Fuego.

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Miré sobre el hombro de Yoongi, viendo como Seokjin salía de la cafetería, una vez que desapareció, miré al chico que tenía a un lado.

— ¿Tu fumas?— Yoongi se giró a verme.

Me sobresalté. La verdad era que aún no me acostumbraba del todo a su voz. Fuerte, raposa, dura, calmada. Pero también, cálida.

— Uhm, lo hice un par de veces.— Sonreí al recordarlo.— A mi hermano no le gustaba. Se ponía histérico.

— ¿Por qué lo hacías?

— Tuve un amigo.— Asentí y ese amigo llegó a mi mente.— Teníamos 15 años o 16, no recuerdo y bueno, fumamos por primera vez.— Yoongi me escuchaba atento.— Había tardes en las que simplemente nos juntábamos en el parque o arriba de tejados, pocas palabras, pero fumando.

— ¿Te tranquilizaba?

— No el cigarro en sí.— Confesé.— Estar con él, el no estar sola hundiéndome. Eso era lo que me tranquilizaba.— Sonreí con los labios sellados.— El cigarro era un extra.

Lo malo es que sólo fue un par de años.

Un par de años que eran nada pero a la vez mucho. Con ese amigo, prácticamente experimenté todo. Luego de su muerte, me quedé sola como solía estarlo.

— Después de varios años, hoy fumé.— Dijo tranquilo, pude ver felicidad en sus ojos.— Y lo sentí jodidamente genial.

— ¿Fumabas antes?

— Mucho.

— ¿Por qué?

— Era lo más cercano que sentía al fuego, humo y todo eso.— Hizo un ademán con su mano.— Sentir el botón caliente del encendedor, después llenar mis pulmones con humo.— Suspiró.— Amo esa sensación.

Eso era... extraño. Yo duré como dos minutos tosiendo después de la primera calada. El humo me asfixió. Pero, de alguna manera podía entender a Yoongi.

— Hoy en mi terapia,— Continuó hablando después de que yo no hice nada.— la doctora Go me hizo recordar toda mi mierda.

— ¿Y cómo te sientes?— Suspiré. Tal vez esto podía ser malo.

— La verdad... Bien.— Me miró a los ojos, sentí una profunda mirada.— No sé por qué, pero, lo sentí como ese día. Recordé todas aquellas sensaciones.

— ¿De qué día estamos hablando?— Sonreí levemente.

— El día que descubrí mi amor al fuego.

Y la sonrisa desapareció de poco en poco.

— Así que, ese día... ¿Y cómo fue? ¿Algún primo te enseñó la pirotecnia?

Sinceramente, deseaba que me dijera eso. Lo prefería, a que me diga que quemaba insectos o algo así.

— ¿Quieres saber mi historia?— Sonrió, negando con la cabeza divertido.— Está bien, lo haré.

— Soy toda oídos.

Crucé mis piernas en la silla en la que estaba sentada, recostándome en mis brazos cruzados sobre la mesa, en ningún momento despegué la mirada de Yoongi. Él se aseguró que no estuviera nadie alrededor. Definitivamente, éramos los únicos ahí.

— ¿Cómo puedo empezar? Bueno, tú sabes que no soy una persona que muestra sus sentimientos, soy serio y casi no hablo. Siempre ha sido así; incluso desde pequeño. Esto es algo que seguro no sabías, pero soy huérfano, creo que desde los 4 o 5 años, el punto es que desde ese día empezó todo.

Huérfano. No, no lo sabía. Yoongi nunca había hablado de su familia, de hecho, casi nunca hablaba, porque como él dijo, era alguien serio. Esto sin duda me había agarrado de sorpresa.

— Era una noche fría, lo recuerdo muy bien. A esa edad, yo ya tenía mi habitación, pasaba de media noche cuando apenas estaba pudiendo conciliar el sueño. Y bueno, me dormí. No sé cuánto tiempo, hasta que un excesivo calor me despertó, salté de cama y salí de mi habitación, bajé las escaleras y cuando llegué al final, tallé mis ojos y miré a mi padre tirar agua por todas partes. La casa estaba en llamas.

La forma en que Yoongi me contaba esto era... Inexplicable. Pero, sin duda, no le dolía recordarlo, a pesar que estaba contando y recordando algo tan delicado.

— Mi madre me gritaba que saliera mientras con una manta mojada batallaba las llamas. Pero yo no me movía. Me gustaba, ese calor, las llamas brillando en mis pupilas, todo era tan... Cálido. Nunca antes me había sentido tan bien y a gusto. Entonces mi madre empezó a llorar y llegó a mi lado, echándome fuera mientras ella volvía dentro. No hice nada, no alerté a los vecinos, no pedí ayuda. Lo que hice fue, sentarme frente a la casa, admirar aquellas feroces llamas naranjas alumbrar el cielo y cuando por fin el fuego se propagó, mis padres aparecieron en la puerta, pero, demasiado tarde, la casa cayó.

Me faltaba el aire. No podía con esto, simplemente no.

— El fuego había consumido todo. Mi madre, aún consciente pero con todo aquel material sobre ella, me miró, directo a los ojos y estiró su brazo, me quedé inmóvil y cuando por fin lo dejó caer y dio por entendido que el fuego se había llevado todo, sonreí.

Maldición.

— Encontré un nuevo hogar, uno cálido.

— Yoongi...

— ¿Muy fuerte, cierto?

— Sí.— Mi voz apenas salió, tragué duro, pasando aquel nudo en la garganta que tenía hace rato.— Jamás pensé qué...

— Yo no me ando con juegos, Yuhwa.— Me miró con seriedad.— No soy adicto a la pirotecnia, tampoco quemo cosas sin sentido. Tengo las cosas claras.

— ¿A qué te refieres?

— Además de ser serio y calmado, soy una persona tolerante.

Bueno sí, eso podía asegurarlo.

— Sé cuando es el momento.

— ¿El momento? ¿Qué momento?

La muerte.

— Sólo hay una manera de morir para mí.

Un nudo nuevo llegó a mi garganta. Joder.

— ¿Y cuál es?

— En llamas.

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Madhouse ➳ BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora