un día cualquiera

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A veces sencillamente pensamos que la vida está en nuestra contra. Que cada cosa que hacemos es mala. Que todo nos sale al revés. Que un pequeño atisbo de felicidad puede conyevar una destrucción progresiva de todos tus sueños. Que cada paso que das, es un error que cometes. Que nunca debes avanzar si no encuentras las fichas.
No sé muy bien cómo enfocar esto. Me hayo en mi cuarto escribiendo. Sin ruido. Sin niños. Sin nada. Sola. En compañía de este diario que significa más para mí que muchas otras cosas que tengo.
Tenía ocho años cuando escribí por primera vez mi propio diario. Un verano entero me dediqué a rellenarlo. No podía irme a dormir ni un solo día porque quería completarlo y llegar hasta el fin. Quería alcanzar una meta. Quería parecerme a esas niñas mayores que escribían sus pensamientos en una hoja y después la quemaban, dejando que el viento se llevase cada llama de sufrimiento, cada pétalo de dolor, cada pequeño papel recubierto de angustia.
Jamás se me iba a pasar por la cabeza que llegaría a convertirse en algo tan mío. Que se convirtiese en un hobbie. De esas cosas, para las que encuentras tiempo aunque tu agenda social no pueda soportar ni una cita ni media más.
Me encantaba eso de crear un amigo secreto al que nadie más podía acudir porque era mío y sólo me escuchaba a mí. Porque cada cosa que le decía, era un peso que me quitaba de encima.
Fui creciendo. No tenía tantas ocasiones para dedicarme a mi diario así que, cada cierto tiempo me ponía un ratito a ello para poder mantenerle al día de todo lo acontecido.
Mientras tanto, mi pasión por la escritura y por desarrollar mi imaginación relatando historias, se iba reflejando también en el colegio.
Siempre que mandaban hacer una redacción, yo era de las pocas que se alegraba. Creaba los cuentos más largos y más enrevesados.
Con quince años, mis amigas me animaron a escribir una novela juvenil. Eso hice. Tuvo bastante éxito. No me leía demasiada gente. Los primeros capítulos tenían más visitas pero poco a poco el número iba descendiendo.
Lo cierto, es que a penas tenía ocasión de continuarla. Los cursos de secundaria y bachiller, (sobre todo bachiller) necesitan esfuerzo y estudio. No puedes Despistarte con nada que se salga de los planes. Además, te surgen siempre más cosas para hacer. Más necesidades. Más tiempo dedicado a otras cosas... Sencillamente te haces mayor. Pasas por peleas, disgustos, llantos, cambios de humor continuos...
La vida es así de curiosa. Tan pronto te pone de por medio a gente nueva que puede hacerte la vida imposible, o que se convertirá en alguien imprescindible en ella, como te los aparta. Y los aleja de ti.
Cometes errores. Ellos también. De esos errores se aprenden tanto cosas positivas como negativas.
Porque la vida es así. Porque no hay quien la entienda.
Porque el tiempo pasa y con él todo. Porque cada momento es vivido y merece ser ensalzado. Porque cuando una persona se aleja, es más bien porque no era bueno. Sé que duele. Se que lloras. Lo he vivido y aún respiro. Caerás en un profundo agujero negro que te ocultará durante un tiempo. Es necesario hasta que recuperes la vista.
Te clavarán estacas por la espalda,y cantidad de clavos de frente. Te sonreirán a la cara, y te partirás la voz lamentando que fuiste la ilusa que se camufló en su compasión.
No merece la pena quejarse porque alguien que quisiste, voluntariamente te dejó de pensar. Pero la verdad es que lo hacemos. La verdad es que aún nos recostamos en nuestros costado y pensamos en vivir. En una razón. En esa explicación que define un sentimiento. Jamás esperes algo de esas personas que soltaron tu mano. Yo soy de esa clase de personas que mira, pero también ve.
Y si alguna vez, alguien me hace una faena, yo sigo mirando. Pero miro distinto. Y sigo viendo. Pero no veo lo mismo.
Ya no veo a quien reía conmigo y secaba mis lágrimas. Ya no veo a quien cogía mi mano y pensaba por dos. Solo veo a un desconocido. Alguien que creí conocer aunque en verdad solo sabía su nombre.
La vida me ha enseñado que lo mejor es esperar. Que en verdad, la paciencia es una gran virtud. Que cada suspiro es un aliento perdido, y una risa es un gozo más.
Que si te caes debes levantarte. Y que si hay una mano que te ayuda,debes dejarte ayudar. Que aún así debes saber ver, y que el sentimiento más satisfactorio es el de poder experimentar nuevas sensaciones cada día, y saber aprender de los demás. Poder descubrir poco a poco, las mejores cualidades de alguien más.
He aprendido que vales mucho. Vales más que el dinero o un beso. Vales más que un polvo de una noche y vales más que una sonrisa. Que mereces ser feliz. Que mereces a alguien que te haga feliz, que te saque los colores y te llame por tu nombre.
Tienes que conocerte a ti primero para poder darte a los demás,y, por mucho que llores, por mucho dolor que sientas, jamás te rindas. No estás solo. Nunca lo estarás.
La vida es la mejor maestra. La experiencia es la mejor lección. Y los errores los suspensos más fructíferos.
Debes creer en ti misma. Debes creer en tu valía. Debes ser quien eres y mostrarte de ese modo al mundo, para que sepa reconocerte cuando te oiga, cuando camines, y sobre todo al actuar. Sobre todo al mirar y sonreír. Y en la forma de pensar.
Y no solo debes hacerlo. Es más, no es una obligación. Sencillamente es una parte de ti y debes dejarla salir. Que vea la luz y que pueda saltar de alegría mientras ría a carcajadas. Sonrisas que se quedan en su alma hasta que muere.
Me ha enseñado a caminar, y a saltar gritando. A ser libre y a volar sin alas. A creer sin voz. A pensar sin ser. A ser yo sin más.
He aprendido que el tiempo es tiempo. Que el tiempo es instructor. Que coloca a cada uno donde le corresponde y que vela por nosotros.
Que pasa muy deprisa pero que en realidad es eterno. Que no se puede parar pero que se puede disfrutar indefinidamente.
También sé,que las mejores cosas vienen sin ser llamadas. Que todo pasa cuando tiene que pasar. Que lo mejor te hace reír y que cada sensación maravillosa, pasa factura al igual que lo hace el dolor.
Llevo una semana muy larga. Casi imposible. La gente aún piensa que es mejor criticar a las espaldas. Esa moda de falsedad, aún sigue vigente. Y yo cada día que pasa me siento menos yo.
No entiendo a las personas. No entiendo esos cambios repentinos de opinión, ni esa facilidad que tienen algunos de dejar de pensar como lo hacían.
Es increíble darse cuenta de que, alguien con quien compartiste tanto, ha decidido marcharse, dejando nada más que arañazos en tu corazón dividido.
La vida es dura. Pero no es imposible. Está hecha para gente grande y capaz. Como nosotros y el mundo.
(...)
Perdón. Tarde muchísimo en escribir pero hoy necesitaba soltar toda la angustia que llevo dentro. Ahí OS lo dejo

una parte de míWhere stories live. Discover now