No Te Impliques

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-No vas a volver hasta dentro de dos días como mínimo, Kathleen. Esto que has hecho es una auténtica locura. Has podido poner en peligro a los bebés. Estás agotada y eso merma tus capacidades - Adelaide está realmente enfadada conmigo. No la culpo, me merezco cada palabra que me diga.

Decido escucharla en silencio. Sé que si le replico será peor. Además estoy tan cansada que mis párpados se cierran solos. Podría caerme dormida en el suelo en cualquier momento y eso la molestaría más. Me concentro en permanecer en pie y con la mirada fija en ella.

-Te creía más responsable, Kat.

-Lo soy - ya no puedo callarme por más tiempo. Eso me ha ofendido.

-Pues no lo parece en este momento.

-Me preocupaba que no cuidasen adecuadamente a la nueva - confieso - Decían que no sobreviviría. Ya sabes como son. Se centran en los que tienen más posibilidades sin importarles quien sale perjudicado. Ni lo entiendo ni lo apoyo. Débiles o no, todos tienen el mismo derecho a vivir.

-No debes implicarte tanto, cielo - noto que su enfado se disipa un poco. Ahora me mira con ternura.

-La niña no tiene a nadie. Ni siquiera su padre ha venido a verla - puedo notar el rencor impregnando cada una de mis palabras.

-Ha estado organizando un entierro - me informa - pero ha llamado cada día preguntando por ella.

-¿En serio? - me alivia saber que la niña no está sola.

-Hoy mismo vendrá a verla. Pero tú no estarás aquí - continua al ver la alegría en mis ojos - Y si te lo encuentras en tus turnos, no le hablarás ni te encargarás de su hija.

-¿Por qué?

-Has creado un vínculo con esa pequeña y no quiero que se extienda al padre. Debes permanecer lejos de ambos.

-Entiendo - bajo mi rostro apenada. Sé que tiene razón, como siempre, pero eso no lo hace más fácil.

-Es por el bien de todos, Kat - me acaricia un brazo - Ve a casa. Duerme un poco. Lo necesitas.

-Quiero volver mañana por la noche, en mi turno - le ruego.

Eso no lo hago por la niña y ella lo sabe. Quedarme en casa, con mis recuerdos, me hace daño. En realidad apenas paso por casa. Casi lo justo para comer y dormir. Y si me quedo, procuro estar entretenida. Estar allí es doloroso. Los últimos años de mi abuela fueron los peores. Sé que debería vender la casa y terminar con mi pasado de una vez pero no me siento con fuerzas. Todavía no.

-Sólo si me prometes dormir hasta entonces. Llevas tres días sin descansar adecuadamente - me regaña.

Ni siquiera sé como he podido ocultarle lo que hice hasta ahora. Supongo que evitar su turno ayudó bastante. Pero las demás enfermeras hablan demasiado y Adelaide siempre tiene los oídos prestos a captar los rumores.

-Te lo prometo - logro esgrimir una sonrisa aunque lo que más deseo en este momento es cerrar mis ojos y dejarme envolver por el sueño.

-Toma un taxi - me advierte.