capitulo 2

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"La duda".

Mientras ayudaba a mi primo en su novela, él quiso escribir la tontería de
una súper civilización de pulgas inteligentes viniendo de una lejana galaxia a
dominar telepáticamente a todos los habitantes de este mundo, para luego
explotarlos haciéndolos trabajar extrayendo uranio para ellas... Como todo eso
me pareció grotesco, repetido, absurdo y dañino, se molestó. Me preguntó si
acaso nunca he pensado en la posibilidad de que mi aventura con Ami haya
sido un sueño. Al principio no le hice ningún caso, pero él insistió. Me pidió
alguna prueba. Le hablé de las "nueces" extraterrestres que mi abuelita probó,
unas que me regaló Ami. Fuimos a preguntarle a ella.
- Abuelita, Víctor es un tonto: piensa que soñé lo de Ami. Cuéntale tú.
¿Verdad que comiste "nueces" extraterrestres?
- ¿Nueces qué, hijito?
- Extraterrestres, abuelita.
- ¿Cuándo, Pedrito? - preguntó con la boca muy abierta, demostrando
sorpresa.
A esas alturas de diálogo, Víctor sonreía triunfante, con burla.
- El último verano que fuimos a la playa, ¿recuerdas? Cuéntale a Víctor.
- Ustedes saben que me falla la memoria, hijitos. Esta mañana, por
ejemplo, dejé olvidado el monedero en el almacén.
Lo eché de menos cuando llegó el lechero a cobrar. Lo busqué por todas
partes y...
- Pero recuerda lo de las "nueces" extraterrestres que probaste. Dijiste
que te gustaron mucho...
- ...le pedí al lechero que me acompañara de vuelta a la carnicería... No.
Creo que fue al almacén. Sí. Menos mal que don Saturnino es tan honrado.
Allá lo tenía guardado...
Hice mil intentos, pero mi abuelita sencillamente no recordaba nada,
¡nada!
- ¿Ves? Dijo Víctor, con cara de satisfacción -. No tienes pruebas.
Acepta que todo fue un sueño. Hermoso, debo reconocerlo, de otro modo no lo
hubiese escrito, pero fantasía a fin de cuentas.
Busqué una prueba. Lamentablemente, aparte de las "nueces", Ami no
me dejó ningún recuerdo material, nada tangible.
Ami Regresa
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Continué pensando hasta que se hizo la luz en mi recuerdo. - ¡Ya lo
tengo!
- ¿Qué tienes?
- Cuando Ami se fue, ¡toda la gente del balneario vio el "ovni"!
Con esto estaba derrotado... Sin embargo, no se impresionó.
- Ya sé que hubo un avistamiento aquel día, pero estoy seguro que allí
se te ocurrió la historia, ¿verdad?
- No se me ocurrió nada. Hubo testigos...
- Testigos de uno más de los veinte mil casos de luces en el cielo. Nadie
sabe de qué se trata: plasma, refracciones atmosféricas, globos sonda,
aviones. En fin: luces en el cielo. De allí a decir que se trata de naves
extraterrestres.... hay mucha imaginación de por medio. Pero inventar que se
tuvo comunicación con un ser de otro planeta ... ¡Vamos! Y no sólo eso.
Además decir que se viajó a otros mundos... Eso es ir demasiado lejos. Puedes
llegar a ser un buen escritor de fantasía, pero no confundas imaginación con
realidad. Hay manicomios...
- Pero es verdad. ¡Es verdad!
- ¡Pruebas! - exigió mi primo -. Puede que hayas soñado todo eso.
Puede que no estés recordando una realidad, sino un sueño. Piénsalo...
No quise reconocerlo. Dije que estaba cansado, que mañana
continuaríamos viendo su novela, pero esa noche dudé:
¿Y si hubiese estado recordando un sueño?
Me parecía imposible, pero, ¿qué pruebas tenía, después de todo?
Esa noche, angustiado, tuve que recurrir al libro, a "Ami', en busca de
algún indicio.
Lo leí, creo que por primera vez con tanta atención, de punta a cabo,
pero fue sólo al final cuando encontré lo que me serviría de prueba irrefutable:
¡el corazón alado grabado en la roca! ¡Claro! ¡Eso era!
Ami vestía un traje blanco. En el centro del pecho tenía un símbolo: un
dorado corazón con alas, rodeado por un círculo. Más tarde me explicó que
significaba la humanidad unida en amor. Luego de su partida, ese dibujo
apareció grabado sobre la roca en la que conocí al niño espacial. Parecía
haber sido hecho fundiendo la piedra. Yo lo vi muchas veces... ¿O también eso
era parte del sueño?

No me sentí seguro, porque recordé a una tía que afirma tener sueños
larguísimos, llenos de pequeños detalles, con "argumento" inclusive. Dice que
continúan a la noche siguiente, en el lugar en donde habían quedado antes del
despertar, como capítulos de una telenovela.
¿Sería mi encuentro con Ami algo así?...
Decidí que lo único capaz de darme la prueba definitiva era el corazón
en la roca de la playa. Si estaba allí, Ami y el resto eran también realidad. Si no
existía, todo había sido un hermoso sueño.
Cuando volví a ver a mi primo, lo primero que le dije fue:
- Hay una prueba.
- ¿De qué?
- De que mi encuentro con Ami fue real.
- ¿Cuál es? - preguntó sin hacerme mucho caso.
- El corazón grabado en la roca de la playa.
- ¡Cuentos! Olvida todo eso y continuemos revisando mi novela. Estuve
pensando que, en lugar de pulgas inteligentes, quedaría mejor una raza de
alacranes telépa...
- Pero antes, vamos a la playa. Tú acabas de comprarte un automóvil,
y...
- ¿Qué? ¡Estás loco! La playa está a más de cien kilómetros, y yo soy un
hombre muy ocupado. No me interesan las Fantasías de un niño soñador.
- Pero sí te interesan para escribirlas y...
- ¡Eso es muy distinto! ¡No me gustan las insolencias! Yo escribo tus
ocurrencias para ir practicando, pero no confundo las cosas. Es ficción,
imaginación y punto.
- ¡Es realidad! - protesté disgustado.
Me lanzó una mirada reprobatoria y luego dijo:
- Comienzo a preocuparme seriamente por tu salud mental, Pedrito.
Su tono protector me hizo vacilar. Sentí verdadero temor de estar loco;
por eso quise salir de la incertidumbre de una vez por todas
- Entonces, hagamos una cosa, Víctor. Vamos a la playa, y si el corazón
no existe, yo comprenderé que fue todo un sueño y no volveré a confundir las
cosas; pero si está allí...
- ¡Dale con esa tontería!... Está bien. El próximo verano iremos.
- ¡El próximo verano! ¡Para que llegue faltan seis meses!
- Ten paciencia. En verano iremos a comprobar que confundes las
cosas. Continuemos con mi novela. Mira: unos alacranes telépatas...

Me sentí como ante una muralla cruel. Reaccioné con violencia:
- ¡Entonces iré yo solo! Me fugaré, me escaparé. Corno sea llegaré a la
playa. Además, no me interesan tus alacranes telépatas. Todo eso es ridículo.
¡No volveré a ayudarte jamás!
- Mejor me retiro - dijo Víctor, comprendiendo mi alteración -. Mañana se
te pasará.
Salió de casa deseándome las buenas tardes.
- ¡No vuelvas nunca más! - le grité. Luego me encerré en mi habitación.
Tendido en la cama estuve a punto de llorar... Bueno, lo hice, pero no mucho,
porque los hombres no debemos llorar...
Esa noche decidí hacer algo más que lamentarme y complacerme
llorona y morbosamente con mis dificultades. En la oscuridad cerré los ojos y
durante más de una hora imaginé que llegaba a la playa.
Al otro día, en la tarde, apareció Víctor, silbando.
- ¡A trabajar, los campeones! - dijo, como si no pasara nada. Yo estuve
frío y distante.
- Lo siento, pero tengo un cerro de tareas por hacer. - Fingí estudiar un
libro de geografía.
- Pero sólo una horita... Se me ocurrió una lucha entre dos razas de
extraterrestres: los alacranes telépatas, contra esos "bonachones" que
imaginaste, los de Ofir...
Aquello me hizo hervir la sangre, pero disimulé.
- Imposible. Discúlpame. Hasta luego.
- Hummmmm. Sospecho que todavía estás enojado por lo de ayer.
- "Las estepas son eriales llanos de gran extensión..." Perdón. ¿Qué
significa eriales?
- No sé. Hummm. Está bien. Estuve pensando que me vendría bien un
descansito en la playa...
- ¿Y? - La esperanza me hizo mirarle por primera vez.
- Podríamos ir el viernes en la tarde. Llevaríamos carpa y todo lo demás.
De paso, podemos ir a constatar que no existe ningún corazón en esa roca.
Pero, si estás tan enojado conmigo...
- ¿Enojado contigo? ¡Claro que no! - exclamé feliz -. Pero, ¿a qué se
debió ese cambio?

- ¿Cambio? No. Sólo que anoche durante una hora no me dejó dormir la
idea de llevarte a la playa. Cuando decidí hacerlo, sólo entonces pude pegar
los ojos. Creo que necesito un poco de reposo. Además, no quiero que un día
te enojes tanto que mi libro..., digo, tus libros se queden sin mi ayuda...
Bueno. Yo no sé lo que pasó. El hecho es que el viernes por la tarde
empacamos, subimos al automóvil de Víctor, y en un par de horas llegamos a
la playa.
Respiré el aire marino como si fuese un bálsamo de vida. Todo me traía
recuerdos de mi viaje espacial, de Ami.
Al salir del vehículo eché un vistazo hacia el roquerío. Casi me pareció
ver allí el "ovni" del niño de las estrellas, suspendido en el aire, sobre la playa...

"Ami regresa"Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz