Capítulo 07|Elemento aire.

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Una semana. Una maldita semana en la que Blake y yo llevábamos una rutina muy agobiante y un tanto fastidiosa.

Nos levantamos a las cinco de la mañana, desayunamos ligero, corremos por lo menos una hora, entrenamos y hacemos ejercicio de concentración para los poderes y de más.

Era estresante, principalmente porque no había visto a Ethan o a F. Toda la semana, habíamos estado practicado con Alex y Jordan.

No me gustaba, Alex me estresaba mucho, y Jordan... bueno él es muy raro y misterioso.

—¿Encontraste algo? —Me preguntó Blake.

—Nada de nada, ¿y tú?

Se me olvidaba comentar que del poco tiempo libre que teníamos, investigábamos en libros viejos de la PATFS (protección anti terroristas y fenómenos sobrenaturales), datos sobre nuestros poderes que nos ayudasen a incrementarlos más.

—Me rindo —dije después de cerrar bruscamente el libro.

—No seas pesimista —replicó Blake, cerrando el libro también.

—¿En que pensábamos? No encontraremos nada de personas extrañas como nosotros, estamos hablando de magia.

—Tienes razón —agachó la cabeza—. Pero debes tener en cuenta que estamos en la PATFS, tienen que tener libros confidenciales de gente como nosotros.

—Tal vez, pero aún así no hay nada —apunté a la pila de treinta libros en el piso—. Además ya hemos pasado mucho tiempo aquí.

—Tu ganas —alzó las manos comprendiendo que ambos estábamos cansados—. ¿Qué quieres hacer entonces?

—No lo sé... ¿conocernos? —propuse.

—Está bien, empiezo yo, ¿quién era A- Andy? —tartamudea.

—Andrew —corregí—. Fue mi primer amor, me rompió el corazón con una chica, los encontré en el cine besándose —hice una mueca al recordar lo sucedido.

—Pues Ethan si que sabe cómo provocarte.

—El sabe que no debe mencionarlo, prácticamente me estaba retando —crucé mis brazos.

Nos quedamos en silencio después aquella pregunta. Alcé mi cabeza observando el techo, los días últimamente estaban pasando muy rápido.

—¿Quieres ir por un helado? —preguntó rompiendo el silencio.

Asentí.

***

Después de haberle pedido permiso a F de salir y que ella nos diera su sermón de la responsabilidad por fin salimos de aquella oficina. Justo ahora nos encontrábamos en la heladería.

—¿En qué les puedo ayudar? —nos preguntó un chico.

Miré sus ojos. Eran marrones, iguales a los míos, solo que de un color más fuerte. Su cabello es castaño y realmente podía decir que a pesar de ser un completo desconocido podía sentir que era muy agradable, claro, además de apuesto.

—Quiero dos helados por favor —pidió Blake.

—¿De qué sabores? —preguntó nuevamente el chico.

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