CAPITULO 14

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CAPÍTULO 14:

Ahogué un gemido en cuanto la puerta se cerró. ¡Camino libre! Me sentí eufórica pensando en lo que podría hacer, y por supuesto tenía que ver con Christian. Di unos cuantos saltitos sobre las puntas de mis pies, luego me reí a solas como una niña impaciente el día antes de Navidad. Cogí el móvil sin meditarlo, y mis dedos teclearon solos:

Estoy sola en casa...y muy excitada... ¿alguna sugerencia?

La espera fue eterna. Estaba deseando disfrutar de su cuerpo, sin prisas ni miedo a que alguien nos pillara. Entonces respondió, y yo volví a respirar:

Annie, estoy de guardia, no me digas estas cosas que me pongo malo...

No sabía cómo interpretar aquello, cuando yo esperaba un "Mmmm..." como mínimo. Palmoteé sobre el móvil sopesando mis palabras, tenía la impresión de que se me escapaba de las manos. Respondí al cabo de un rato:

¿Eso es un sí, o he de pensar en ti con mis manos?

No tardó en responder, de lo contrario habría perdido los nervios, decía esto:

Me encantará ver cómo te acaricias, luego te lo haré, y no sólo una vez.

Oh Dios, la espera sería eterna. Sus dedos, sus labios, su enorme miembro erecto invitándome al placer. El móvil me sobresaltó de nuevo:

Vendré directo a tu casa...ponte sexy (Aun más).

Oh, sí. Un escalofrió recorrió mis extremidades. Corrí hasta el armario, y abrí la caja de color rojo donde guardaba el conjunto que me había comprado para José. Comencé a visualizar lo que haríamos, y un gusanillo se revolvió en mi estómago. Era consciente de que no era lo correcto, pero era tan excitante y prohibido a la vez, que era incapaz de renegar a mi apetito sexual. No podía renunciar a Christian. El cuerpo me lo pedía.

Se acercaba la hora, me había duchado pensando en nuestro encuentro. Me vestí con mi conjunto de mujer irresistible, y me cubrí con un albornoz de satén negro que apenas cubría mis muslos. Luego me miré al espejo y sonreí, el rojo me empezaba a gustar mucho, y así delineé mis labios para que resultaran de lo más sugerentes. El sonido del timbre me sobresaltó, y tras recomponerme me apresuré a descorrer el cerrojo. Mmmm... ahí estaba él, vestido de uniforme, tan imponente, guapo y atractivo que me robó el aliento. Christian no esperó el saludo, cerró la puerta, me tomó por la nuca y me besó deliberadamente haciéndome entornar los ojos. Luego se separó de mi boca, apenas unos centímetros y susurró:

—Estás muy sexy, Annie. Hoy vas a ser mía, sabes...—asentí lentamente— pero antes quiero disfrutar de tu cuerpo.

— ¿Va a arrestarme, agente? —retocé desafiante.

—Mmmm...señorita, resultar tan atractiva es un peligro público, no tengo más remedio que detenerla.

— ¿Y...?

Christian me sujetó las caderas con fuerza, me dio la vuelta y me susurró al oído.

—Darle lo que se merece, señorita.

Hice como si me lamentara, entonces hizo que avanzara con el movimiento de sus piernas y nos adentramos en mi dormitorio, me colocó las manos apoyadas en el armario y se desplazó un paso hacia atrás. Noté un tacto rígido y frío que ascendía por el interior de mi tobillo derecho, obligándome a separar las piernas, y continuaba por detrás de la rodilla provocándome un suave cosquilleo, y luego serpenteó por mi muslo y con un sutil movimiento se deslizó por la costura de la tela de mi albornoz, ésta onduló con el movimiento de la porra. Mis nalgas quedaron al descubierto, y pude notar su mirada en mi piel.

PROHIBIDO (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora