Capítulo 3

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Sam

Han transcurrido seis meses y aún no he logrado hacer amigos aquí. Es un lugar diferente, con gente nueva. Los recuerdos todavía me hacen llorar; el dolor persiste.

Hace nueve meses

Estaba sentada, disfrutando de una hamburguesa, cuando una flor se posó frente a mis ojos.

"Sorpresa, mi amor", amaba esos detalles.

"Gracias, mi amor", le di un beso.

En la actualidad

Aun me duele recordar esas palabras dulces que se convirtieron en frialdad. Siguen doliendo las promesas rotas, su indiferencia, los pocos detalles que compartimos. Lo que más me duele es que, a pesar de estar cerca de él, me siento más sola que nunca. Odio amarlo tanto después de todo lo sucedido. Odio que comparara todo: cómo ella era hábil en tecnología, cocinaba bien, jugaba videojuegos con destreza, sabía de fútbol. Odiaba ese deseo de escucharlo llamarme "Princesa Puckett", "mi amor", "mi vida". ¿Por qué no dejo de amarlo? En este punto, las lágrimas ya habían comenzado a caer.

"Sam..."

"Voy."

Tomé un papel para secar mis lágrimas.

"Hola."

"Sam, necesito que vayas al supermercado."

"Sí, Laura."

"Pero con cuidado, ve en taxi. En dos semanas estarás dando a luz."

"Tranquila, Laura."

Salí del apartamento y conseguí un taxi. Hoy parecía uno de esos días en que casi nadie iba al supermercado.

Mi celular sonó, era Carly.

"Carla."

"Sam, ¡te dije que llamaras!"

"Lo siento."

"Bueno, ¿cómo está la mamá?"

"Bien. Quisiera verte, pero ya sabes que no quiero toparme con Freddie."

"Oye, lo que pasa es que..." — la interrumpí con un grito.

"¡Aaah! ¡El bebé casi está naciendo!"

"Sam..."

"¡El bebé!"

"No... No, Sam. Todavía falta."

"¡Ayuda!"

Me senté en el suelo.

"Sam, respira."

"¡Aaaah!"

Gritaba para que me escucharan. Estaba a punto de darme por vencida cuando un chico alto llegó corriendo.

"Necesito llevarla al hospital."

"¡El teléfono!"

El chico habló con Carly. Después, no recuerdo nada más.

Desperté en el hospital.

"¿Qué pasó?"

"Ya despertó, señora", ¿señora? Apenas acabo de cumplir 17. "Ya es mamá de una preciosa niña muy saludable."

Entonces la vi. Allí estaba, tan adorable. Un torbellino de miedos y preguntas me invadió, pero por esa bebé estaría dispuesta a darlo todo. Me la entregaron y la tome en brazos cuidadosamente temiendo lastimarla.

"Hola, bebé. Soy tu mami" — la observé detenidamente —. Tienes los mismos ojos que tu padre.

Las Cosas Locas Del Amor (Seddie)  EN EDICIÓNWhere stories live. Discover now