CAPITULO 6

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GRACIAS A TODOS POR LEER LA HISTORIA ESPERO QUE LES GUSTE AQUÍ ESTA EL SEXTO CAPITULO

ESTA ES UNA ADAPTACION DE UNA NOVELA QUE LEI HACE UN TIEMPO, ESPERO QUE LES GUSTE

CAPÍTULO 6:

Sí, lo había hecho. Había empezado la segunda parte del libro endemoniado, y la verdad sentí un gran alivio respecto a lo último que había leído. Todo volvió a la normalidad, Grey volvió a encandilarme. Tras leer unas cincuenta páginas, y excitarme rabiosamente, decidí darme un baño caliente con mucha espuma. Mientras se llenaba la bañera, me contemplé en el espejo desnuda. Mi cuerpo tenía unas curvas sinuosas, y bajo el tacto de mis manos mi piel era suave y tersa. El pelo me caía sobre los hombros, y mis ojos azules seguían acaparando mi expresión. Probé a observarme mientras me mordía el labio inferior, tal vez era eso lo que me hacía falta, un poco más de picardía. Luego me sumergí lentamente en el agua espumosa, me arrellané alargando mi cuerpo, entonces cerré los ojos y comencé acariciar mi cuerpo. Mis pezones flotaban erectos a ras de la capa de espuma, y al apartar con la mano la capa de burbujas jabonosas sentí una imperiosa necesidad de juguetear con mis pechos, estaban durísimo. Al acto agarré el teléfono de la ducha, coloqué el chorro a una potencia notable y lo hundí entre mis muslos. El agua borboteaba con suficiente agresividad hacía mi sexo, masajeando dulce y violentamente mi clítoris que rebosaba de placer. De repente sentí un preludio de sensaciones, mi respiración se aceleró, mi vagina se tensó y entonces llegaron las oleadas de placer, una tras de otra, y otra más electrizante. Traté de contener el último suspiro para retener el placer que recorría todo mi cuerpo, luego me dejé mecer dentro del agua, como si hubiera corrido una maratón.

Salí de la bañera con una sensación de plenitud, satisfecha con el placer que había experimentado. Quería más, quería sentirme viva y sensual; pensé que experimentar aquello con José sería magnífico, y por ello decidí convertirme en una mujer sexualmente activa, y para ello también necesitaba sentirme de nuevo sexy, y por consiguiente volver a enloquecer a mi marido. Sonreí con picardía mientras en mi mente trazaba un plan. Tenía que ser un plan perfecto. Corrí de puntillas hacia el teléfono, marqué el número de mi peluquería favorita y enseguida me respondió la voz amable y cordial de Lisa:

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?

—Lisa soy yo, Ana. Necesito tu ayuda. —dije como si se me fuera la vida en ello.

— ¿Algún problema? —preguntó con un tono de preocupación.

—No —dije en un matiz más desenfadado— quiero hacer un cambio de look.

Pude oír un murmullo triunfal, hacía tiempo que ella lo estaba deseando, y quizás era lo que me hacía falta y no me había dado cuenta.

—Mañana a las nueve. Voy a dedicarte toda la mañana... Y ahí estaba yo, más firme que una vela, esperando a que llegara Lisa e hiciera un milagro de mí. Hacía tiempo que no me sentía tan bien, Lisa colocó en el aparato de música un cd de música relajante, pero no de esos en los que se oye el mar de fondo y pajarillos trinar. Eran canciones seleccionadas, glamurosas: Norah Jones, Dido e incluso uno de mis músicos de prestigio, Mike Olfield.

Fue maravilloso, Lisa me hizo una limpieza de cutis, luego masajeo mi rostro con hojas de Aloe Vera y aceite de rosa mosqueta. También me puso una de esas mascarillas de arginatos con propiedades de caviar que se quitan de una sola pieza; y ya cuando no me podía sentir más estupenda me propuso tratamiento de chocolate para todo el cuerpo previo exfoliante con sales del mar muerto... Verdaderamente hizo de mí una mujer nueva; pero faltaba lo mejor. Medio aturdida con tanto relax me llevó frente al espejo de tocador, y ahí fue cuando me miró con una sonrisa pretenciosa y unas tijeras en la mano. De pronto tomó mi coleta dentro de su puño y con una destreza magistral hizo desaparecer el manojo de pelo. No quise ver el resultado hasta que terminara, tan sólo me refugié pensando que lo hacía por una buena causa: Volver a despertar el deseo en mi matrimonio. Cuando al fin llegó la hora de observar a la nueva Anastasia Steele me sorprendí. Mi pelo era más claro, y unas mechas más rubias que el resto surcaban ambos lados el ovalo de mi rostro. El resultado era fascinante, parecía que me habían robado años de golpe, mi aspecto más sexy, y eso me hacía sentir bien; más que bien. Estupenda. José debería caerse rendido a mis encantos. Pero faltaba lo mejor, así que aproveché el poco tiempo que me quedaba y me di un paseo por el centro comercial. Como si me esperara, divise un escaparate donde posaba una maniquí con un conjunto de ropa interior rojo y negro con encajes y liguero, de esos que se abotonan las medias a la altura del muslo, y por norma se arranca con los dientes. Siempre había querido tener uno, y esa fue la oportunidad perfecta para ello. También me compré unos vaqueros, y un par de camisetas con escote pronunciado, y es que todo lo que veía ahora me parecía perfecto para mí, o tal vez entonces había cambiado mis gustos Era mi momento, me sentía sensual, bella y exuberante. Sólo faltaba que José sintiera lo mismo. Cuando llegué a casa me sorprendí al encontrar a Christian en el portal, ¡olvidé que teníamos clase! Me ruboricé y le pedí disculpas mientras abría la cerradura de la pesada puerta maciza.

PROHIBIDO (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora