Capítulo 23

1.4K 132 19
                                    


Habían pasado dos semanas desde que Natasha, Paul y Daniel se enfrentaron a Dominic y los otros rastreadores. El ambiente había vuelto a la normalidad... si es que alguna vez algo había sido normal.

La discusión que habían tenido momentos después había sido olvidada. Daniel volvía ser el mismo joven bromista de antes y actuaba como si nada hubiese ocurrido. Natasha sospechaba que no había olvidado lo que había pasado y estaba esperando el momento concreto para pedirle una explicación, pero ella no estaba dispuesta a dársela, al menos no en un futuro cercano.

En cuanto a Paul... la joven no sabía lo que eran. Volvían a estar juntos, pero no sabía qué palabra usar para describir su relación. ¿Novios? ¿Algo más? No lo sabía. Ni le importaba. Le bastaba estar a su lado. Aunque al parecer eso no era suficiente para los demás, en especial para Alicia, desde que le contó lo del beso —omitiendo todo lo que pasó antes— esta se había dedicado a presionarla para que le sacara un título a Paul. Al parecer eso era lo más importante.

—¿De qué te ríes? —le preguntó Paul, distrayéndola de repente.

Se encontraban en el tejado. A pesar de todo lo que había sucedido ese seguía siendo su lugar. Paul se ecnontraba acostado en una manta que había traído desde abajo y la observaba atentamente. Natasha no pudo hacer otra cosa que pensar en lo hermoso que se veía el joven en la luz del atardecer.

—Nada —le respondió sin vacilar—, un secreto de chicas.

Paul se limitó a sonreír.

—Sabes que nuestra relación es algo injusta, ¿no? —le dijo con una sonrisa.

—¿Y eso por qué? —dijo la joven con curiosidad mientras se acercaba a él.

—Tú puedes saber lo que pienso en cualquier momento. Mientras yo tengo que estar adivinando lo que piensas cada vez que te veo.

—¿Quieres decir que tienes que hacer lo que cualquier otra persona que no sea yo hace? —le preguntó sarcásticamente—. Además, yo nunca escucho los pensamientos, a menos que sea necesario. Créeme, no es algo agradable saber absolutamente todo lo que pasa por la mente de alguien.

—¿Y qué situaciones son absolutamente necesarias para ti? —preguntó Paul.

—¿Acaso tienes algo que ocultar, Blaxom? —le respondió la mentalista.

—Claro que no —le respondió—. Soy un libro abierto, mi sinceridad complementa tu completo secretismo y misterio.

El joven sonrió y la besó en la mejilla. Natasha sabía que estaba buscando algo más, pero ella no estaba de humor. No en ese momento.

—¿Qué sucede? —preguntó Paul preocupado.

—¿Tú que crees? —le dijo la joven resignada.

—¿Tara?

Natasha sabía que hablar de eso no los llevaría a ninguna parte, sin embargo últimamente la conversación siempre terminaba allí. Justo después de la noche del frasco, Natasha había intentado contactarla, sin embargo, aún no había respuesta de Tara. La joven estaba preocupada de que, de alguna manera, la hubiesen descubierto. Paul siempre le decía que eso no sucedería. Tara era demasiado inteligente como para ser descubierta. Y aunque Natasha en el fondo lo creía, aún seguía sintiéndose preocupada.

—Tara —le respondió. No había nada más que decir.

—Sabes que aparecerá en algún momento. Cuando ella lo crea conveniente.

Búsqueda (la mentalista #2)Where stories live. Discover now