Capitulo 6

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"Defecto Principal"

En el viaje anterior, Ami dijo que su nave no “viaja” por el espacio, ni
siquiera a una velocidad “tan lenta” como la de la luz. Me explicó que esas
naves simplemente “se sitúan”, es decir, aparecen muy rápidamente donde
quieren, mediante un complicado sistema que tiene que ver con la “contracción
y curvatura del espacio – tiempo”. Cuando estábamos “situándonos”, las
estrellas parecían alargarse, luego se veía una movediza neblina tras los
vidrios. Eso justamente estaba ocurriendo ahora que íbamos a Kía. Mientras
tanto, yo pensaba en lo que Ami habla dicho acerca de no mostrar demasiada
luz a quienes no están acostumbrados a ella.
- Eso lo pude comprender - dije, sabiendo que él percibía mis
pensamientos -, pero lo otro no, lo de no mostrar oscuridad a quien está
acostumbrado a la luz.
Vinka intervino, causándome gran sorpresa:
- Podría morir de espanto.
- ¿Tú, tú comprendes el sentido de eso?
- No.
- ¿Entonces ... ?
- Simplemente recordé las palabras de Ami. El lo dijo. ¿Qué quisiste
decir con eso, Ami?
- Que si una persona no conoce ciertas miserias de la vida, es mejor no
mostrarlas de pronto, sino gradualmente. La vista de un cadáver, por ejemplo.
- Bueno, eso no es tan terrible - dijo Vinka, mostrando valentía.
- ¿Y descompuesto ... ?
- ¡Qué horror!... Ahora comprendo.
- Y también se refiere a oscuridades interiores...
A veces Ami era enervante.
- Deja ya el misterio y explica bien, por favor.
- Bueno, muchas personas tienen una magnífica opinión de si mismas.
No son capaces de verse ciertos defectos. A veces son graves, pero siempre
ocurre que los defectos propios que no nos vemos son justamente los que más
condenamos en los demás. Si de pronto nos muestran ese defecto ignorado,
podemos morir de la impresión... ¿Conocen la historia del enano deforme que
era feliz creyéndose muy hermoso?
- No.
- El no se había mirado jamás en un espejo. La primera vez que lo hizo
comenzó su tragedia... ¿Comprenden?
Esta vez dijimos que si.
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- El ego, esa parte fea de nosotros, que nos aleja del amor, tiene un pilar
de apoyo, una raíz que le da firmeza.
- ¿Cuál es esa raíz?
- Nuestro defecto principal. Todos tenemos un defecto que es el
principal, pero, igual que las raíces de un árbol, está escondido. No es fácil
para nosotros mismos verlo. Es más fácil que los demás lo descubran, pero si
nos lo muestran de repente, nos puede ocurrir como al enano que se creía
hermoso. Si de pronto nuestro pobrecito ego se queda sin apoyo, sin raíz,
sencillamente podemos morir...
Aquello no concordaba con mis opiniones.
- Yo pensé que si nos quedáramos sin ego seríamos felices: puro amor...
- Sí, pero no se puede sacar de pronto el salvavidas a quien no sabe
nadar...
- Ya estás con tus misterios otra vez. ¿Qué quieres decir?
- Que en ciertos niveles de vida el ego es un protector, una especie de
salvavidas, pero si queremos subir a niveles más altos, no podemos ingresar
allí con ese pesado “salvavidas”, con ese ego; debemos aprender a nadar.
Siempre llega un momento en el cual hay que elegir: o una cosa o la otra...
- ¿Qué significa en este caso “aprender a nadar”?
- Significa ir sabiendo cómo arreglárselas en la vida, de acuerdo a las
leyes universales. Si vivieran en amor, no necesitarían nada más, pero ustedes
ni siquiera saben cómo se obtiene. Por eso vamos a Kía.
Le pregunté si él conocía mi defecto principal.
- Por supuesto - respondió riendo -. Es más feo que una mambacha.
- ¿Una qué?
- Mambacha... Cierto espécimen bastante feo de un mundo prehistórico.
Vinka dudó bastante antes de preguntar.
- ¿Y yo también tengo un defecto bestial?
- Principal - corrigió Ami, entre sonrisas -. Por supuesto. Si no tuvieras
uno tan feo como una chachaca - este es otro bicho de aquel mundo -, no
estarías en misión en Kía...
- ¿Yo? ¿En misión? ¿Qué misión, Ami?
- ¿Cuál es mi defecto principal, Ami? - pregunté, al mismo tiempo.
El niño de las estrellas soltó la risita suave, como carcajaditas de bebé.
- Vamos por parte. No puedo responder dos preguntas a vez. Primero, lo
del defecto; luego, lo de las misiones que cada uno de ustedes realiza en su
respectivo planeta...
- ¿Misión? ¿Yo? ¿Cuál misión, Ami?
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- Ahora son tres las preguntas – reía -. No puedo decirles sus defectos
principales, porque no están preparados para soportar esa fea e inesperada
verdad; no puedo dejarlos sin “salvavidas”; sin embargo, debo ir poco a poco
mostrándoles defectos secundarios, derivados del principal. Este trabajo es
muy delicado y doloroso para los tres. Hace poco te mostré algo feo de ti
mismo, ¿verdad, Pedrito?
- Ah, “la calumnia” - dije molesto, recordando las acusaciones de Ami.
Este volvió a reír.
- Siempre la reacción de autoprotección es la misma: “calumnia”,
“maldad”, “ofensa”, “acusación”, pero el golpe ya está dado. La conciencia ha
visto. Se ha producido una trizadura en una rama del ego. Poco a poco un
defecto secundario terminará por ser superado. Una vez que lo hemos visto y
aceptado, ya podemos luchar contra él.... aunque a veces demora un poquito
esa aceptación - dijo, mirándome -. Así vamos acercándonos al defecto
principal, pero al mismo tiempo vamos enseñando a “nadar”.
- Y ahora, lo de la misión - dijo impaciente Vinka.
No comprendí mucho de lo que Ami decía acerca de mis defectos y de
mi ego, pero intuí que continuaba ofendiéndome. No me gustó aquello.
- Lo que dije se aplica a todas las personas, y no única y exclusivamente
a Pedrito. - Había captado mi pensamiento y le hizo gracia.
Vinka no se daba por vencida.
- Y ahora, lo de la misión... ¿Qué misión tenemos, Ami?
- Escribiste el libro, como te solicité, ¿verdad?
- Sí - respondimos Vinka y yo.
- ¿Qué? ¿Tú también? - dijimos, al mismo tiempo.
- Ambos escribieron un libro que relata sus respectivos encuentros
conmigo - informó Ami, divertido con nuestra sorpresa.
Miré con curiosidad a Vinka.
- ¿Cómo se titula el tuyo?
- “Ami, el niño de las estrellas” - respondió.
- ¡Esto es plagio! - exclamé muy molesto. Ami, como de costumbre, se
moría de la risa.
- ¿Por qué es plagio? - La mirada de Vinka parecía inocente.
- Porque ese es el titulo de mi libro, del que yo escribí.
- ¡Qué. bonita coincidencia!, ¿de que trata el tuyo?
- Bueno, de mi encuentro con Ami. De mi abuelita...
- El mío también relata mi encuentro con Ami, pero yo no tengo ninguna
abuelita. Yo fui a Devashtán, un mundo civilizado. Visité Rukna, Filus y un
mundo color...
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- ¡Silencio! - ordenó Ami al escuchar un agudo sonido proveniente del
tablero. Una luz roja centelleaba.
- Alarma roja. ¡Magnífico!
Vinka se asustó.
- ¿Cómo puede ser magnífico que suene una alarma? ¿Qué significa?
- Que se aproxima un movimiento sísmico. ¡Qué gran oportunidad!
- ¿Un terremoto? - pregunté con gran inquietud.
- Si. En la Tierra, pero lo rebajaremos a temblor. Vamos. Quiero que
vean eso. Volveremos a la Tierra, veremos los trabajos de protección y
luego iremos a Kía.
- ¿Quiere decir que ustedes pueden evitar los terremotos? - pregunté
con curiosidad imponente.
- Solo algunos -, sólo a veces. Ya verás. Muchas naves de la
Confraternidad están dedicadas a este tipo de trabajos de protección.
- ¿Cuál Confraternidad?
- La Confraternidad de los Mundos Civilizados - respondió Ami,
operando el tablero de comando.
Me rasqué la cabeza.
- Esto se complica. - Vinka estuvo de acuerdo.
- Es natural. Este segundo viaje es otro curso para ustedes, más
avanzado, pero, vamos por parte. Estábamos en lo de sus misiones. Deben
saber que ustedes no son originarios de sus planetas de nacimiento. Tú, Vinka,
no eres de Kía, y tú, Pedrito, no eres terrícola. - Al decir eso se acomodó mejor
para divertirse a costa de nuestras caras.
- Eso no es posible - protestó Vinka -. Yo nací en Kía. Tengo mi
certificado de nacimiento. Mi tía Clorka dijo que me cambiaba los pañales...
- Yo nací en la Tierra. Mi abuelita...
Ami nos interrumpió muy sonriente.
- Es verdad. Nacieron en esos mundos, pero no son originarios de
ellos...
- Eso no se comprende – opiné -. Sí alguien nace en un lugar, es
originario de allí...
No necesariamente. Ustedes nacieron en mundos incivilizados, pero sus
almas provienen de mundos de la Confraternidad. Ustedes sólo cumplen una
misión en esos planetas incivilizados....










ue en Kía eso será imposible.
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-¿Quiénes son los terri? - pregunté.
- En el mundo de Vinka - explicó Ami- existen dos especies humanas.
Una es la de los swama. A ésa pertenece ella. La otra es la de los terri. Estos
últimos están divididos en dos bandos en guerra permanente: los terri wacos,
contra los terri zumbos. Los terri son unos seres humanos bastante belicosos...
- ¡No son humanos! - protestó Vinka, visiblemente alterada- ¡Son simios!
¡Son monos intelectuales!
- ¿Monos intelectuales? - No comprendí -. ¿Cómo puede un mono ser
intelectual?
- Tienen mucha inteligencia, astucia, pero no tienen bondad. Son
criminales, mentirosos, cínicos, deshonestos, inmorales, materialistas y tiranos.
- Vinka estaba muy enojada. Al escucharla, Ami soltó la risa y dijo:
- ¡Qué andanada de flores! Pero haces mal expresándose así de tus
hermanos. Deberías comprender, en lugar de juzgar. No todos los terri son
como dices. Algunos tienen más de setecientas medidas.
Ami se refería al nivel de evolución. El disponía de un aparato con
pantalla, capaz de ver el grado de luz espiritual de cualquier persona o animal.
Le decía “sensómetro”. Dijo que bastaba con tener setecientas “medidas” para
ser rescatable por los extraterrestres en el caso de producirse un desastre
irremediable. A las setecientas “medidas” una persona ya es lo suficientemente
buena como para merecer vivir en un mundo civilizado.
Aquella vez no quiso decirme cuántas “medidas” tenía yo, porque si mi
evolución era baja –dijo -, me podría desmoralizar, y si era alta, podría
envanecerme, y si una persona se pone vanidosa el ego le crece y sus
“medidas” bajan.
No me interesó mucho el asunto de los terri. Quise saber más acerca de
mis “medidas”. Intenté sacarle algún dato al respecto.
- Entonces Vinka y yo debemos tener una cantidad fabulosa de
“medidas”...
- ¿Por qué, Pedrito?
- Porque provenimos de mundos civilizados...
- Ya te dije que muchas personas de tu mundo tienen más “medidas”
que yo. La diferencia es que ellas no saben lo que yo sé; no fueron educadas
en ambientes favorables ni con la información adecuada, pero sus almas
tienen, en muchos casos, niveles muy altos, y no provienen necesariamente de
mundos civilizados. Los misioneros, como ustedes, durante sus vidas
anteriores cometieron algunos errores, algunas faltas en contra del amor.
Como estos errores se deben pagar con servicio, se les dio a elegir el tipo de
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labor que deberían prestar para limpiarse. Ustedes eligieron libremente realizar
la tarea que ejecutan.
- ¿Qué falta cometí yo? - preguntamos al mismo tiempo.
- Eso ya no importa. Jamás se debe volver sobre los errores del pasado,
ya sean propios o ajenos. Si ustedes se dedican con esfuerzo a cumplir con el
compromiso que contrajeron, quedarán limpios y brillantes. Luego podrán
retomar a un mundo fraternal y bueno, cuando hayan terminado con la misión
consistente en ayudar a civilizar vuestros mundos para evitar que
desaparezcan.
- En mi planeta no hay terris – dije -, pero también me parece una labor
casi imposible. ¿Cómo podremos nosotros hacer algo?
- No será tan imposible como parece. En primer lugar, los
acontecimientos que se avecinan les ayudarán, porque muchos comprenderán
que no pueden continuar así. En segundo lugar, las personas que anhelan un
gran cambio positivo constituyen la inmensa mayoría. Sólo necesitan
orientación. En tercer lugar, y justamente para eso último, están los misioneros,
como ustedes... Son miles y miles.
- ¡Miles y miles!
- Una verdadera “invasión extraterrestre”, pero con fines de paz. Están
en todas partes, en todos los trabajos, en todas las empresas; cerca de la
prensa, en radio, televisión, cargos públicos... En todo lugar hay al menos uno.
- ¡Es increíble! - exclamamos, porque nosotros no conocíamos ninguno -
. ¿Cómo se les puede reconocer?
- Por sus obras. Siempre la gente se reconoce por sus obras. Los
misioneros siempre están en lugares en donde prestan servicio.
- ¿Existe alguna forma de reconocerlos físicamente?
- Ninguna. Sólo por sus frutos, por sus obras habla cada cual.
- ¿No va contra esa ley que prohibe intervenir en los mundos
incivilizados el que tantos seres provenientes de mundos superiores estén
ayudando? - pregunté.
- Hay una medida permisible. Por otro lado, ustedes no recuerdan la
información que antes tenían, al menos no conscientemente.
Pensando en todo eso, me parecía imposible que yo hubiese venido de
un mundo mejor que la Tierra.
- Ami, tú dices que yo provengo de un mundo civilizado, pero reconozco
que tengo muchos defectos; en cambio la gente que vi en Ofir era muy superior
a mi...
- Bueno, es que tienes un defecto feo como una mambacha – rió -.
Además, el medio ambiente incivilizado te ha ido deformando más todavía,
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pero con servicio desinteresado vas a recobrar y superar tu anterior nivel. Poco
a poco te irás alejando de tu lobo interior.
¿Qué es un lobo? - Preguntó Vinka.
- Un animal parecido a un Chug, pero con pelos, en lugar de plumas -
respondió Ami.
Idiotamente se me ocurrió preguntar -¿Qué es un chug?
- Un animal parecido al lobo, pero con plumas, en lugar de pelos -
respondió Ami, riendo a carcajadas.

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