distancia

210 15 2
                                    

Durante meses, Zoe y Simón habían sido novios a distancia.
En realidad, ellos se conocían por sus padres. Es decir, el papa de ella era socio del de Simón. Pero no se atraían ni se hablaban, sólo se vieron un par de veces. Además, él se había mudado a otra ciudad de la que vivía Zoe.
Entonces un día, él consiguió el número de la chica. Le empezó a hablar por mensaje de texto y le comentó que se conocía, aunque ella no lo reconocía. Para ese entonces, eran amigos. Lo fueron por un año y como pasa el tiempo, también la edad de ellos. Zoe era un año mayor que el, no había mucha diferencias pero a pesar de esto, eran muy distintos. En todos los sentidos pero por alguna extraña razón, supieron llevarse bastante bien.
Como todos dicen, mantener una relación a distancia (sea de amor o amistad) es bastante difícil. Pero para ellos no, podían superar cualquier barrera juntos. Eso es lo que los mantuvo todo ese tiempo unidos. Hasta el día que se conocieron.
Unos meses después, cuando se habían puesto de novios, decidieron conocerse. Ella tomó la iniciativa, como recién había cumplido los años, podía hacer lo que quieras. Aviso que se iba, tomó sus cosas y se fue. Pensaba quedarse unos días.
Llegó y se quedó helada cuando lo vio. Si bien era muy lindo, presintió algo en él, que era más malo que bueno pero no le dio importancia. Al bajarse se abrazaron fuerte ya que no se animaban a darse un beso.
Con el correr de los días se dieron cuenta de algo: eran muy distintos. Por supuesto ya lo sabían, pero de una forma más personal. No tenían muchas cosas en común (ella creía que sí), sus edades eran distintas. Nunca pensaban igual, tenían ideas diferentes. Él era dueño de sí mismo y ella muy insegura. A pesar de todo, sus manos parecían encajar una con la otra, con los dedos entrelazados y mirando a la misma dirección. Pero la vida no se puede justificar con buenos momentos.
Sabían que los dos concluyeron lo mismo, aquella tarde sentados en el parque, con la temperatura cálida y mirando a los niños jugar. Sin embargo, no se lo dijeron, simplemente agarrados de la mano y observándose a los ojos, sabían que no podían estar juntos porque las diferencias eran muchísimas. Aún así, les dolería.
Al sexto día, Zoe se fue. Él la acompañó a la terminal, lo abrazó y le dijo que jamás la olvidaría. Ella lo contempló mientras se alejaba del lugar. Despejó su mente, conectó sus auriculares al celular y se desconectó de mundo.
Al parecer, esta historia no terminó como se esperaba.

con una tormenta dentro (de mi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora