Capitulo 4

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Capitulo 4:

El frío de la mañana nunca me gustó, pero era inevitable a estas horas. El aeropuerto estaba cubierto por un cielo oscuro como la noche, aún era muy temprano para estar despierto. Pero hoy no tenía opción, hoy era el día en que me iría a Noruega. Los tres días habían pasado sorprendentemente rápidos, y ahora solo me quedaba despedirme. No había mucha gente a nuestro alrededor, pero eso era lo que más me aliviaba ya que nunca me gustó que me vieran llorar.

Alina y Midas habían venido para despedirse de mí, por cuarta vez en estos días. Abracé a mi amigo intentando retener las lágrimas, la verdad me sorprendía que este alto y simpático chico había sido el niño de tres años con el que jugaba a que éramos aventureros en medio de una selva, que en realidad era el jardín del kínder. Al separarme de él, Alina me abrazó con todas sus fuerzas, mientras pequeñas gotas cristalinas intentaban escaparse de sus ojos.

-Nos volveremos a ver, lo prometo- dije mirándolos con una sonrisa.

-Más te vale- dijo ella limpiándose una solitaria lagrima que resbalaba por su mejilla.

-Nos llamaras siempre que puedas- advirtió Midas.

-Hay mucha diferencia horaria- dije soltando una carcajada.

-Te contestaré igual- dijo después de negar con la cabeza.

-Estoy segura de eso- dije antes de volverme hacia mis padres.

-¿Ahora te irás y te convertirás en una mujer sin que yo pueda impedirlo?- preguntó mi padre.

-Siempre puedes llamar a la directora para prohibirme todo- dije sonriendo para no llorar.

-Ay mi niña- dije mi madre antes de abrazarme.

-Ya mamá, los llamaré, lo prometo- dije alejándola de mí delicadamente.

-¿Lo prometes?- preguntó.

-Claro que sí- dije antes de abrazarlos a ambos.

-Se solicita que los pasajeros vallan a la zona de embarque para el vuelo con destino a Noruega, gracias- dijo una voz por los parlantes del aeropuerto.

-Tienes que irte- dijo mi madre limpiándose las lágrimas.

Asentí para que no vieran las lágrimas que se escapaban de mis ojos y porque sabía que si intentaba hablar me echaría a llorar. Agarré mi maleta para caminar hasta la zona de embarque.

-Los quiero a todos- dije volteándome hacia ellos.

Al llegar a la puerta que me llevaría directo hasta mi avión, me volteé rápidamente recordando algo. Así que llamé a mi amigo a gritos y él volteo para verme, aproveche esta oportunidad para hacer un corazón con mis manos y luego señalar a Alina. Era un hecho que ellos dos se gustaban, y me decepcionaría mucho que él la dejara ir.

-¡Estás loca!- me grita divertido pero veo que mira nervioso a nuestra amiga.

-¡Promételo!- grité empezando a caminar.

-¡Seguro!- gritó, pero no supe si fue con sarcasmo o lo dijo enserio.

Ignoré ese detalle y continué mi camino, al subir al avión una azafata me guió hasta mi asiento. Los nervios recorrían mi cuerpo, sentía como mi cabeza se preparaba para lo desconocido. Después de todo, esta sería otra de mis aventuras para contar; como siempre yo haciendo locuras. Y sabía que el hecho de que me cambiara de escuela, no significaría nada. Encontraría a otros amigos que me entendieran, igual que lo hacían Alina y Midas, sabía que volvería a encontrar a unos compañeros de travesuras.

Cazando sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora