentimientos. Luego surgieron los celos, implacables celos. Sam ardía en ellos, mientras Freddie retomaba sus antiguas costumbres de complacer a Carly en exceso: llevando lo que ella pedía, ofreciéndose a hacer sus tareas y convirtiéndose en una especie de mueble cuando ella se cansaba. Sam odiaba sentirse vulnerable y menospreciada, por lo que golpear a Freddie se convirtió en su forma de terapia.

Al mismo tiempo, Freddie no estaba tan alejado de los sentimientos de Sam. Se preocupó en gran medida cuando se sorprendió a sí mismo mirando a Sam en medio de la clase de historia. Después, Carly fue reemplazada por Sam en sus fantasías, donde la besaba, se casaban y tenían dos hijos. Se negó rotundamente a aceptar su enamoramiento por la rubia. Pensó que algo andaba mal en su cabeza y que la única manera de corregirlo era besar a Carly.

Harto de esta imagen recurrente, se levantó de la cama. Escuchó a su madre preguntar a dónde iba, pero la ignoró por completo. Abrió la puerta del departamento de los Shay y fue saludado por Spencer.

"Claro, puedes pasar", dijo Spencer al ver que lo ignoraba, "es tu casa". Restándole importancia, continuó trabajando en su escultura de espaguetis y albóndigas.

Las Cosas Locas Del Amor (Seddie)  EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora