CAPITULO 1

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Lunes 7:00 de la mañana.

"pipipipipipipipipipipipip"

-Noooooo. - se quejó Dulce enterrando su cabeza bajo la almohada.
-Arriba señorita! - dijo Anni entrando a la habitación con dos tazas de café en las manos.

Dul sorprendida salió de debajo de la almohada y miró fijamente a su amiga.

-¿Cómo has entrado? 
-Pues por la puerta.- dijo la rubia ofreciéndole una de las tazas de café
-Ya, eso me lo imaginaba, Quiero decir ¿cómo has entrado por la puerta? -dijo Dul dándole un sorbo a su café
-¡Ah! ¿No te he dicho nunca que tu portero es majísimo?
Dul escupió el café que tenía en la boca.
-Oh Anni por Dios, ¡qué tiene 62 años! ¿Cómo puedes intentar ligar con el pobre señor Benito?
-¡Oye no pienses mal!

Dul se levantó de la cama y se dirigió al baño.

-¿Qué haces aquí tan temprano? Tú no madrugas por nada del mundo, osea antes tocas una rata que...
Pero Dul se interrumpió y dejó de cepillarse el pelo para mirar a su amiga.
-A no ser...que no hayas madrugado porque no hayas dormido... -continuó Dul.
-Jajajaja como me conoces amiga. Puede que haya pasado la noche con un magnífico bombero.
-¿Bombero? -repitió Dul sorprendida.
-Si, bombero.
-Me lo tienes que contar todo, pero todo todo.
-Está bien pero ahora corre o no llegarás al trabajo.

Dul se arregló para irse a trabajar. Con una falda entubada hasta un poco más de la rodilla negra con una elegante camisa blanca de seda y unos tacones de pico negro de tacón de aguja. Se maquilló sencilla y se dejó su pelo suelto y rizado.
Salió de su casa y se encaminó para el trabajo.

Llegó a su oficina. Trabajaba en la importante multinacional Uckerman que controlaba gran parte del sector automovilístico del mundo. Ella solo era una pequeña hormiga dentro de aquella selva, pero estaba muy contenta con su trabajo. Se encargaba de las relaciones internacionales, por lo que viajaba mucho. Por aquel motivo no tenía suerte en sus relaciones. Bueno eso decía ella, pero en el fondo sabía que solo era una escusa para los demás, para que sus madre dejara de preguntarle cuando iba a sentar la cabeza o que su ex casi futura suegra no la llamara más preguntándole por su vida sentimental y le reprochara el haber perdido el mejor partido del mundo, su hijo, o sea su ex comprometido.

Llegó a la oficina puntual como siempre. Subió en el ascensor hasta la planta 15, en la cual estaba su oficina.
Allí se encontró con Sol, su compañera, la mujer más cotilla y chismosa del mundo.

-Hola Dul. Vaya hoy estás especialmente guapa. -dijo Sol, aunque Dul pudo notar como la miraba con cara de desprecio.
-Gracias Sol, tú tan falsa como siempre. -dijo en un susurro
-¿Qué has dicho?
-Oh, nada nada - y le lanzó una sonrisa fingida.
-Hoy pasa algo gordo por aquí.
-¿Gordo, gordo de verdad? ¿o gordo como la última vez? ¿Que fue lo que pasó? Ah sí, que cambiaron las maquinas de café ¿no?
-No.- respondió secamente. -Algo super gordo. Los jefazos llevan toda la mañana corriendo para un sitio y para otro, creo que viene alguien importante de Londres.

Dul se quedó pensativa, ¿Que podía ocurrir? Por primera vez agradeció tener a alguien tan cotilla con Sol a su lado.

Las horas pasaron y Dul pudo comprobar que Sol tenía razón. La gente estaba tensa como preocupada. Algunos corrían de aquí para allá sin parar pero lo que más le molestaba es que nadie le decía nada, que pasa ¿ella no trabaja aquí o qué? Hizo varios intentos por sonsacar información a la gente pero todos les respondían lo mismo, "ahora no puedo Dul, estoy liado"
Eran las 10 la hora del desayuno así que bajó a la cafetería para tomarse el café. Estaba completamente vacía, solo unas pocas mesas se encontraban ocupadas, el resto estaba vacío. Algo muy gordo tenía que pasar para que la gente se perdiera la hora del desayuno, cualquier día a esa hora es casi imposible llegar a la barra. Se sentó en un taburete y pidió el café.Se levantó con el café en la mano para sentarse en una mesa pero no pudo llegar a su destino ya que alguien tropezó con ella.

-¡Joder! - masculló Dul.
-¡Mi traje!. -se quejó una voz masculina.

El café de Dulce fue a parar al traje del hombre, y el café de este a las piernas de Dul.

-¿Sabes cuanto cuesta este traje? - preguntó la voz masculina. 

Dul alzó la cara para decirle dos cosas bien dichas al capullo que le había tirado el café, pero las palabras se quedaron en su garganta al ver el rosto del hombre. Quizás el hombre más guapo que había visto nunca.
Tenía el pelo castaño con reflejos dorados un poquito largo lo que le permitía poder echárselo para atrás. Unas cejas perfectas que hacían aun más atractivos sus grandes ojos miel. Una nariz recta que le daba bastante seriedad al rostro. Un rostro que parecía esculpido de pierda con los pómulos totalmente marcados. Y una boca...que boca. Parecía que hablaba sola y le decía: "cómeme, cómeme"

-¿Estás bien? -preguntó el hombre zarandeándola suavemente.
-¿Qué? -preguntó Dul saliendo de sus pensamientos.
-¿Qué si estás bien?, te has quedado mirándome fijamente.
-Ah, sí sí estoy bien.
-Genial, porque ahora me tendrás que pagar el traje.
-¿Perdona? - preguntó Dul incrédula.
-Hoy es mi primer día aquí y no pretenderás que vaya con estas pintas.
-¿Tengo cara de que me importe?
-Eres muy mal educada.
-Mira bonito, tu me has manchado los zapatos, son unos Manolos, ¿sabes lo que valen unos Manolos Blahnik?
-Está bien, yo te pago los zapatos y tú me pagas el traje.
-Mis Zapatos son 350€. - dijo Dul colocando la mano boca arriba para que le pusiera el dinero.

Christopher sacó la cartera contó el dinero y se lo puso en la mano. Acto seguido ella se lo metió en el sujetador y vio como él seguía el trayecto del dinero con sus ojos.

-Bien, mi traje son 1500€ más la camisa de seda 700€ y...sí, la corbata también me la has manchado, 125€. -sonriendo puso la mano igual que la había puesto Dul antes
-Estás de broma ¿verdad? - dijo Dul sorprendida.
-Para nada. Mi dinero por favor.
-No puedo pagarte todo eso.
-No me vengas con escusas, dinero tienes nada más hay que verte. -dijo mirándola de arriba a bajo
-¿Qué te crees que soy yo? No puedo pagarte 2300€ así porque sí.
-No preciosa, 2325€ y no es así porque sí, me has manchado el traje.
-La culpa también es tuya. -dijo Dul cada vez más enfadada.
-Ya, por eso te he pagado ya los zapatos, ahora te toca a ti cariño.
-En primera, no me llames cariño.
Christopher sonrió antes ese comentario.
-Y segundo no te voy a pagar.

Dicho esto se dio la vuelta y se encaminó hacia la puerta, pero antes de que pudiera salir alguien le cogió del brazo dándole la vuelta.

-¿A dónde te crees que vas? -preguntó Christopher.
- A trabajar. -dijo mientras se intentaba soltar de la mano de Chris, pero era imposible.
-¿No me vas a pagar?
-Ya te he dicho que no. Y ahora ¿me devuelves mi brazo?
-Y tú, ¿me devuelves mi dinero?
Dul se sonrojó.
- Si me sueltas el brazo alomejor puedo dártelo.

Chris al recordar donde estaba el dinero instintivamente fijó la mirada en los pechos de Dul.

-Si quieres lo puedo coger yo. -dijo Chris con una sonrisa arrebatadora en los labios.
Dul se soltó.
-Ni de coña. -dijo la pelirroja.
Se metió la mano en el escote sacó el dinero y se lo dio.
-Están calentitos, parecen que acaban de salir del cajero. -dijo Chris en un tono burlón.
-¡Que te den! - dijo mientras salía de la cafetería con más prisas de las que quería.

Se quedó mirando como se alejaba. ¿Había visto alguna vez una mujer más sexy, guapa, inteligente, divertida....?

-Para Chris. -se dijo así mismo sacudiendo la cabeza.

PASION EN LA OFICINADove le storie prendono vita. Scoprilo ora